En los últimos días, nuestro diario informó que “Jefatura de Policía estableció un listado de “medidas de seguridad” a aplicarse durante el 31º Encuentro con el Patriarca, entre el 18 y 21 venideros. Las mismas determinan la prohibición de consumo de alcohol durante la marcha, restricción en el uso de cuchillos y el impedimento total en el caso de menores de edad. La muerte de un hombre integrante de una sociedad nativista, tras el Desfile de la Ciudad de este año, ha llevado a que se extremen las medidas para evitar situaciones similares. Entre las “medidas de seguridad”, publicadas en el sitio oficial de la Asociación de Sociedades Tradicionalistas de Paysandú, se destacan la “prohibición de ingesta de alcohol durante la marcha; prohibición de expendio de alcohol en puestos no autorizados por el Municipio, con especial control a vehículos; prohibir a los locales autorizados por la Intendencia de Paysandú el expendio de bebidas en envases de vidrio; prohibición de expendio de bebidas alcohólicas a menores de edad, de acuerdo a la normativa vigente”.
La publicación de EL TELEGRAFO informaba, además, que “En cuanto a la portación de cuchillos o facones, lo establecido por la Jefatura de Policía indica la “restricción en uso de cuchillos solo como parte de la indumentaria gaucha durante la marcha, debiendo permanecer luego en los fogones” y la prohibición en el caso de menores de edad. Considerando también siniestros de tránsito de ediciones anteriores, en la que estuvieron involucrados equinos y hubo algunos que no se pudieron identificar, se determina como obligatoria la identificación “de equinos mediante numeración con pintura, asignada por la organización a cada aparcería. Los equinos no identificados serán excluidos de la marcha conjuntamente con el jinete”. Tampoco se podrá dejar caballos en la ruta, establece Jefatura de Policía. Cada sociedad nativista “deberá contar (con la debida antelación) de un predio cerrado para el descanso de los equinos, lo que deberá ser comunicado a la organización conjuntamente con los datos de la persona responsable del cuidado de los mismos en forma presencial en las diferentes paradas”. Al día siguiente, nuestro periódico dejaba constancia que “La Asociación de Sociedades Tradicionalistas de Paysandú respaldó las medidas que se aplicarán durante el Encuentro con el Patriarca entre el 18 y 21 venideros y subrayó que la mayoría ya forman parte del Reglamento de Marcha, aunque no son aplicadas plenamente. La implementación de nuevas medidas asegurará su orden, crecimiento y continuidad a largo plazo”. Este respaldo es una señal de gran importancia que deberá ir acompañado de la supervisión correspondiente.
Ante este panorama, queda claro que el Encuentro con el Patriarca ha revelado, con estos dimes y diretes en materia de tradiciones, un nuevo beneficio: permitir un debate serio, necesario, oportuno y conveniente sobre la seguridad de una de las fiestas populares más importantes del Uruguay.
El punto central de todo este tema radica en el equilibrio que lógicamente debe existir entre las tradiciones y las más elementales normas de seguridad para quienes participan de estas fiestas multitudinarias, donde debería primar el bienestar de quienes se acercan a disfrutar de un espectáculo único en todo el país. Ninguna actividad pública en el país puede soslayar o dejar de lado las más elementales normas de seguridad para los asistentes y para los animales y nadie, por más criollo que se sienta, tiene derecho a poner en peligro su vida propia y la de quienes los rodean. Mezclar grandes cantidades de bebidas alcohólicas con la presencia de armas como facones (capaces de inferir heridas mortales en caso de peleas circunstanciales) no puede ser nunca una buena idea ni tiene nada que ver con la tradición bien entendida.
Y ni siquiera se trata exclusivamente del riesgo de que se vuelva a producir un “duelo criollo”, sino que un facón puede producir gravísimas lesiones en caso de un accidente, por ejemplo al caer el jinete por la causa que sea. De hecho esto ha sucedido en innumerables oportunidades incluso durante la marcha del Encuentro con el Patriarca o en los campamentos, hechos que pocas veces trascendieron porque la fortuna quiso que no terminaran en tragedia.
Por más antiguas y respetadas que sean las tradiciones en un momento determinado, deben adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas sensibilidades sociales y no al revés. Y si una tradición mal entendida o que cause daños a personas o animales debe perderse en aras de mejores prácticas, pues que así sea.
Además, se debe tener en cuenta que, en materia de jinetes “no son todos los que están ni están todos los que son” porque para acudir a la Meseta a homenajear al más grande de los orientales, muchos asistentes “se disfrazan” de gauchos; lo que está muy bien, porque de eso se trata, de “vivir” la tradición por un momento. No estamos hablando de la persona que realmente que vive en el campo y está familiarizado con las tradiciones, enseres y tareas camperas sino con el fenómeno surgido en los últimos veinte años que algunos den a llamar como “agroboy”, esa figura icónica de la agropecuaria nacional, el cual posa de ser más gaucho que el mismísimo Martín Fierro pero que poco o nada tiene que ver con la esencia campera. Por ejemplo, y si de indumentaria tradicional estamos hablando, poco tienen que ver las actuales bombachas de campo “slim” que se han puesto de moda, muy influenciados con la visión capitalina de lo que es la vida en el campo y las influencias extranjeras, con aquellas que lucían los verdaderos gauchos que tan detalladamente retrató del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes en sus cuadros. La “Pampero” no tiene ni parecido lo que documenta la historia Patria, así como tampoco la boina que luce tan bien en los jóvenes “tradicionalistas” de la actualidad.
Así las cosas, es imposible dejar de puntualizar que las tradiciones, por más arraigadas que se encuentren y por más cultivadas que sean, deben de adecuarse a las mínimas normas de seguridad. El cuchillo verijero o el facón del gaucho puede tener sentido en las tareas de campo, para cuerear un bicho que murió lejos de la estancia, cortar un tiento o comer un asado improvisado, pero nada de eso ocurrirá en un desfile gaucho actual en medio de la ciudad o durante la Marcha. Hace 200 años también se acostumbraba a llevar un trabuco naranjero, pero ahora a nadie se le ocurriría portar uno en un encuentro tradicionalista. Si se puede sacar el trabuco de la tradición, también se puede postergar el facón.
Por eso, bienvenidas las nuevas medidas, y cabe felicitar a la Asociación de Sociedades Tradicionalistas de Paysandú que las respaldaron sin condicionamientos. Tanto la Marcha a la Meseta como los desfiles tradicionalistas y el Encuentro con el Patriarca en general han crecido mucho en el correr de los años, y concentran multitudes. No da para jugar a la “ruleta rusa” con la seguridad, porque lo que todos queremos es disfrutar de un evento maravilloso en familia, sin tener que lamentar ningún tipo de accidente.

