Solicitada

LAS COSTUMBRES
Se entienden como tales aquellos comportamientos que realizamos habitualmente. Sin premeditación. Algunas son practicadas por la generalidad de la gente de una zona o región, otras son universales y otras simplemente personales. Las costumbres de las personas se valoran como buenas cuando consiguen una mejor convivencia con el prójimo y ayudan al desarrollo personal. A eso ayuda la prolijidad, el orden, la puntualidad, la veracidad, etcétera. Y como malas aquellas que ensombrecen la relación con ese prójimo y reducen la sociabilidad. Por ejemplo, ser desordenado, desprolijo, proferir juicios o palabras hirientes, insultar, usar lo ajeno sin pedirlo, etcétera.
Las costumbres de práctica generalizada en los individuos pasan a ser sociales y se reconocen como positivas aquellas que permiten una mejor convivencia dentro de la sociedad. Como ser, saludarse, agradecer, disculparse, pedir permiso, etcétera. Por el contrario son negativas las que promueven la violencia, la intolerancia, la discriminación, el abuso, la inobservancia de normas claras de convivencia, etcétera.
Para una mejor convivencia en el desarrollo de la vida en sociedad, conviene estimular todos aquellos comportamientos que en general, tiendan a la afabilidad, al respeto y la equidad. Proteger los más débiles: niños, embarazadas, ancianos y minusválidos. Se trata de cosas simples y otras no tanto según la persona. Saludar a los vecinos. Respetarlos evitando ruidos molestos o la difusión de música a todo volumen y a cualquier hora. Arrepentirse de un mal proceder y pedir disculpas a la persona afectada. Pedir permiso para pasar o entrar a algún lugar reservado o privado. Lo mismo para usar algo ajeno que se necesite. Agradecer una ayuda o invitación, se la acepte o no. Solicitar “por favor” cuando se necesita el auxilio de otro. Respetar las normas indicadas por la señalización pública así como las dispuestas en ordenanzas, decretos y leyes, para que los derechos de unos terminen donde empiezan los derechos de los demás.
Mejorar las costumbres sería el inicio de un camino hacia la ponderación y práctica de otros valores más profundos y genuinos que lamentablemente se van desdibujando mediante la proliferación de una enseñanza mediocre llevada adelante por políticos ineptos para las funciones que les toca dirigir. Centralistas estólidos y activos agentes destructores de una cultura que nos había llevado, por su calidad, a ser referentes a nivel internacional. Dirigentes que además se inmiscuyen en áreas que están reservadas a los padres que tienen que tener libertad para elegir y dirigir la educación de sus hijos. Es prioritario rescatar aquella educación con auténticos valores, lejana de los niveles paupérrimos actuales. Las decisiones políticas imperantes nos han llevado tan bajo, que hoy estamos discutiendo una guía para la educación inicial y primaria que degenera las funciones naturales y una política deplorable que centra toda su atención en la forma en que se venda la marihuana.
La comercialización de la droga (marihuana) se ha convertido en la piedra angular de la estabilidad interna del partido de gobierno y del gobierno mismo, debido a que se amenaza con “trancar el Parlamento”. Si consideramos la opacidad de la legislación producida por este Parlamento, que lo que copia, lo copia mal y lo que produce es peor, se podría admitir que hasta sería mejor que no trabaje. Máxime teniendo en cuenta que los promotores de “trancar”, son mayoría en el gobierno y son los que más desprestigian la legislatura imponiendo olímpicamente que lo político está por encima de lo legal.
Ing. Ramón
Appratto Lorenzo