Si no fuera porque hace tiempo se volvió un lugar común, esta nota podría llevar el mismo título que la célebre novela de Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada. Nos referimos nada menos que al cierre de la muestra museística, del “Museo”, como se le conocía —aunque no reuniera todas las características formales para recibir tal denominación—, que funcionó en los talleres de AFE, originalmente construidos por la empresa Midland Uruguay Railway, la segunda en importancia entre las ferrocarrileras inglesas del país.
Este museo —llamémosle así— fue sostenido exclusivamente por el esfuerzo de trabajadores y jubilados ferroviarios, con el permiso de la empresa para utilizar un espacio que, de todos modos, habría permanecido vacío. Con base en su experiencia y en el conocimiento adquirido a lo largo de su vida laboral, montaron una exposición que permitía a quienes se acercaban conocer la historia del ferrocarril en Paysandú y los oficios que se desarrollaban en torno a este medio de transporte, que tuvo su edad de oro, en la que Paysandú desempeñó un papel fundamental.
Nadie puede decir que este cierre tomó por sorpresa. Al contrario, ha sido un proceso tan anunciado que deberíamos todos sonrojarnos al ver cómo lo dejamos morir.
En abril de 2022, durante la Semana de la Cerveza, dedicábamos este mismo espacio a alertar sobre la situación preocupante de los talleres, que paulatinamente fueron quedando sin personal. La crisis se profundizó tras la decisión de dejar de correr el servicio ferroviario entre las canteras y la planta de cemento de ANCAP, cuando el traslado de la materia prima pasó a realizarse en camiones. Con ello cesó también el mantenimiento de los vagones.
Simultáneamente dejaron de funcionar los servicios de pasajeros en el sur del país, cuyos coches eran mantenidos en los talleres sanduceros. Allí se disponía de pintura, carpintería, tapicería y personal especializado en los aspectos estrictamente ferroviarios, como el relleno de rodaduras y otros ajustes. Todo eso es hoy pasado, porque ha dejado de existir.
La historia del Ferrocarril Midland del Uruguay comenzó a escribirse antes de 1890, año de su inauguración. La línea se construyó simultáneamente desde Paso de los Toros hacia Paysandú y desde Paysandú hacia Salto. Los trabajos en nuestra ciudad comenzaron por el muelle propio de la empresa, un muelle ferroviario del que existen múltiples registros, con veleros atracados y en plena operación de carga y descarga. Fueron tiempos de gloria que se extinguieron en la década del 40.
Luego vino la nacionalización de todas las empresas ferroviarias, su unificación en AFE y la historia que muchos conocen: una empresa que nunca terminó de consolidarse como la solución logística que el país necesitaba. El transporte carretero de cargas y pasajeros, al ritmo en que mejoraban las rutas, la desplazó hasta el lugar marginal que hoy ocupa.
Toda esa historia fue recogida por los trabajadores y jubilados de los Talleres Paysandú de AFE, quienes —a puro costo y esfuerzo propio— construyeron esta muestra con materiales recuperados, conseguidos o donados, y compartieron su pasión por el ferrocarril con el público que se acercó una y otra vez. No siempre pudieron abrir cuando querían, porque los obstáculos estuvieron permanentemente a la orden del día.
Son los mismos trabajadores que, con su esfuerzo, recuperaron la locomotora N° 88, la antigua vaporera que luce frente a la Estación, en la plaza que ellos mismos acondicionaron en una esquina del predio, utilizando materiales en desuso. También se ocupaban de mantenerla, como lo hicieron hace pocos días, al cumplirse 15 años de su emplazamiento, para regocijo de quienes pasan por allí y se detienen a sacarse una foto junto a todo un Monumento Histórico Nacional.
Seamos justos: no digamos que nadie hizo nada por preservar este patrimonio. Los talleres fueron declarados Bien de Interés Patrimonial por la Comisión Departamental del Patrimonio Cultural, y desde la Junta Departamental también se promovieron iniciativas para establecer un mayor grado de protección. Los Talleres de AFE en Paysandú incluso despertaron interés fuera de fronteras: un equipo de la televisión francesa, que produce un programa sobre ferrocarriles del mundo, destacó el estado de conservación de las instalaciones y del equipamiento. Muchas de las máquinas son las originales que instaló la Midland y constituyen un testimonio vivo de cómo se trabajaba en plena Revolución Industrial, la primera, la de la máquina a vapor.
Hoy que el ferrocarril ha vuelto —al menos en el discurso— a ocupar un lugar en las preocupaciones de la administración estatal, este museo, los talleres, la estación y la tradición ferroviaria merecen ser considerados parte esencial de nuestra historia. Iniciativas como la muestra fotográfica realizada por estudiantes de UTU también apuntan a rescatar ese legado del olvido.
Esta mala noticia no debe achacarse, bajo ningún concepto, a los trabajadores. Muy por el contrario, debemos reprochárnosla a nosotros mismos: a todos, por no haber logrado convencer a quienes toman decisiones de que esto era algo importante y necesario de conservar.
Por lo pronto, los objetos que integran la muestra permanecerán en el lugar, lo que deja una rendija por la que aún se filtra un rayito de esperanza: que en el futuro pueda ser posible otro desenlace.
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