Hablan nuestros mayores- Carlos Penon: una vida entre la lucha sindical y el compromiso social

Con 64 años, Carlos Ariel Penon Colombino dialogó con Pasividades en el living de su casa y repasó una vida marcada por la militancia sindical y la organización social, desde la infancia en el barrio Santa Elena hasta su rol actual en Mojupep. Afirmó sentirse “tranquilo y satisfecho”, convencido de haber hecho lo que debía y agradecido por los afectos cosechados a lo largo del camino.

Nació en Paysandú el 23 de diciembre de 1960, creció en el barrio Santa Elena y, desde muy joven encontró en la militancia sindical un camino que lo acompañó hasta la jubilación y aún hoy lo mantiene activo.

La infancia transcurrió en un barrio que todavía no tenía las comodidades de hoy. Las calles eran de tosca, las cunetas se desbordaban con la lluvia y el transporte urbano estaba lejos. Recordó que en ese tiempo las comisiones de fomento eran motor de los reclamos vecinales. “Yo llegué a ser cobrador casa por casa”, señaló, recordando las gestiones que hicieron posible que llegaran nuevas líneas de ómnibus. También participó en la construcción de la policlínica del barrio y, junto a su esposa, fue uno de los fundadores del primer CAIF. “Me acuerdo que teníamos que llevar almohadones para que los gurises se sentaran, se les cocinaba…”, contó con una sonrisa.

Los juegos de la niñez eran las bolitas, las figuritas, las pandorgas y los partidos de fútbol en terrenos baldíos. La educación la comenzó en la Escuela Nº 11, cuando todavía funcionaba en el edificio que más tarde ocupó la actual Nº 93. Posteriormente fue alumno del Liceo Piloto –hoy Liceo Nº 2– y de la UTU, donde se inclinó por la mecánica, aunque terminó egresando como tornero.
En 1980 ingresó a los talleres de AFE y, un año más tarde, comenzó a trabajar en la planta de Portland de Ancap, donde permaneció casi cuatro décadas. “Entré el 1º de junio de 1981 en la fábrica de portland y ahí estuve 38 años y medio”, resumió.

FAMILIA Y APRENDIZAJES

En 1989 se casó con Teresita Friederich, a quien había conocido años antes en la UTU. De ese matrimonio nacieron Camila y Juan Manuel. La primera falleció a los 22 años en un siniestro de tránsito, un golpe que marcó profundamente a la familia. “Tuvimos la mala suerte de perderla”, dijo con la voz apagada, pero sin perder el temple de quien aprendió a sobrellevar las adversidades. También es padre de otra hija, a la que tuvo en su juventud.

Su vínculo con la docencia fue paralelo al trabajo industrial. Hizo el profesorado de mecánica general en Montevideo y, aunque tuvo la posibilidad de dar clases en la UTU de Paysandú, renunció por convicción. “Me empecé a cuestionar si iba a agregar otra entrada para mí, cosa que me servía, pero iba a dejar a alguien sin trabajo y decidí no ir”.

MILITANCIA SINDICAL

El despertar sindical se dio en los años ochenta, en el contexto de la reorganización del movimiento obrero. “Ahí empezó mi militancia desde la reorganización, de ir a limpiar el local, que estaba todo derruido en Agraciada 2522”, recordó sobre los primeros pasos en la Federación Ancap.
Desde entonces no dejó de ocupar espacios de representación: delegado de sección, miembro del consejo de sector en la planta de Manga y luego secretario del consejo de Paysandú, cargo que asumió en 1987. Militancia que, según admite, llevaba en los genes, porque su padre fue activo dirigente de Adeyom y en su casa se hacían reuniones clandestinas durante la dictadura.

Con el tiempo formó parte de múltiples movilizaciones, debates y reclamos. También participó en discusiones sobre el sistema de seguridad social, incluyendo el proceso de desafiliación de las AFAP. Hoy continúa como dirigente del Consejo de Jubilados de la Federación Ancap.

MOJUPEP Y EL COMPROMISO ACTUAL

La jubilación no lo alejó de la militancia. En 2022, junto a un grupo de compañeros de distintos sindicatos, fundó el Movimiento de Jubilados y Pensionistas de Paysandú (Mojupep). “Éramos siete compañeros, pero había gente del Sunca, yo de la Federación Ancap, Adeyom y del Soen. Al final decidimos hacer una asociación nueva, porque entendíamos que había una cantidad de reivindicaciones que los jubilados no estaban planteando”, indicó.

El movimiento, que comenzó con apenas siete socios, cuenta hoy con más de un centenar. “La reivindicación base debe ser la mejor vida o más digna de todos los jubilados, porque entendemos que hay mucho en el debe, la soledad, los cuidados, por eso nos preocupa que el Sistema de Cuidados funcione mejor”, sintetizó.

VIDA PERSONAL Y BALANCE

A pesar de la intensa actividad sindical, Penon reconoció que nada hubiera sido posible sin el apoyo de su esposa. “Yo lo primero que tengo que hacer es un agradecimiento a mi señora, porque muchas veces esto te lleva tiempo”, expresó. Juntos disfrutan de los veranos en la playa y de las visitas a Maldonado, donde vive uno de sus hijos. “El triángulo agua, sol y tierra a nosotros nos completa”, aseguró.

Al mirar hacia atrás, dice sentirse en paz con lo vivido. “En general sí estoy tranquilo, duermo tranquilo de poder haber hecho lo que podría haber hecho. Ahora lo único que tomo es la pastilla para la presión y duermo tranquilo, porque he hecho todo lo que he podido lograr y la cantidad de afectos que he cosechado, que no es poca cosa”, subrayó.

Con 64 años, aseguró que la satisfacción no está solo en los logros sindicales o personales, sino en el reconocimiento de la gente. “Salgo a la calle y eso me llena el alma. Cuando me preguntan ‘¿cómo andás flaco?’, felizmente jubilado es la respuesta. Las cosas no pasan porque sí, creo que esta tranquilidad es haber hecho lo que había que hacer y una cosa que no es menor: no he tenido la desgracia de que me cambien de vereda porque vengo yo. Al contrario, me buscan, entonces esa es una fortaleza que uno tiene. Entonces sí, estoy tranquilo y satisfecho”, cerró.