Colegio Médico del Uruguay: Atención centrada en la persona; transformación en el cuidado

En hospitales, residencias, escuelas o incluso en casa, muchas veces las personas reciben una ayuda que no tiene en cuenta quiénes son realmente. Se sigue un protocolo, se aplican reglas, se hace lo que está “indicado” … pero se olvida algo muy importante: la persona.

La atención centrada en la persona (ACP) es un enfoque que cambia esa forma de actuar. En lugar de ver a alguien como “un paciente”, “un abuelo” o “una persona con discapacidad”, la ACP ve a una persona completa, con historia, emociones, preferencias, necesidades únicas y sueños.

La ACP es un enfoque fundamental en los servicios de salud, sociales y educativos que pone en el centro de toda intervención a la persona y no a su enfermedad, diagnóstico o condición. Este paradigma representa un cambio radical frente a los modelos tradicionales, que tienden a ser jerárquicos, protocolizados y centrados en el profesional.

¿Qué es la atención centrada en la persona?

Se trata de poner a la persona en el centro de todo lo que se hace. Es escucharla de verdad, preguntarle qué quiere, cómo se siente, qué necesita, y acompañarla desde el respeto y la cercanía.
No se trata solo de tratar una enfermedad o cumplir con una tarea. Se trata de conectar, entender, y adaptar la ayuda a lo que esa persona realmente desea o valora.

La ACP reconoce la singularidad de cada individuo, sus valores, preferencias, historia de vida, cultura, emociones y autonomía. No se trata solo de brindar cuidados “humanos” o “amables”, sino de construir relaciones de respeto mutuo, corresponsabilidad y participación activa en las decisiones que afectan a la persona.

No se impone una solución “correcta” desde fuera; se construye desde dentro, dialogando con la persona, validando su voz, su experiencia y su visión del mundo.

Principios clave de la ACP

Respeto a la dignidad, valores y preferencias: La persona no es un “paciente” o “usuario” pasivo, sino alguien con derechos, deseos y una historia que debe ser considerada.
Autonomía y empoderamiento: Las decisiones se toman con la persona, no por ella. Se promueve su capacidad de elección, incluso en contextos de dependencia o deterioro cognitivo.
Relación personal y compromiso emocional: Los vínculos humanos cobran protagonismo: escuchar activamente, compartir decisiones, cuidar desde la empatía.

Individualización del cuidado: Se adaptan los apoyos a cada situación personal. No se ajusta la persona al sistema, sino el sistema a la persona.
Participación de familiares y redes de apoyo: Se reconoce el valor del entorno cercano como parte activa en el proceso de atención.

Aplicaciones en diferentes contextos

En salud: En cuidados paliativos, geriatría o salud mental, la ACP mejora la adherencia terapéutica, la satisfacción del paciente y reduce intervenciones innecesarias.
En la educación: Se adapta el proceso de aprendizaje a las necesidades, intereses y ritmos del estudiante.
En servicios sociales: Favorece la inclusión, la autodeterminación y la calidad de vida, especialmente en personas mayores o con discapacidad.

Evidencia e impacto

Estudios han demostrado que la ACP mejora los resultados clínicos, reduce la ansiedad, y disminuye la rotación de personal. También fortalece la confianza en el sistema, algo vital en contextos de vulnerabilidad.
Por ejemplo, en residencias geriátricas donde se aplica este enfoque, los residentes reportan mayor bienestar, menos uso de psicofármacos y relaciones más significativas con el personal.
Desafíos y resistencias

Pese a sus ventajas, la implementación de la ACP enfrenta obstáculos:
Cambiar culturas institucionales centradas en la rutina y la eficiencia.
Capacitar a los profesionales en habilidades relacionales, escucha activa y toma de decisiones compartidas.
Superar estructuras organizativas rígidas y métricas de productividad que ignoran lo subjetivo.

Hacia un paradigma más humano

La ACP no es una técnica, sino una filosofía. Requiere voluntad institucional, transformación cultural y tiempo para que florezca. Apuesta por un modelo más justo, humano y eficaz, que entiende que cuidar es acompañar desde la persona, no desde la norma.

Dr. Gonzalo Deleón Lagurara