Relocalización de empresas y economía verde: vías para mayor crecimiento de América Latina

(Banco Mundial)
Aunque América Latina ha sorteado con cierto éxito desafíos como la deuda creciente, la inflación y la incertidumbre causada por la guerra en Ucrania, están surgiendo nuevas dificultades en forma de precios menores de los productos básicos, mayores tasas de interés y una recuperación económica desigual en China. En un nuevo informe del Banco Mundial titulado “El potencial de la integración: Oportunidades en una economía global cambiante”, se proyecta que el crecimiento de la región llegará al 1,4% este año, por debajo de lo previsto, y que aumentará a solo el 2,4% en 2024 y 2025, un porcentaje no suficiente para lograr un impacto real en los problemas constantes de pobreza y desigualdad de la región.

Una mayor integración en la economía mundial podría ser clave para romper este patrón de crecimiento decepcionante, que es inferior al de todas las regiones, excepto Europa oriental devastada por la guerra. Pese a los esfuerzos anteriores, América Latina sigue siendo una de las regiones menos integradas del mundo. De hecho, la apertura del comercio se ha estancado y los flujos de inversión extranjera directa han disminuido en los últimos 20 años.

Excluyendo a México, China es ahora el principal socio comercial de la región, pero principalmente en el área de los productos básicos; mientras tanto, las inversiones extranjeras directas en la región han caído en un 16,4% en términos absolutos y 9,5 puntos porcentuales como fracción del total de inversiones extranjeras en los mercados emergentes desde 2010.

DOS ÁREAS DE OPORTUNIDAD EN LA ECONOMÍA MUNDIAL

Los estragos en las cadenas de suministro causados por la pandemia y el aumento de las tensiones geopolíticas han generado una demanda para diversificar a los proveedores y acercarlos a sus países de origen. Esto ha aumentado la tendencia a la relocalización de empresas. Proporciona a la región una oportunidad de oro para captar eslabones de las cadenas de valor centradas en Estados Unidos y Europa y capitalizar su mayor competitividad, especialmente ahora que los salarios en China son más altos que los de gran parte de América Latina. México ya ha demostrado que esto es posible.

Hay además un impulso global para enfrentar el cambio climático. En este contexto, la región puede utilizar su extraordinaria ventaja comparativa en la producción de energía renovable, sus abundantes dotaciones de productos básicos necesarios para las nuevas industrias verdes y el capital natural único de sus bosques. Para aprovechar al máximo estas ventajas, América Latina necesita integrarse más activamente en la economía mundial, no solo para estar al día de todas las ideas innovadoras que surgen en el mundo, sino también para acceder a los mercados globales a fin de aumentar la escala e instruir a los actores locales.

Si bien una mayor integración ofrece una fuente potencialmente poderosa de crecimiento, para beneficiarse plenamente de las oportunidades disponibles se deberá aplicar una serie de políticas que faciliten el acceso a los mercados globales, el capital y la tecnología. Muchas de las reformas necesarias son bien conocidas, pero llevarán tiempo. Entre ellas figuran reducir el riesgo sistémico, mejorar la educación y el capital humano en todo el espectro, invertir en infraestructura tanto tradicional como digital, hacer que las ciudades sean mejores plataformas para los fabricantes y los servicios, y garantizar mercados financieros sólidos para proporcionar liquidez y diversificar el riesgo.

En el corto plazo, hay al menos dos medidas rápidas y eficaces en materia de políticas que la región puede adoptar. En primer lugar, las mejoras regulatorias en las aduanas y el transporte son relativamente baratas y podrían hacerse como parte de acuerdos comerciales profundos que proporcionen un marco y aumenten la confianza en las reglas básicas del juego. En segundo lugar, los organismos de promoción de las exportaciones y las inversiones en América Latina a menudo han carecido de enfoque y, por tanto, no han logrado alcanzar su potencial, lo que se podría cambiar fácilmente.

Por último, es imposible no recalcar lo suficiente la importancia de la resiliencia y la estabilidad macroeconómica relativamente recientes de América Latina. Para aprovechar la sabiduría de Hipócrates, así como los médicos deben tratar de no causar daño a sus pacientes, los gobiernos de América Latina deben proteger la estabilidad que se ha vuelto cada vez más normal en las últimas dos décadas.

Segunda crisis

Esta es la segunda crisis mundial más importante en la que a la región no le ha ido peor que a sus pares. El éxito relativo en la lucha contra la inflación y la adopción de más políticas monetarias anticíclicas es un reflejo de los avances logrados con tanto esfuerzo en la calidad y credibilidad de la gestión macroeconómica, que ha dado lugar a una resiliencia que no existía hace una generación. Es crucial proteger esta credibilidad, especialmente en vista de que la institucionalidad de la política macroeconómica es cuestionada en algunos países.

Todo esto podría ayudar a América Latina a generar una participación renovada y más dinámica en la economía mundial. Como siempre, será un reto movilizar inversiones y conocimientos técnicos para aprovechar estas oportunidades. Sin embargo, a medida que la región busca reactivar el crecimiento, diversificar sus economías y reducir su huella ambiental, es evidente que ampliar la exposición comercial y aprovechar al máximo sus nuevas áreas de ventajas comparativas verdes son pasos cruciales para el éxito.