Fucvam construye viviendas en Filipinas

En Filipinas existe un importante déficit habitacional y la mayoría de las familias viven en malas condiciones, agudizadas por los bajos niveles de ingresos y una demanda nacional calculada en más de 600.000 viviendas anuales. Manila, su capital, recibe un importante flujo migratorio y crecimiento urbano, proveniente del interior del país, al tiempo que registra altos niveles de hacinamiento, personas sin techo o la confluencia de grandes extensiones de asentamientos irregulares a la vera de los ríos.
Incluso los filipinos llevan adelante una práctica, que es la ocupación de los cementerios. Sin embargo, Filipinas sostiene un sólido crecimiento económico, bajos niveles de deuda, una inflación controlada y una población mayoritariamente joven, que no repercute en la mejora de la calidad de vida de sus habitantes o en una reducción de los niveles de desigualdad social. Con una población de más de 103 millones de personas en sus archipiélagos, han dejado atrás la historia del dictador Ferdinand Marcos, aunque su joven población necesita mayores fuentes de trabajo.
La compañía de información global Nielsen ubica a Filipinas como uno de los países más optimistas del mundo. Con esa mirada positiva, una delegación de cinco filipinos arribó a Uruguay en 2012 para conocer la experiencia de construcción de vivienda por ayuda mutua, que bajo el perfil del internacionalismo desarrolla la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (Fucvam).
COMPLEJOS DE MIL VIVIENDAS
El coordinador del programa de Vivienda y Hábitat de la oenegé sueca We Effect en América Latina, Gustavo González, encabezó el equipo de dirigentes que los recibió, brindó charlas y realizó recorridas por cooperativas de viviendas en Montevideo. “Esos cinco filipinos impulsan con mucha fuerza el modelo cooperativo en los sectores más humildes de la población. Es un país de más de cien millones de habitantes; de estos, 12 millones residen en Manila. Particularmente allí hay muchos asentamientos irregulares en condiciones infrahumanas”, explicó a EL TELEGRAFO. Miles de habitantes residen a la vera de los ríos en ese gran archipiélago conformado por una intensa “hidrografía interna en las islas”.
En estas circunstancias, la organización filipina comenzó a trabajar el modelo cooperativo “y conquistaron algo fundamental, que es la posibilidad de la financiación estatal para construir a través del cooperativismo de vivienda por ayuda mutua”. Pero en este rincón del sudeste asiático se manejan escalas de miles y el referente uruguayo resultó asombrado ante la magnitud de los complejos. “Hay cooperativas de 1.400 viviendas, otras de 600 y es impactante el logro de un grupo de personas que llegó a Uruguay, conoció el modelo, tomó notas y con eso impulsó este sistema”.
LLEGÓ PARA QUEDARSE
Es un país con complejidades obvias y gobernado por Rodrigo Duterte, “un gobierno muy represivo, pero sin embargo, los movimientos sociales desplegaron su lucha por conquistas tales como la vivienda”. Evaluó su visita con resultados “muy satisfactorios”, en tanto “el cooperativismo de viviendas en Filipinas llegó para quedarse y aunque tenga mayor o menor desarrollo con el tiempo, a raíz de los vaivenes políticos que ocurren en cualquier país, vemos que la semilla realmente germinó”.
El movimiento cooperativo accede a un préstamo gubernamental que incluye los materiales para la construcción y la tierra. “El primer paso fundamental es la financiación estatal. Sin eso no se puede tener una estrategia de abordaje frente al problema de la vivienda y el cooperativismo de vivienda llega a gente de muy bajos recursos”, señaló a EL TELEGRAFO.
González observó que el pueblo filipino es sumamente disciplinado y trabajador. “A ellos les dicen los ‘latinos de Asia’, porque en primera instancia fueron colonizados por España, incluso todavía manejan algunas palabras en español. Sin embargo, el idioma oficial es el inglés a partir de la compra que hizo Estados Unidos a la corona española de lo que quedaba de Filipinas y en 24 horas obligaron al pueblo a que hablara en inglés”.
Las ciudades de Cebú y San Carlos fueron afectadas en 2011 por un fuerte tifón y tsunami a la vez, que dejó miles de muertos y desaparecidos. En ambas, aún quedan familias damnificadas interesadas en la construcción de viviendas en un área periurbana rural, donde constituyeron una federación.
González anunció que un grupo de filipinos realizará una pasantía en Fucvam y otros irán a El Salvador, donde apreciarán la exportación del modelo y su asentamiento en un territorio de diferentes características. “Los modelos no se pueden replicar mecánicamente, sino que hay que respetar la idiosincrasia, cultura y la vida misma de los pueblos”, consignó.
EN EL ANILLO DE FUEGO
En Filipinas, al igual que en Centroamérica, la construcción de las viviendas debe efectuarse bajo cimentación sismo-resistente. “Filipinas se compone por 7.000 islas y la mayoría es de origen volcánico, es decir que los fenómenos naturales los afectan desde el principio de los tiempos. En las reuniones con damnificados del tifón Yolanda, escuchamos testimonios espeluznantes, como los barcos de alto calado que se estrellaban contra esos asentamientos donde vivían miles de personas”, resaltó. Asimismo, construyen en altura ante la necesidad de densificar el terreno adquirido en una ciudad polarizada como Manila. “Ni siquiera pueden pensar en construir en planta baja”, remató.