Las barbas de tu vecino

La noticia vino del lado de la cantante Emilia Mernes que, al ser entrevistada en su gira promocional en España por una periodista de Europa Press, hizo una elección que, al parecer, nadie esperaba. La periodista le preguntó sobre la actual situación política argentina y sobre los “recortes” que el presidente Javier Milei planea hacer. “Como mujer, argentina y artista, ¿cómo estás viviendo esto que se generó?”, le espetó la entrevistadora.
Mernes miró hacia donde supuestamente estaba su equipo de promoción y se escuchó la voz de uno de los asistentes que respondió: “no vamos a hablar de política”. La periodista lo entendió y la conversación siguió por otros carriles. Si eso le hubiese ocurrido a una cantante de cualquier otro país del mundo seguramente no hubiese pasado de una anécdota, pero como Mernes es argentina además de “mujer y artista”, el asunto tomó otro cariz.
Los memes arreciaron burlándose tanto de la situación como de la propia cantante. Hasta su colega Lali Espósito salió a decir que una cosa es lo que un artista hace y otra lo que es su opinión política, que incluso tiene amigos y ha tenido parejas que piensan políticamente muy distinto y que se “ha enriquecido de relacionarse con gente diferente”.
¿Lógico? Por supuesto que es lógico, lo más lógico del mundo, lo más cierto y lo más, si se tiene la cabeza suficientemente abierta, comprobable. Relacionarse solamente con la gente que piensa exactamente igual a uno es muy empobrecedor, muy limitante. El diálogo, el intercambio, el lleva y traiga de opiniones es lo que nos hace ¿humanos?, bueno capaz que eso es decir mucho, pero que nos hace ciudadanos democráticos sin duda alguna.
Pero todo esto que parece tan obvio y que de vez en cuando se repite y vuelve a repetirse, aparentemente que es algo que hay que recordar, que hay que tener presente. Y cada vez más. Una “mujer y artista” argentina que elija no hablar de política sonó rarísimo. ¿Qué tenía que hacer Mernes? ¿Posicionarse? ¿Tomar partido? ¿Criticar a Milei? ¿Alabarlo? Seguramente la elección de sus asesores fue la más acertada. Tampoco estamos hablando de una artista “comprometida” –alguna vez vamos a saber qué significa realmente eso–, sino de una cantante pop más preocupada por llegarle a los corazones jóvenes y alborotados de sus seguidores que por seguir una línea política.
Claro, en un país como Argentina, donde muchas cosas se miden con la vara de la política, elegir una posición neutral no se acepta así nomas. Hay que estar de un lado o del otro, a favor o en contra. Y en épocas de crisis todo esto se potencia. Ya pasó en Estados Unidos cuando Donald Trump peleaba su primera elección. Artistas como, por ejemplo, Madonna o Robert De Niro se posicionaron muy fuertemente en su contra. Lo insultaron de todas las maneras posibles. Del otro lado, el eterno republicano Clint Eastwood, a su manera, defendió al candidato que más adelante sería presidente. ¿Qué pasa con eso? ¿Madonna deja de ser la diva que es por decir lo que dijo? ¿De Niro baja en su categoría de actor para los votantes republicanos? ¿Eastwood ya no es el gran director y emblemática y legendaria figura del cine que es por ser votante de Trump? Obviamente no, por supuesto que no. Todos siguieron con lo suyo de la mejor manera que lo supieron hacer, que es realmente una gran manera por otra parte.
Aunque tal vez lo extraño en el caso de Mernes fue su no posicionamiento. Si hubiera dicho algo en contra o a favor del actual gobierno argentino probablemente ni Argentina ni el mundo estarían hablando de ella. Como no tomó posición y es argentina, es también una noticia.
Aquí en nuestro pequeño gran Uruguay todo esto nos sigue pareciendo un fenómeno extraño, pero ojo, cualquiera sabe que el actual clima político que vivimos no es el mismo que el de hace unos años. Nos hemos contagiado bastante de nuestros vecinos argentinos. Y con todas las cosas positivas que tienen, ya son varias las veces que elegimos contagiarnos de lo malo y no de lo bueno. Si ves las barbas de tu vecino arder… amanece más temprano, diría el Chapulín Colorado, que era colorado pero no batllista, ya que estamos.

Fabio Penas Díaz