Transformación educativa y “las 10 competencias” de todo estudiante

Robert Silva explicó a EL TELEGRAFO los alcances de la transformación educativa que comenzará a implementarse desde el próximo mes.

A la hora de hablar de lo que se viene a partir del próximo mes en la educación de nuestro país, Robert Silva, presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), asegura que no habrá una reforma sino una transformación.
Pero más allá de los beneficios que se plantean desde el gobierno, y de las proyecciones poco alentadoras que llegan desde la oposición y los sindicatos, la realidad es que esa transformación comenzará en cuestión de días, cuando se ponga en marcha el nuevo año educativo.
¿Por qué se tomó la decisión de llevarla adelante? ¿Cuáles son los objetivos? ¿Qué se espera del alumno al cerrar el ciclo básico? ¿Y qué pasará con el bachillerato?
Silva dialogó con EL TELEGRAFO sobre éstos y otros aspectos, a pocos días de que se implementen los cambios.

LA HOJA DE RUTA

“Analizando el conjunto de situaciones que evidencian las evaluaciones en cuanto a la desvinculación y a los resultados de aprendizaje, establecimos un paquete de medidas que presentamos al Parlamento en agosto de 2020, que tiene que ver con el cambio en la educación”, repasó Silva, quien insistió en que se tomaron en cuenta determinados puntos para desarrollar “a partir de la evidencia que en el país existe. Hace mucho tiempo que venimos hablando de que hay que cambiar la educación, pero sin embargo la situación permanecía incambiada”.

A grandes rasgos, esos puntos pasan por “proteger las trayectorias de los estudiantes, que ingresen, permanezcan en el sistema y que egresen, a la vez que aprenden. Luego lo que tiene que ver a la equidad interna del sistema, es decir políticas focalizadas que atiendan a los que menos tienen”.
Se apuesta además a “un cambio curricular que sea una política con foco general para todo el sistema”, así como “al cambio de gestión de los centros educativos” y a “una política nacional docente que cambie la formación inicial y la de la carrera, y a su vez las condiciones de trabajo”. El otro punto que se tendrá en cuenta es “la gestión institucional en su conjunto”.

Esa es “nuestra hoja de ruta”, lo que “denominamos Plan de Desarrollo Educativo 2020-2024”.
Pero ¿qué va a pasar a partir de marzo? Silva sostiene que “lo primero que sucederá es que habrá un sistema educativo que piensa en el estudiante y que tiene una clave de desarrollo: lo que hay que aprender, con foco en el aprendizaje, en clave sistémica”.

Y sumó: “esto es pensar en el estudiante desde que está en Educación Inicial, Primaria, Secundaria o la UTU. Eso no sucedía en el sistema educativo. Y puede parecer abstracto, pero es muy importante porque habla de la necesidad de proteger la trayectoria del estudiante desde que ingresa hasta que egresa”.

LAS 10 COSAS QUE EL ALUMNO DEBE APRENDER

Hay cambios ya visibles. Por ejemplo el hecho de que la educación básica contemple un séptimo, octavo y noveno grado, en vez de primero, segundo y tercero de liceo. Pero lo que se pondrá en marcha es mucho más.
Esa hoja de ruta planteada dentro de la transformación educativa tiene como objetivo que, cuando el alumno cierre su ciclo obligatorio, sea capaz de haber desarrollado “10 competencias”, dijo Silva.

“Se pensó en un marco curricular que estableció 10 competencias que los estudiantes deben tener una vez que culminen la educación obligatoria de este país. Y esas 10 competencias se desarrollan a partir de un plan integrado, de educación inicial de los 3 años hasta los 15 años, y luego de progresiones de aprendizaje, un mismo reglamento de evaluación y programas, que tienen una lógica de continuidad y una progresión que va ampliando a medida que va desarrollando su trayecto”.

¿Cuáles son esos aspectos que todo estudiante debe haber integrado tras cerrar su carrera educativa? “Cuando un estudiante termina a los 17 o 18 años tiene que tener competencias para la vida, que le permitan construir su proyecto de vida, encontrar su lugar en el mundo pero sobre todo a partir de una educación integral que no es solo lo académico, lo estrictamente cognitivo”, adelantó.

Y explicó que “ahí tenés el pensamiento creativo; el pensamiento crítico; el pensamiento científico; el pensamiento computacional; la competencia en comunicación; el aprender a aprender permanentemente, porque hoy no vale solo aprender para saber, sino aprender para aprender de forma permanente; el conocerse a sí mismo, porque la competencia intrapersonal es fundamental; la competencia en cuanto a la ciudadanía digital, regional y global; y también en emprendedurismo, el ser innovador”.

Silva puso sobre la mesa que “esto no pasa por ser parte de una sociedad que cambia y adaptarse a los cambios, sino por ser sujeto activo del cambio, y para ello hay que tener ese tipo de competencias”.
Y aclaró: “¿Esto no quiere decir que hay que eliminar los contenidos, no saber más de la Batalla de Las Piedras? No. Hay que saber estos hechos históricos, pero a partir de ellos desarrollar un conjunto de competencias que permitan en la vida estar en una permanente evolución o desarrollo personal y profesional”.

EL MODELO ESTÁ ACÁ

El presidente del Codicen destacó, al ser consultado sobre los modelos tomados como referencia para esta transformación, que no solo se mira al exterior sino también a lo que sucede en casa.
“Es lo que pasa en los diferentes países del mundo: una enseñanza que tiene contenidos pero a su vez que desarrolla competencias para la vida. Finlandia es un ejemplo a seguir, al igual que Escocia, Nueva Zelanda, Australia. Son varios países los que hay que inspirarse, pero basta pensar en lo que se desarrolla en varios centros educativos del Uruguay”, dijo.Y a

claró que “acá hay escuelas y liceos que trabajan por competencias y a partir de proyectos, involucrando a la comunidad y a los estudiantes, y no es solo el profesor que se para frente a una clase en su asignatura para que aprendan su contenido y eso no se conecta con el resto de los aprendizajes. Hay muchas escuelas y liceos que desarrollan esto, nos inspiramos en ellas, y ellas sin dudas serán líderes en este proceso de cambio”.
Pensando en este cambio que se viene, “se ha capacitado a maestros y profesores, mucha gente”, informó Silva, quien aseguró que “hay gente que está tan comprometida con este proceso de cambio”, más allá de que “muchas veces no tienen micrófono”.
“Dificultades hay, habrá y seguirá habiendo siempre, pero hay mucha gente comprometida con el cambio y que está trabajando desde hace tiempo, por lo que no tengo dudas que la mayoría de los docentes está comprometido con esto y será parte fundamental en el proceso de transformación de los planes y programas que comenzarán en marzo”, agregó.

BACHILLERATO EN 2024

Este 2023 será, para Silva, un año de grandes desafíos. “Es que tendremos doble acción”, indicó.
“En 2022 proyectamos y establecimos el marco curricular, las progresiones de aprendizaje, el plan, el reglamento de evaluación y los programas de lo que íbamos a hacer en 2023”, y ya en este nuevo año “se redobla la apuesta, porque no es solo implementar lo que he comentado sino que vamos a tener que proyectar el cambio en el Bachillerato para 2024”.

Silva aseguró que “no podemos seguir con bachillerato de la época de la dictadura”, y que el objetivo es “cambiar y darnos cuenta de un conjunto de competencias y destrezas que los estudiantes tienen que desarrollar independientemente de su opción de estudios. Por eso será un año en el que se implementará lo desarrollado y trabajar para proyectar el cambio para el próximo año”.