Recientemente Uruguay concitó la atención del ámbito cooperativo al realizarse en Punta del Este el lanzamiento de la agenda regional 2025 del Año Internacional de las Cooperativas, proclamado por la Organización de las Naciones Unidas. En la oportunidad, autoridades del gobierno nacional y el mencionado organismo internacional presentaron esta agenda, que tiene por objetivo visibilizar al sector, promover el papel de las cooperativas en el desarrollo sostenible y reconocer su impacto en la creación de empleo y la reducción de la pobreza.
Entre los puntos más importantes, se destacan eventos con temáticas puntuales referentes a la educación cooperativa, el financiamiento y nuevos modelos asociativos y la necesidad de visibilizar el sector generando insumos para que las futuras generaciones dispongan también de esta base para proyectarse.
Esta es la segunda vez que la ONU proclama un año internacional de las cooperativas. En este sentido, la presidenta del Comité para la Promoción y el Avance de las Cooperativas (COPAC, por su sigla en inglés), Wenyan Yang, destacó el importante momento de esta resolución para que el movimiento cooperativo, los Estados miembro y la comunidad internacional fortalezcan las alianzas con miras a acelerar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con ocasión del Año Internacional de las Cooperativas 2025. “El segundo Año Internacional de las Cooperativas en 2025 sumará impulso para seguir creando conciencia sobre el modelo empresarial cooperativo y su papel en la aceleración de los ODS. También se ha propuesto una Cumbre Social Mundial en 2025. Las cooperativas tendrían la oportunidad de contribuir a generar un compromiso político y un consenso mundial sobre las estrategias para abordar los desafíos sociales en el siglo XXI para un futuro seguro y justo para todos”, agregó.
La resolución del organismo internacional también señala la necesidad de que los gobiernos nacionales apoyen las cooperativas como empresas comerciales sostenibles y exitosas mediante el fortalecimiento del ecosistema empresarial para las cooperativas, así como de revisar la legislación y los reglamentos existentes para que el entorno jurídico y reglamentario nacional sea más propicio para su creación y expansión. Además, alienta a los gobiernos a intensificar y ampliar la disponibilidad, accesibilidad y difusión de investigaciones basadas en datos empíricos sobre las operaciones y la contribución de las cooperativas, a fin de elaborar un marco estadístico para la recopilación sistemática de datos completos y desglosados.
La experiencia acumulada ha demostrado en forma suficiente la capacidad de las cooperativas para hacer contribuciones importantes para mejorar la seguridad alimentaria mundial por que también se formuló un llamamiento a los gobiernos a apoyar a las cooperativas agrícolas y alimentarias con medidas para mejorar el acceso a los mercados y al capital financiero, crear entornos propicios y fortalecer la colaboración entre las numerosas iniciativas en esta área.
En este sentido, los datos estadísticos a nivel global dan cuenta que las cooperativas no son un fenómeno marginal y han sido a lo largo del tiempo un movimiento que se ha ido expandiendo en forma sostenida desde su nacimiento en el año 1844, cuando 28 obreros tejedores del condado de Lancaster en Inglaterra crearon la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, para fabricar artículos y vender ropa y comestibles dedicando parte de la ganancias a la instrucción de los socios y sus familias.
Actualmente al menos el 12% de las personas del mundo es cooperante de cualquiera de los 3 millones de cooperativas existentes, según la Alianza Cooperativa Internacional, una de las organizaciones no gubernamentales más grandes del mundo en este sector. A su vez, las cooperativas proporcionan empleos al 10% de la población ocupada, y las 300 mayores cooperativas o mutuales del mundo generan 2.409.41 mil millones de dólares en volumen de negocios, según el Monitor Cooperativo Mundial (World Cooperative Monitor).
Uruguay, por su parte, cuenta con una larga tradición de cooperativismo, el cual además tiene una fuerte presencia en el Interior y en particular, en Paysandú. Se trata de un modelo basado en la inclusión, autogestión, solidaridad y compromiso que desempeña un rol muy importante en las posibilidades de la población en el acceso a la vivienda, el trabajo, la producción, el emprendedurismo y el consumo tanto a nivel urbano como rural.
La historia del movimiento cooperativo en nuestro país está íntimamente vinculada a su evolución histórica, existiendo esfuerzos de agrupamientos cooperativos desde fines del siglo XIX, originados en las inquietudes y necesidades de inmigrantes europeos que fundaron distinto tipo de organizaciones colectivas vinculadas fundamentalmente a la actividad laboral, así como agrupaciones de socorros mutuos. Posteriormente, a principios del siglo XX se produjo la aparición de las primeras cooperativas de ahorro y crédito: las cajas populares y cajas de crédito rural. El impulso del movimiento social católico a las primeras y de Batlle y Ordóñez a las segundas fue fundamental, a lo que debe sumarse la actividad de los sindicatos agrícolas cristianos –antecedentes de las cooperativas agropecuarias de hoy– y posteriormente la expansión del movimiento en el sector de la vivienda.
Desde entonces el cooperativismo uruguayo ha estado vinculado a los movimientos sociales, en particular a los gremios, sindicatos y organizaciones laborales. La presencia del movimiento cooperativo nacional tenido una fuerte presencia en el Interior, donde se ha conformado el 70% del total de cooperativas del país.
Los esfuerzos mancomunados del sector público y privado ha dado origen a una amplia variedad de cooperativas a lo largo y ancho del país, además de contar con el Instituto Nacional de Cooperativismo (Inacoop) encargado de la promoción de políticas públicas descentralizadas y el estímulo a las distintas formas del cooperativismo en todo el territorio nacional.
En este sentido, puede afirmarse que Uruguay ocupa un lugar destacado en la región en cuanto a la madurez de su sector cooperativo, la integración en una única confederación, la cogestión en las políticas públicas que impulsan al sector y la generación de consensos en los ámbitos político y social.
Según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la cantidad de puestos laborales se incrementó más de un 20% desde el 2020 en el sector cooperativo, que actualmente comprende a casi 30.000 uruguayos y aproximadamente 4.000 entidades cooperativas en todo el país.
Existen muchos ejemplos de cooperativas exitosas y, en general, puede afirmarse que el modelo cooperativo de nuestro país ha sido una solución importante a los obstáculos para el desarrollo, pero además ejerce el efecto de empoderar colectivamente a las personas fortaleciendo el capital social y humano de las comunidades. Sin duda que existen desafíos, entre ellos la incorporación de los más jóvenes, pero no es poca cosa contar con esta experiencia y legislación acorde que debe ser utilizada y revitalizada para que el movimiento cooperativo siga dando soluciones a los uruguayos. → Leer más