Donald Trump y sus amigos del Pit-Cnt

Desde su llegada al poder en enero de este año, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido claro y honesto sobre sus intenciones proteccionistas en materia de comercio exterior. Entre otras medidas de similares características, anunció hace algunos meses que “probablemente terminará” con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o Nafta según sus siglas en inglés) con sus vecinos México y Canadá. En efecto, durante un acto celebrado en la ciudad de Phoenix, capital del Estado de Arizona, Trump expresó lo siguiente: “Debo ser honesto (…) personalmente no creo que podamos alcanzar un acuerdo, porque se han aprovechado de nosotros de mala manera. Ellos han hecho grandes negocios, los dos países pero especialmente México, que no creo que podamos alcanzar un acuerdo”.
Como ha sido señalado por varios analistas internacionales, la llegada a la Casa Blanca del candidato republicano significó dejar atrás décadas de políticas internacionalistas que llevaron adelante sus antecesores más allá del partido político al cual pertenecieron, lo que significa una renuncia a transformarse en un protagonista fundamental de la geopolítica global, tal como lo hicieron en el pasado diversos presidentes norteamericanos a través de procesos tan diversos como el acercamiento con la República Popular de China (Richard Nixon), una clara defensa de los derechos humanos (Jimmy Carter), la restauración de una agenda conservadora (Ronald Reagan) o el deshielo de las relaciones bilaterales con Cuba (Barak Obama), por citar tan sólo algunos ejemplos. Una de las figuras públicas más críticas con la política exterior del mandatario norteamericano ha sido el expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz en 1987, Oscar Arias, ya que, “con su lema de ‘volver a hacer grande a los Estados Unidos’ evidentemente va a maltratar a muchos países y va a maltratar el multilateralismo”. “Es volver al unilateralismo y querer imponer la voluntad de la Casa Blanca en muchas cosas importantes que se han creado desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.
A contramano de un mundo globalizado por la interconexión de las redes sociales, los medios de transporte y los medios de comunicación en el cual todos hechos que suceden en nuestra “aldea global” terminan afectando a países y pueblos distantes entre sí, las políticas de Donald Trump pretenden aislar a Estados Unidos del resto del mundo sin importar que para ello deba recurrir a levantar muros, abandonar organismos internacionales o castigar a las empresas estadounidenses que produzcan bienes o presten servicios fuera del territorio de ese país. Apoyado por los sectores marginales de la población blanca golpeada por el desempleo o los bajos salarios, Trump logró transformarse en el representante de quienes sentían que habían sido olvidados por los gobernantes de Washington DC mientras otros sectores de la población recibían más atención política, económica y social.
Contrariamente a lo que podría pensarse, quienes coinciden con el discurso proteccionista de Donald Trump no se encuentran en estados como Michigan, Illinois o Carolina del Norte, cuyos índices de desempleo y subempleo se encuentran entre los más altos del país. Más allá de la línea del Ecuador, y concretamente en Uruguay, la idea de un país cerrado al comercio internacional y con socios tan problemáticos como Venezuela, Cuba o Corea del Norte es defendida por varios políticos y organizaciones sociales, incluyendo al Pit-Cnt. En la misma línea, la invitación formulada del Frente Amplio para que un diplomático norcoreano visitara hace algunos meses nuestro país es una muestra de quiénes deberían ser, para esa fuerza política, nuestros países amigos. Finalmente, tal iniciativa no pudo concretarse porque el gobierno le negó la visa al diplomático involucrado, por considerar que la realización de esa visita era inoportuna mientras Uruguay integraba el Consejo de Seguridad de la ONU.
Al igual que Trump, el Pit-Cnt se ha opuesto en forma sistemática a todas y cada una de las iniciativas que se han llevado adelante en materia de apertura comercial ya sea a través de Tratados de Libre Comercio (TLC) o de cualquier otro tipo de documento que nos ponga en el mapa internacional y facilite la entrada de los bienes y servicios de origen uruguayos a mercados tan importantes como Estados Unidos, China, Chile o aquellos países que, adicionalmente, componen el  denominado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Los esfuerzos realizados por el Ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, y el propio Presidente de la República, Tabaré Vázquez para firmar esos tratados no han prosperado y su sistemático fracaso deja en claro que la política exterior de Uruguay no se diseña y ejecuta en el Palacio Santos (sede la nuestra cancillería) sino en la sede partidaria del Frente Amplio, aunque también en cierta medida siguiendo los lineamientos de los Comités de Base de la fuerza política.
La estrategia de la central sindical para transformarse en el juez de los grandes temas nacionales, aún en desmedro de quienes poseen las potestades legales para hacerlo, no es nueva ni debe llamarnos a sorpresa. En efecto, durante décadas se ha autoproclamado como la defensora de los intereses nacionales a pesar de priorizar afinidades ideológicas con países como los ya mencionados en desmedro de las reales necesidades del país y de su gente. Es bueno recordar que ni al Frente Amplio ni al Pit-Cnt les corresponde ser el decisor de temas que les corresponden a las autoridades democráticamente electas, ya que como lo expresó el canciller Nin Novoa al referirse al TLC con Chile, “el orden constitucional de estas cuestiones es que el que hace los tratados es el Poder Ejecutivo y el Parlamento es el que los aprueba o desaprueba”. Es más: el propio Nin Novoa manifestó a la prensa que si bien se le entregó al Pit-Cnt un capítulo sobre aspectos laborales del TLC con Chile, la central sindical “nunca contestó si aceptaba o no, lo hizo públicamente sin tener la delicadeza de decirnos: ‘miren, no estamos de acuerdo con esto y esto’. “Así que yo no sé cuáles son las objeciones que el Pit-Cnt hace al TLC con Chile”.
Resulta claro que tanto Trump como el Pit-Cnt proclaman ser los defensores de los trabajadores y prometen un futuro venturoso siempre y cuando nos mantengamos aislados, al costado del camino y temerosos del mundo, en lugar de aprovechar las oportunidades comerciales que nos brinda la comunidad internacional. Tal coincidencia no debería sorprendernos ya que, al fin y al cabo, sin importar las diferencias de idioma ni su ubicación geográfica, las posturas proteccionistas en materia comercial que defienden tanto Donald Trump como el Pit-Cnt han terminado por darle la razón al líder revolucionario Vladímir Ilich Uliánov (más conocido como Lenin) quien solía repetir que “los extremos se tocan”.