Francisco García hoy disfruta del arte de pintar y siente que “valió la pena” ejercer la docencia

Francisco García dialogó con Pasividades sobre su trayectoria en la docencia y los momentos que vive ahora disfrutando de sus hobbies.

Buena parte de su carrera de maestro, Francisco Raúl García Ruiz (70) la ejerció en escuelas del medio rural y localidades del interior del Departamento, etapa de su vida de la que mantiene muy buenos recuerdos, por la calidez conque fue recibido siempre en esas comunidades, según comentó a Pasividades en el diálogo que mantuvimos en el living de su casa. Hoy ya jubilado, comparte agradables momentos junto a su familia, además de dedicarse a sus hobbies preferidos, como pintar, dibujar, leer o cuidar de su jardín.

Nació el 3 de noviembre de 1952 en Piedras Coloradas, en el hogar de Francisco y Celia Marta, donde creció junto a su hermana menor María de las Mercedes. “Mi padre era peón de estancia y trabajaba en establecimientos de los alrededores de Piedras Coloradas y mi madre era auxiliar de servicio en la Escuela 27; yo fui a esa escuela hasta sexto. Según me contaba mi madre era un momento complicado en aquel entonces porque no había muchas posibilidades de poder estudiar, era otra época y la ciudad de Paysandú resultaba muy lejos. Pero, la familia Nolla, dueños de la ex Pili, me dieron una beca para que pudiera concurrir a hacer el liceo en el Colegio del Rosario. Me acuerdo que siempre les tenía que llevar los boletines de notas para mostrarles que estaba estudiando; como estudiante era muy discreto, pero fui salvando”, recordó.

Al concluir la Secundaria, “no sabía qué hacer porque no había posibilidad de pagar una carrera terciaria en Montevideo, entonces entré en Magisterio en el ‘70. Me costó el primer año porque jugaba al fútbol y me dedicaba mucho a ese deporte, pero después sí arranqué e hice los 4 años y terminé en el ‘74. Dos años antes, en el año ‘72, nació mi hija Valeria”, destacó.
Ya recibido, al año siguiente no había cargos disponibles, por lo que debió trabajar en otras actividades, hasta que en el 1976 “di concurso y pude iniciar mi profesión en la que trabajé durante 35 años hasta que me jubilé”.

MAESTRO DIRECTOR RURAL

Su primera experiencia como maestro director fue “la Escuela 70 de Santa Kilda y ahí estuve 3 años. Durante la semana permanecíamos ahí y viajábamos los fines de semana, aunque a veces no podíamos hacerlo si había llovido mucho porque crecían los arroyos y no podíamos cruzar. No había luz eléctrica, no había comercios, y los más cercanos estaban en Quebracho, a donde teníamos que ir para hacer el surtido. En esa escuela llegó a haber 40 alumnos y éramos 2 maestros; yo tenía las clases superiores y la dirección”.
En este inicio de la carrera, “en esos 3 años viví momentos hermosos, porque era muy joven, tenía 24 años, y la verdad que pasé muy bien. La gente de campaña tiene eso que te arropa, es muy solidaria con los maestros y me acuerdo que lo disfruté, la pasé muy bien”.

Continuó en la Escuela 5 de Guichón, donde permaneció durante 12 años, etapa de la que también conserva muy gratos recuerdos. “También la gente se comportó de una manera espectacular, me trataron bárbaro y me integré muy bien en la comunidad. Incluso, integré varias comisiones, trabajé en la parte del deporte porque me gustaba mucho y en algún momento fui corresponsal de EL TELEGRAFO”. Un momento de su vida muy especial en lo personal porque se vio bendecido con la llegada de su segundo hijo, Facundo. Con la familia creciendo, además de sus clases en esta escuela complementó sus ingresos trabajando en un estudio contable.

Años después, retorna a Paysandú para ingresar a trabajar en la Escuela 13, luego en la Escuela 106, en la Escuela de Esperanza, en la 71, y luego de concursar para escuela urbana como director nuevamente se traslada al interior del departamento, esta vez la localidad de Quebracho. “Estuve 6 años en esa escuela y también tengo que agradecerle a la gente por el trato que tuvieron siempre e incluso a todos los compañeros que trabajaron conmigo”, destacó.

Los últimos años de docente los trabajó en la Escuela 13 como director “y me jubilé después de 35 años. Después hice algunas suplencias en campaña porque no había maestros para cubrir, pero fue poco tiempo, porque yo ya me quería retirar, ya había cumplido”, comentó.
Sobre su extensa trayectoria, al mirar atrás reflexionó: “La verdad que cuando empecé Magisterio era todo nuevo, y a mí siempre me costó un poco arrancar porque soy un poco tímido, pero después que le tomé el gusto a la docencia, me encantó y creo que si volviera a nacer sería maestro. Valió la pena”.

“ME HACE BIEN Y ME GUSTA”

Una vez retirado de la actividad profesional, García sintió que “tenía que hacer algo, porque siempre hay cosas para hacer”, dijo convencido. Es así que como “a mí siempre me gustó mucho la pintura y el dibujo, me integré al taller de Arte de Fernando Irecio y la verdad que estoy contentísimo”, reconoció.

Asistir a estas clases le permitieron aprender “a pintar, a dibujar”, pero además “son unas horas que uno tiene la cabeza ocupada en algo, es decir está trabajando la mente, además en un buen ambiente y también por el aspecto vincular con gente de mi edad, que es muy importante”, rescató. Además, “el taller de Fernando cubre varias edades, desde adolescentes a personas mayores, así que la verdad es un espacio bárbaro”, agregó e insistió que esta actividad “ayuda a mantener la cabeza ocupada en cosas que aportan mucho. Empecé en este taller en el 2018, con el tema de la pandemia se interrumpió y luego retomamos y la verdad que a mí me satisface; lo hago como un hobby simplemente porque me hace bien y me gusta”.

En los ratos libres, “también me gusta mucho leer, me gusta ocuparme de las plantas, tengo un jardín y salgo a caminar”, agregó.
Convive junto a su actual esposa Lila y su madre de 90 años, y “compartimos con los cuatro nietos –Joaquín, Santiago, Bastián y Valentina– siempre que podemos” muy lindos momentos. “A esta altura cuando uno no tiene muchos horarios, estamos colaborando, ayudando en lo que podemos, a llevarlos o traerlos del deporte”, concluyó con una sonrisa este maestro jubilado que disfruta de esta preciosa etapa en compañía de sus afectos y de todo lo bueno que la vida tiene para ofrecer.