Poco más puede decirse sobre el desempleo en la región, pero cada vez que se presentan las cifras, impactan por el contenido social. Los porcentajes varían según la región del país, pero los dos dígitos se transformaron en los últimos meses, en una realidad nacional y no solo fronteriza. Hay diez departamentos con desempleo superior al 10%.
En el trimestre móvil entre abril y junio, Montevideo registró un desempleo de 7,3% que implican a 53.600 personas buscando trabajo, pero Río Negro –hoy a la cabeza del podio– tiene 13,4%, que involucran a 4.200 personas. Por lo tanto, deben tomarse en cuenta los guarismos relativos a la tasa de empleo y de actividad y eso tiene relación con la cantidad de habitantes. Paysandú registra 11,3% y abarca a 6.600 personas.
Ocurre que la capital del país tiene un bajo índice de desempleo y distorsiona el promedio nacional. Por lo tanto, hay una realidad nacional que las cifras no reflejan fielmente. Estas regiones tienen sus complejidades y no son realidades similares la frontera con Argentina o la frontera con Brasil. Incluso dentro de las propias fronteras hay problemáticas diversas e involucran el perfil poblacional y su peso en la informalidad.
Es por eso que Uruguay deberá enfocar su mirada por regiones porque no hay un solo Interior, sino que hay “Interiores” tan disímiles como estas realidades. Sin embargo, para las estadísticas la tendencia es mirar la globalidad del país.
La diferencia cambiaria con Argentina se profundizó con las elecciones primarias de ese país y tras una devaluación del 22%. Del otro lado, una restricción en el mercado de divisas amplía la brecha de las cotizaciones informal y oficial.
Es así que se en el litoral uruguayo se precipitaron las ventas de algunos productos y la última clara repercusión se registró en el fin de semana largo de la Noche de la Nostalgia y feriado nacional. Si más de 100.000 personas atravesaron las fronteras, entonces hablamos en torno al 3% de la población total del país. Las consecuencias mayores se padecen en el sector turístico y gastronómico, por lo que ahora el sufrimiento dejó de ser sólo fronterizo.
En Argentina, crece la cantidad de personas que tiene más de un empleo por la caída abrupta de los ingresos. El poder adquisitivo se derrumba diariamente y si bien hay dos millones de personas que tiene multiempleo, hay casi 1,5 millones que se encuentra sin trabajo. El vecino país tiene la tercera inflación más alta del mundo, llegó a 113% con una suba de los precios por encima del 6% en el último mes medido en julio pero que corresponden a casi 400% anuales. En este contexto, Uruguay registró -0,3% en julio y 4,6% de inflación anual en ese mismo período.
Los trabajadores argentinos experimentan un retroceso salarial del 20% desde hace seis años y las estadísticas alertan que el futuro no será mejor. De hecho, uno de cada cuatro empleo es asalariado registrado, el resto es informal o cuentapropista.
Cualquiera de los tres candidatos que ingrese a la Casa Rosada el 10 diciembre, sea Patricia Bullrich, Javier Milei o Sergio Massa, tendrá el difícil reto económico de encausar la inflación y dar respuesta a 22 millones de argentinos pobres –un millón más que a la mitad del año pasado– o aproximadamente la mitad de su población.
Es considerada una economía incapaz de pagar su deuda, en tanto al final de 2021 alcanzaba el 31% de su PBI. El gasto público no ha parado de subir y los candidatos no tienen miradas siquiera parecidas en cuanto a cómo encarar las reformas que se necesitan. Tampoco hay un plan de estabilización en el país, porque basta con escuchar los discursos de los candidatos y es notorio que prima lo político.
También la demanda de dinero es la pantalla más clara para ver la inflación. La población se saca de encima los pesos tan rápido como puede y es así que el Banco Central de Argentina –que tampoco tiene reservas– imprime pesos para financiar el déficit ante una inflación que tiene vida propia.
Los tres meses que faltan para las elecciones nacionales en Argentina son una verdadera incógnita. El dato real es el impacto que provoca en las economías de frontera y creer que esto lo puede arreglar un solo período de gobierno de 4 años, es una ilusión.
El próximo gobierno tendrá poco margen de maniobra, una deuda abultada y la necesidad de revertir estos desequilibrios para empezar a crecer hasta mejorar –al menos– los guarismos que atraviesan a la población, como la pobreza.
No obstante, ninguno de los tres aporta una base estable a esta situación a pesar de que, dentro de las opciones, son mayoría los liberales.
El oficialismo tiene como candidato al propio ministro de Economía, Sergio Massa, quien no ha podido solucionar la crisis y tampoco aporta cambios a lo que ya realiza la gestión de Aníbal Fernández. Bullrich se manifiesta contraria a la dolarización que predica Milei y aboga por mantener y respetar las instituciones. Algo que iría contrario al discurso del “antipolítico” que surgió en las últimas internas. Así que es de suponer que una sociedad entre ambos no tendría duración y echaría por tierra el discurso de Milei.
Las reformas de este último, muy probablemente, no tendrían respaldo en ambas cámaras y le faltaría el apoyo necesario para sus “reformas radicales”.
Así que habrá que esperar un tiempo más para ver si se encausa la economía del vecino, mejoran los guarismos que fueron agravándose conforme pasaban los últimos períodos de gobierno y se lleva a buen puerto a una región que no crece ni despega cada uno por su lado.
Por esa razón, por más que se quiten impuestos y se creen subsidios del lado uruguayo, la situación de este lado del río no va a cambiar. Y por ende, no mejorarán los índices de empleo. Y en Torre Ejecutiva, el próximo gobierno que asumirá el 1º de marzo de 2025 deberá estructurar planes por regiones para entender estos “interiores” tan variados, a pesar de lo pequeño que es el país. → Leer más