Desarrollo digital

En la última década América Latina ha tenido un crecimiento espectacular en el uso de Internet pero lo que ha ocurrido en Uruguay es todo un caso de estudio. Recientemente, durante el Simposio Mundial de Indicadores de Telecomunicaciones y Tecnología realizado en Túnez, la Unión Internacional de Telecomunicaciones presentó el reporte “Medición de la Sociedad de la Información 2017”, el cual ubica a Uruguay liderando por séptimo año consecutivo el desarrollo digital en América Latina.
Este nuevo índice, elaborado por las Naciones Unidas, ubica a nuestro país en el cuatril más avanzado a nivel mundial. Esto significa que nuestro pequeño país se ubica en la primera clase mundial del desarrollo digital.
El informe se elabora a partir del Índice de Desarrollo de las TIC (IDI), un compendio de 11 indicadores de acceso, uso y habilidades, en el que Uruguay se ubica en la posición 42 entre 176 países, creciendo en todas las dimensiones con respecto a la medición del año anterior y logrando un salto de 6 lugares.
Sólo seis países, entre ellos Uruguay, mejoraron más de cinco posiciones entre 2016 y 2017. Uruguay alcanza un índice de 7,16, significativamente superior a la media mundial (5,11) y regional (5,21) y cercano al promedio de los países desarrollados (7,52).
En 2007 Uruguay presentaba un índice de 3,88 y era superado en la región por Argentina y Chile. Sin embargo, en los últimos 10 años, el desarrollo digital del país ha estado orientado por una política digital continua y que ha evolucionado según las necesidades, lo cual es destacado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones en el perfil del país, en el cual se señala que “la Agenda Uruguay Digital 2020, reconoce la importancia de las TIC para el desarrollo de otros sectores, así como para la creación de una relación más directa entre los ciudadanos y el Gobierno, sin dejar atrás la importancia de las políticas digitales y la seguridad en línea”.
Uruguay mejora tres posiciones en el subíndice de acceso (del 52 al 49), cuatro lugares en el subíndice de uso (del 38 al 34) y uno en el subíndice de habilidades (del 62 al 61).
Al igual que en el año anterior, el importante aumento en las suscripciones activas a banda ancha móvil es el indicador que más impacta en el crecimiento del país en el índice (de 61% a 102% en los últimos dos años).
Otros aspectos mencionados en el reporte son las altas tasas de adopción de la banda ancha fija, en especial la fibra óptica, la mejora de la conectividad internacional con el sistema de cable submarino, y el acceso a computadores personales por todos los niños en la educación pública. Como desafíos plantean el completar la cobertura de LTE y la mejora en la velocidad de conexión.
“Uruguay ha demostrado un desarrollo notable durante la última década, especialmente en términos de acceso universal. Cerrar la brecha digital ha sido una prioridad para las autoridades de Uruguay, asegurando que la gran mayoría de los hogares tengan acceso a banda ancha. El gobierno ha hecho esfuerzos para garantizar que los grupos de bajos ingresos tengan acceso a Internet”, señala el informe. Y es verdad. Al incremento natural debido a las facilidades para acceder a dispositivos tecnológicos como celulares, computadoras de diverso tipo y tablets por parte de la población en general, se agregan políticas públicas de los últimos gobiernos nacionales que han incluido la mejora de la conectividad y el acceso a computadoras –a través del Plan Ceibal y ahora el Plan Ibirapitá que han dotado de dispositivos digitales a niños y jubilados, y a Universal Hogares que lleva 1 Giga de Internet gratis a todos hogares, si no cuentan con contrato de banda ancha– logrando una cobertura casi imposible en otros países, la cual se vio favorecida porque somos apenas algo más que tres millones de habitantes y que no hay accidentes geográficos que dificulten las instalaciones físicas. Trabajando fuertemente los conceptos de “gobierno abierto y digital” nuestro país ha desarrollado una sólida concepción administrativa relacionada con la Sociedad de la Información y la trasformación digital del Estado. Producto de ella es la denominada ley de inclusión financiera pero también los importantes avances registrados en materia de interoperabilidad entre los diferentes organismos del Estado y otros más conocidos por la ciudadanía como los trámites en línea y la historia clínica electrónica nacional.
Estos avances han llevado de la mano otros no menos importantes, tales como convertirnos en un país líder en materia de seguridad y en lo que refiere al desarrollo de software de seguridad, lo que incluye la protección de los activos nacionales de información a través de políticas de seguridad cibernética, la capacidad de respuesta a incidentes, capacitación y desarrollo del personal, y legislación, con el objetivo de ayudar a impulsar la economía nacional hacia la era de la información.
Hechos todos estos esfuerzos, es necesario atender también a la experiencia del usuario, del ciudadano que utiliza estas tecnologías en su vida cotidiana, adoptándolas en algún caso por iniciativa propia y en otros obligados por las circunstancias o la normativa vigente.
No es ninguna noticia que con toda esta batería de planes y programas Uruguay ha dado un golpe contundente a la brecha digital.
No obstante, también hay que poner atención en los factores analógicos, en particular en la educación para el uso de tecnologías digitales de forma que puedan ser utilizadas con sentido crítico y favorecer la innovación. Sólo con tecnología no se alcanza el desarrollo. Es necesario utilizarla de la forma adecuada y solo si las personas tienen acceso a las habilidades para aprovechar estas tecnologías, se podrá evitar el rezago mientras el mundo avanza.
Si se observa atentamente el reporte de la Unión Internacional de Telecomunicaciones se verá que muestra una mejora más importante en los índices correspondientes al uso y acceso a las tecnologías digitales que en el índice de habilidades digitales de quienes las utilizan. Eso implica la necesidad de disminuir la brecha informacional a través de la adquisición por parte de los ciudadanos de las habilidades necesarias para un entorno tecnológico que demanda cada vez más la realización de trámites en línea, pagos y cobros electrónicos y tantas otras cosas presentes en nuestra vida cotidiana que requieren conexión a Internet y utilizar una interfaz digital. Solo de esa manera estaremos asegurando un efectivo ejercicio de la ciudadanía digital.