La buena nota de Uruguay en energías renovables

América Latina, y con matices en el caso de Uruguay en relación con el promedio general, es en extremo vulnerable a las crisis de la economía mundial, por su situación de subdesarrollo, problemas de primarización en las explotaciones y consecuente presión sobre los recursos naturales, pese a su enorme disponibilidad, lo que conspira contra un crecimiento sustentable y mejoras sensibles en la calidad de vida de la población en base a inversiones en condiciones de desarrollo,
Pero existe un área en el que la región, y particularmente Uruguay, se han destacado a partir del aprovechamiento de sus enormes posibilidades y ventajas naturales, como es el caso del crecimiento de las inversiones y de la potencia incorporada a través de las energías renovables.
A este respecto es pertinente traer a colación reflexiones del jefe de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ariel Yépez, quien participó esta semana en la III Reunión Ministerial de la Alianza de Energía y Clima de las Américas (ECPA, por sus siglas en inglés), celebrada en Viña del Mar.
En el encuentro, representantes de 19 países abordaron la transición hacia una matriz “limpia y eficiente”, la optimización de los combustibles fósiles, la integración energética y la apuesta por la investigación y la innovación.
Para el jerarca, los gobiernos participantes en esta cita “son conscientes” de que deberán facilitar y promover la participación del sector privado en los proyectos energéticos para así obtener la inversión necesaria, y entre los grandes desafíos para la región figuran la interconexión y el intercambio de energía, iniciativas que abaratarían los costos, para poder atender las demandas de la industria y el consumo privado de una población de América Latina que en 2050 alcanzará los 782 millones.
Un elemento positivo es que, actualmente, el 60% de la energía eléctrica de la región proviene de fuentes renovables, mientras que la tasa de acceso es del 96%, con la excepción de países rezagados como Haití, donde menos de la mitad de la población cuenta con electricidad, dentro del contexto general.
“Si se revisan otras regiones, la comparación es contundente. Latinoamérica es la región más verde del mundo, con una mayor participación de energías renovables”, destacó el representante del BID, responsable de proponer e implementar proyectos energéticos que promuevan la agenda sustentable.
Incluso Yepez subrayó el ejemplo “notable” de Uruguay, que incorporó la energía eólica para dar un giro a su producción eléctrica, así como de Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Honduras, países que han apostado por la energía solar para dotar de electricidad zonas aisladas.
El crecimiento de la inversión y disponibilidad de energía eólica en Uruguay es muy significativo y tiene notorio contraste con la tendencia que se aprecia a nivel mundial en cuanto a un mayor uso de le energía solar, aunque en ambos casos se trata de de energías que no están disponibles en un cien por ciento de su capacidad instalada al depender de las condiciones meteorológicas, horas del día y épocas del año, pero sí tienen la virtud de preservar reservas de energías convencionales. Por ejemplo, en nuestro país ahorrar agua en los embalses hidroeléctricos y llegado el caso, en otras situaciones, el uso de combustibles fósiles en las centrales térmicas.
Así, la solar fotovoltaica fue por primera vez la fuente de nuevas energías que creció con mayor rapidez en 2016, según dijo en Londres el consejero delegado de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), Fatih Birol, al calificar el dato de “excelente noticia”.
En la presentación de su informe anual “Renovables 2017”, Birol destacó que “tras valorar todas las formas de combustible –petróleo, gas, carbón, renovables– y sus implicaciones en los mercados energéticos, el centrado en las renovables arroja excelentes noticias para la industria”.
El análisis de 2016 reveló que la nueva capacidad de energía solar PV (fotovoltaica) creció en un 50% y que China fue el país al que se atribuyó casi la mitad de su expansión global.
Al señalar los puntos fundamentales del texto, Birol subrayó la rapidez con la que la energía solar PV creció el pasado año, que por primera vez superó al crecimiento del resto de fuentes energéticas.
Según el informe, las renovables representaron casi dos tercios de la nueva capacidad energética neta de todo el mundo en 2016, con casi 165 gigavatios y continuarán teniendo un sólido impacto en los próximos años.
El texto anticipó para antes de 2022 un incremento en la capacidad de energía eléctrica de un 43%.
Antes de ese año se dará, según Birol, un incremento de las renovables “de alrededor de 1.000 gigavatios, lo que equivale a alrededor de la mitad de la actual capacidad global de energía del carbón, que tardó 80 años en desarrollarse”.
En Uruguay, con varios parques eólicos ya en funcionamiento y por períodos cada vez más largos, felizmente, como parte de un esquema de generación en períodos favorables de casi un cien por ciento de energías renovables, la fotovoltaica también está creciendo auspiciosamente –aunque en menor grado que la eólica– con un perfil alentador ante la instalación de fábricas de paneles y extensión a varios lugares, por sus características, en el norte del país, donde hay mayor cantidad de horas de sol y potencia consecuente de generación.
En el medio rural, además, a pequeña escala, estas instalaciones se presentan como una alternativa accesible para modestas economías, y presentan un desarrollo alentador en nuestro país, desde que hay rincones del Uruguay rural donde es muy difícil, por los costos, llegar a pleno con la red de energía eléctrica.
Y en esta problemática, corresponde marcar que lamentablemente las inversiones en energéticos renovables, pese a los anuncios, no se han traducido en las rebajas que todos esperábamos en el costo de la electricidad de UTE, lo que sería un aporte positivo para las economías domésticas, para las empresas y para mejorar la competitividad de nuestros exportadores.
Pero también hay facetas positivas a destacar, porque precisamente en cuanto a inversión y estímulos, en las últimas horas la firma de un convenio entre UTE, el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) y Mevir, permitirá dotar de equipos solares térmicos (que convierten la energía del sol en calor) a viviendas de este programa rural, para un ahorro sustancial en electricidad.
UTE aportará en principio 300.000 dólares, y de ese total, el 75% se destinará a la adquisición de los equipos, mientras que el 25% restante pasará a ser parte del Fondo Solar Mevir.
El 75% del costo de los equipos estará subsidiado por el Fondo Solar Mevir y el 25% deberá ser devuelto por las familias en cuotas sin interés, con el pago de la factura de UTE, en este plan piloto de Solís de Mataojo que es de esperar se extienda a otras zonas del país, como se está haciendo en zonas urbanas. De esta forma, promover en forma masiva el uso de la energía solar en las viviendas y complejos en los que el calentamiento de agua influye sustancialmente en el consumo, para aliviar de esta forma la factura eléctrica y hacer un uso más racional de la energía.