
Una docente sanducera y sus dos nietos de 13 y 6 años sufrieron lesiones leves al protagonizar un siniestro de tránsito en el kilómetro 91 de la ruta nacional 14 de Argentina, entre Gualeguachú y Concepción del Uruguay. La familia retornaba a nuestra ciudad luego de haber pasado unos días por vacaciones de invierno en Buenos Aires y Termas de Gualeguaychú.
Miryam Hermín, profesora de Matemática, relató a EL TELEGRAFO lo sucedido. “Pasamos unos días preciosos de paseos, habíamos viajado el miércoles de la semana pasada y nos volvíamos el domingo. Al emprender el regreso pasamos por Temaikén y a eso de las 19.30 llegamos al kilómetro 91 de la ruta 14. Al ser autopista veníamos por la senda correspondiente pero por el carril de la izquierda, porque la otra tenía muchas huellas de camiones, que te mueven un poco el auto. En un momento no sé si pestañeé o bajé la cabeza por algo, pero sé que no me dormí, y cuando vuelvo a mirar hacia adelante tenía el guardarrail muy cerca. Volanteé hacia la derecha y se me fue el auto, se fue arrastrando hacia la derecha, atravesé la ruta, se fue poniendo de punta hacia el campo, donde justo había una bajada. Entonces cayó de punta y comenzó a dar vueltas, de acuerdo a como quedó el auto y la gente que sabe fuimos dando vuelta de punta y cola, porque el techo no está roto, los vidrios tampoco, las puertas no tanto, pero sí toda la parte delantera y trasera que incluso se desprendió el paragolpe. Quedamos volcados de costado, apoyada la puerta del lado del acompañante en la vegetación. Cuando paramos de dar vueltas, que no sé cuántas fueron, vi el fogonazo del airbag, que fue sin dudas lo que nos salvó”.
“Mi nieta fue la primera que habló y me preguntó ‘¿abuela estás bien?’ Y le dije que sí, pero le pregunté a ella porque le vi sangre y me dijo que estaba bien, igual que mi nieto que venía detrás. Yo no podía abrir mi puerta porque estaba trabada. Mi nieta actuó de tal manera que se sacó su cinturón y me ayudó a sacarme el mío, y después se pasó para atrás y ayudó al hermanito. Yo no lograba abrir mi puerta, que después entendí que era porque tenía la clavícula quebrada y no tenía fuerza. Ella intentaba abrir la puerta pero no podía por la fuerza, se le cerraba”, continuó contando.
En ese momento, Miryam escuchó la voz de una persona que luego supo era Alejandro Vergara, un camionero de Paso de los Libres (Corrientes) que se acercó para ayudarlos. “Nos contó después que él venía por la otra senda en dirección contraria, pero por experiencia, cuando vio que las luces del auto se perdieron supo que algo había pasado. Entonces se bajó, cruzó la ruta y cuando vio la situación paró a otra gente que venía en caravana y pidió ayuda”.
Vergara “y alguien más ayudaron a abrir la puerta para que saliera mi nieta, pero ella pidió que primero sacaran al hermanito. Lo sacaron y ella empezó a llamar a su mamá para decirle donde estábamos y lo que nos había pasado”, dijo.
“FUERON ÁNGELES”, DIJO LA SANDUCERA
“Fue un despliegue muy grande de gente que me dejó sin palabras. Incluso en un momento, mientras esperábamos por la Policía, vino uno de los señores con un sobre negro que yo tenía en el auto con el seguro y una denuncia porque me habían robado la libreta, a acercármelo para ayudarme a tener todo en mano y pronto. Yo tenía mi cédula y el pasaporte de mis nietos adelante para tenerlos a mano en el puente, y ellos me los encontraron, así como mi cartera con mucho dinero adentro, y la de mi nieta. Mi nieto perdió un champión en una de las tantas vueltas, y ellos buscaron adentro del auto y le encontraron otro par, entonces mi nieto estaba con un championcito negro y otro blanco, como anécdota de color en todo esto que pasamos”, dijo la docente.
Cuando su hija –madre de los niños– arribó al lugar, “y fue con la policía para sacar todas las pertenencias no podían abrir el baúl, y era porque estos ángeles que nos asistieron hasta tuvieron la precaución de desconectarme la batería y trancaron todo para que nadie fuera a tocar algo”.
Ya más calma y una vez en el sanatorio, “lo primero que pensé fue el agradecimiento a ellos por la empatía, la solidaridad, el respeto, la tranquilidad y la paz que me infundieron. A esas personas les debo la vida, creo que nacimos de nuevo. Mi nieta hoy (por ayer) cumple sus 14 años y celebramos también que tiene unos días de vida nueva”, dijo Miryam.
En tanto, contó que se generó una red que colaboró en dar con sus salvadores. “El camionero que nos encontró le comentó a un colega suyo uruguayo lo que pasó y le dijo que había asistido a una familia uruguaya que había tenido un accidente y que quería dar con nosotros para saber cómo estábamos. Y eso empezó a circular por las redes. Me lo pasaron y me contacté con él y me puse en procura de dar con los demás que nos ayudaron. Los etiquetaron y pude comunicarme con dos de ellos, con el amigo de otro y se fue haciendo una cadena de cosas hermosas, a pesar de todo”.
Como toda buena historia, a veces es inevitable que haya de las otras. “Lo lamentable que nos pasó fue que el auto fue llevado por la grúa del peaje desde el lugar del accidente hasta la estación de combustible más cercana, que está en el kilómetro 105. De ahí después lo tenía que levantar la grúa argentina de mi seguro para traerlo al puente. El auto –Chevrolet, matrícula IAE 9548– quedó desde la noche hasta este miércoles, que mi hija lo fue a levantar. Cuando llegó encontró que le habían robado las cuatro ruedas, neumáticos y las llantas de aleación. Cuando yo había hecho la denuncia del siniestro planteé que quería que se lo llevaran, porque podía pasar que lo desguasaran y se generaran más problemas con el seguro. Pero tenía que quedarse alguien para que la grúa lo levantara; nadie podía quedarse porque veníamos a ser asistidos a Comepa. Por eso aprovecharon y –como intuía– nos robaron”, dijo la sanducera.