Apología del árbol

Más de uno pensará que aburro con el tema. Porque ya está todo dicho sobre el árbol, una y otra vez. Sí, es verdad. Pero también es verdad que se habla mucho, pero poco o nada se hace para remediar los problemas.

La realidad, pura y cruda, es que en esta ciudad faltan árboles, falta verde, falta oxígeno, falta conciencia ambiental, y que es necesario, urgente, que plantemos árboles en veredas y espacios sin cultivar.
Me contaba una amiga que en algunas ciudades de España plantan naranjos en las veredas. Y personalmente, he visto los naranjos en ciudades del norte argentino. Naranjos agrios, pero ofrecen sombra y el exquisito aroma de sus flores.

Recuerdo que hace unos cuantos años, en avenida Salto plantaron árboles frutales, que llegaron a fructificar. Creo que ciruelos y durazneros. No recuerdo qué fin llevaron. Siempre hubo desinterés por mucha gente y siempre hubo vándalos ocupados en destruir todo.

En Europa, me dice esta amiga que ha vivido en Italia y España, que plantan árboles en grandes tachos sin fondo, profundos, para que las raíces no se desparramen y no rompan las veredas. Una excelente idea. Se me ocurre que tal vez hayan hecho lo mismo en la vereda del antiguo Corralón, por calle Dr. De Herrera, donde he visto que plantaron árboles que dan lindas flores, como la pata de vaca brasilera.

He visto con gran pesar que el Parque París Londres está convertido en un desierto, no se ve ni la gramilla, no hay sombra en ningún lado, sólo juegos y unos pocos bancos al rayo del sol. Cortaron la mayoría de los árboles, hasta en la orilla del arroyo, que me hizo pensar en una cañadita. Eso es lo que vieron mis asombrados ojos.
¿Por qué cortaron un enorme y añoso eucaliptos? No lo abatió el temporal, no lo arrancó de cuajo, está firme, pero cortado casi a ras de tierra. ¡Ay, cómo duele la depredación!
Es excelente la idea, que se está llevando a la práctica, de plantar árboles de distintos países, árboles foráneos.

Se insiste ahora en que hay que plantar árboles nativos, que son más resistentes a las tormentas, pero, tienen un inconveniente: son de crecimiento lento, demoran demasiado en engrosar el tronco y en dar sombra. La gente que los corta para hacer leña, no repara en la necesidad de protegerlos, por ignorancia o por desinterés, no sé.

Los eucaliptos siempre fueron foráneos, pero siempre, siempre, se han usado como cortina contra los vientos y para protección del ganado. Y los fresnos tampoco son nativos.
Nunca olvidaré que en la infancia jugábamos a la sombra de frondosos paraísos. Árboles que nunca fueron nativos, pero dan sombra, perfume, madera para muebles, y sus frutos repelen insectos dañinos.

Me pregunto ¿por qué no se plantan árboles de crecimiento rápido, aunque sean foráneos, y se cuida que no rompan las veredas?
Según me enseñó hace muchos años un agrónomo, el volumen que ocupan las raíces es el mismo que ocupa la copa. Teniendo en cuenta ese detalle, habría que podarlos y analizar dónde conviene plantarlos. Algunos, como el jacarandá, necesitan mucho espacio, y son para una avenida, no para calle común.

El arte del bonsái, practicado por los japoneses, se basa, creo, en ese principio. (Hablando de bonsái, diré que no me gusta que se sacrifiquen así los árboles).
Hay gente que arranca los árboles de sus veredas, o no quiere plantar, porque le molestan las hojas secas que caen y ensucian las veredas, según ellos.
A veces han arrancado o cortado con saña algunos árboles, aduciendo que estaban pudriéndose, enfermos, aunque eran árboles que estaban fuertes.
Lo he visto en la vereda de mi casa, vinieron los podadores y lo liquidaron.

Me pregunto: ¿cuándo van a dar sombra y flores los arbolitos recién plantados en el parque? Los que peinamos canas, ¿los veremos?¿ Dentro de 10, o 20 años?
No se trata de esperar años, los necesitamos aquí y ahora, es urgente.
¿Se podría plantar frutales en las veredas? ¿O árboles con flores, de bajo porte, como los laureles? No importa si son nativos o foráneos, vivimos en un mundo globalizado.
Quiero destacar que en algunas calles de esta ciudad, hay árboles en las dos veredas, y una preciosa sombra. Asimismo, en el Barrio Chaplin, recientemente se plantaron.
Y por suerte, todavía existe gente con conciencia ambiental y buen gusto, que han plantado hermosos árboles en sus veredas.

Es urgente e impostergable: necesitamos verde, más sombra, más oxígeno. Necesitamos más árboles, en fin.

La tía Nilda