Murió una leyenda del rock: David Crosby

Hace unos días (el 18 de enero) murió el cantante y compositor David Crosby, una de las últimas leyendas del rock-folk estadounidense. Su voz suave, armoniosa y cálida acompañó los sonidos del rock de los años sesenta y setenta a través de dos de los grupos más emblemáticos de la época norteamericana del género: The Byrds, y –especialmente– Crosby, Stills, Nash y Young (CSNY). El californiano nacido en la ciudad de Los Angeles en 1941 fue uno de los más célebres representantes de la generación de los baby-boomers de la posguerra, cuyas trayectorias vitales son un muestrario de excesos, creatividad, genialidad, tragedias y decepciones.

En la década del sesenta comenzó a marcar un canon dentro del folk rock nacido en California, junto a algunos de sus socios (Roger McGuinn, Gene Clark, Chris Hillman y Michael Clarke) en The Byrds, entre 1964 y 1967 (los pocos años que pasó por esta formación). En 1968 se embarcó en otro proyecto junto a Stephen Stills (de Buffalo Springfield) y Graham Nash (de The Hollies) que se conoció como Crosby Stills & Nash. Tiempo después, a esta formación –que sería la nave insignia del desarrollo de su carrera– se sumó Neil Young, que era compañero de Stills en Buffalo Springfield, aunque su participación fue esporádica. En 1969, el grupo debutó en las disquerías con un álbum que tuvo buena repercusión. Claro que el detrás de escena a veces podía ser conflictivo y, al tratarse de una reunión de solistas, el proyecto grupal se alternaba con las actividades personales de cada miembro. La sociedad más sólida que Crosby tuvo con estos colegas fue con Nash, como dúo.

Solo y con sus socios, Crosby no quedó exceptuado de los tópicos más excesivos del rock & roll de finales de la década del sesenta y principios de los setenta. En la década del ochenta fue arrestado en Texas por cargos de drogas y armas, lo que lo obligó a estar cinco meses en la cárcel, en 1986. “Fue el peor momento de mi vida -aseguró en una entrevista-. Me vi perdiendo la libertad y yéndome por un tubo. Era una oportunidad para volver a subir y eso fue lo que sucedió. Hice un año de rehabilitación. Eso me dio una mente más clara para vivir una vida normal”.
Ya convertido en leyenda, ingresó dos veces al Salón de la Fama de Rock & Roll, en 1991 por haber integrado Byrds y en 1997 por haber sido parte de Crosby, Stills & Nash. Y continuó creando y lanzando discos, hasta finales de la década pasada.

El cantante tuvo varias décadas de gloria. Su participación en Woodstock, su postura contracultural, el refinado estilo vocal del grupo, y hasta su cabellera raleada y revuelta que hacían juego con sus llamativos y frondosos bigotes, eran parte del personaje que se fue construyendo con el paso de los años. Y todo eso, sostenido por el testimonio estético del trío (a veces convertido en cuarteto, con Young) que quedó plasmado en canciones: desde el rockero “Long Time Gone” hasta la exquisita versión de “Suite Judy Blue Eyes”, con delicadísimos arreglos vocales; desde aquel “Deja Vu” que ponía en diálogo al folk norteamericano de aquellos años con el rock progresivo inglés, hasta “Teach Your Children”.

Casi al final de su vida, Crosby ha reflexionado sobre su historia, sobre lo bueno y lo malo, con la sinceridad que se puede tener frente a un grupo de estudiantes de un colegio secundario, que le preguntaron acerca de su juventud, de los años de la paz, el amor y las drogas: “Es bastante difícil condensarlo en una sola pregunta. Mi experiencia fue amplia y variada. Algo de eso fue horrible y algo de eso fue absolutamente maravillosamente alegre. Ojalá nunca me hubiera topado con drogas duras, eso fue un gran error. Gran error. Pero no me arrepiento de mi vida porque me permitió salir y hacer música. Y hacer música es una alegría absoluta. Lo que pasó fue un florecimiento. Una apertura de ideas, de compasión, de tratar de ser seres humanos decentes”.