Sanduceros colaboraron con familia boliviana accidentada que quedó a la deriva en la ruta

Tener un accidente es un problema, pero que éste ocurra a miles de kilómetros de la casa y los afectos, que se sumen como condicionantes el quedar a la deriva y ser “visitados” por malvivientes, sin dudas, es más complicado. Esto precisamente le pasó a la familia Miranda, oriunda de Bolivia, que el lunes pasado se accidentó cuando el camión en que se desplazaban “mordió” la banquina de la ruta 3, en la curva conocida como “de la Virgen”, y terminó volcando sobre la faja natural. Los tres ocupantes: Marcelo Miranda de 50 años, su esposa de 38 y la pequeña hija de ambos de tan sólo 3 años no sufrieron lesiones de entidad. En tanto, parte de la carga que llevaban, compuesta por cajas de limones bolivianos que serían embarcados en Montevideo con destino a Europa, quedó esparcida sobre la vegetación.
El operativo de emergencia fue realizado en buena forma. Asistió personal de la Dirección Nacional de Tránsito, del Grupo de Respuesta Táctica, Bomberos y unidades de emergencia móviles. Hasta ahí, todo siguió el camino normal del procedimiento. Lo que la familia no se esperaba era una serie de situaciones no deseadas que les acompañaron. Al ser propietario del camión y la carga ser de otra empresa, el seguro de la carga no se hizo responsable por lo ocurrido. Además, la cobertura del camión es solo contra terceros. Por ende, el trabajador del volante debía apelar a su dinero para pagar un remolque que le levantara el camión y los arreglos necesarios para volver a rodar.
Como no podía darle rápida solución al tema vecinos de la zona les acercaron una pequeña carpa para que –al menos– tuvieran donde descansar. Ese cuadro triste, compuesto por el camión volcado, algunas pertenencias que habían podido extraer del habitáculo y la carpa armada, llamaron la atención de un sanducero que ocasionalmente cruzó por el lugar. En diálogo con EL TELEGRAFO, el colaborador que prefirió el anonimato (máxima virtud de quien es solidario) expresó que le indignó encontrarse con la familia en esa situación. Peor fue el sentimiento cuando le contaron que esa noche les habían robado mercadería, algunas herramientas y pertenencias. “Yo me quiero morir”, expresó sobre su sentir ante el hecho. “Les robaron carga, aceite y otras cosas. Estando ellos en una carpita a pocos metros, con la nenita golpeada por el accidente. No puede pasar eso, es algo de no creer. Me re calenté porque lo que queda mal acá es Paysandú. Es una vergüenza. El tipo (el camionero) qué iba a hacer. Cuando vio que le estaban robando salió a correrlos, pegó unos gritos pero nada más”, dijo en su relato.
Sobre como se acercó a la familia, el sanducero dijo que pasó por el lugar y paró a preguntarles si necesitaban algo. “Yo también soy camionero y entiendo las situaciones. Me comentó que estaban complicados porque no le venían a buscar la carga y millones de problemas con el despachante, la grúa y el seguro como a veces tenemos todos los camioneros. Yo le ofrecí que si no solucionaba, volvía al otro día y lo enderezaba para que por lo menos pudiera seguir. Vi que seguía como había quedado y nada había avanzado. Agarré mi camión, cargué la máquina, me vine con ayuda de mi hijo, un empleado que me ayuda y el mecánico, y pudimos enderezar el camión y arreglar algunas cosas. Fui con él (Miranda) hasta Caminera para aseguraros de que pudiera circular así y vamos a ver si se puede ir”.
Sobre el rodado, el sanducero dijo que está en condiciones para andar. “Lo único que tiene es que el parabrisas está un poco astillado pero ante lo que pasó habría que apelar la parte humana, la parte coherente. No le podés exigir que salga con el camión cero kilómetro de acá porque no se puede poner un parabrisas nuevo porque el marco está fuera de escuadra. No creo que le compliquen el cruce fronterizo por eso, he visto camiones con parabrisas astillados y no les ha pasado nada”, sostuvo. “Se nota en la parte estética que tuvo un accidente porque está un poco abolladito y eso. No es mucho pero se nota. Si lo mirás detalladamente si. Pero la parte de estructura le anda bien. Las luces están bien, las cubiertas están todas sanas y frena bien. Está todo impecable”, comentó.

CON EL DINERO JUSTO

Marcelo Miranda, el hombre que iba al volante del camión, comenzó la entrevista dando las gracias “a la gente del lugar que nos ha colaborado tanto. A todos ellos que Dios los bendiga”.
“Estamos armando de a poquito el camión y capaz ya podemos irnos de madrugada (por hoy). Vengo a Uruguay desde el año 1989 más o menos. Conozco bien la ruta. Pero los accidentes suceden y ya pasó, nada podemos hacer.
Nos quedamos acá con una carpita que nos han prestado esperando por algún compañero que pasara por acá y nos pudiera dar una mano, mientras no sabíamos que pasaría con el seguro”, indicó.
“Se me derramó todo el combustible. Traía 2.200 litros para cubrir la ida y vuelta. Pero ya han venido algunos paisanos amigos y me han dado 20 litros, 10 litros, o sea que ya puedo llegar a la frontera con Salto y de ahí continuar”, dijo sobre los gestos de solidaridad encontrados durante su estadía obligada en Paysandú.
Respecto al hurto, Miranda contó que pasó “como en todos los países donde hay gente buena y gente mala”. “Tengo mi perro, un ‘cuzquito’ negrito, que hace seis años viaja conmigo y es buen centinela. Ladra a cualquier ruido que siente pero yo estaba tan cansado, –las primeras noches las pasé despierto, nervioso, pensando que podría hacer porque la carga va a cuenta mía–, que no me di cuenta que andaba gente. Cuando vi sólo pude pegarles el grito pero nada más. Yo vengo con mi dinero justo como todo camionero. Apenas unos pesos para poder comer y pagar peaje. Los fletes que hacemos tampoco nos dan para hacer mucha plata, es solo para cubrir gastos, pagar impuestos y comer”, comentó.
La familia salió hacia Uruguay el miércoles de la semana pasada desde la zona oriente boliviana. “Cargamos limones para dejar en Montevideo. Luego tendría que volver y cargar en Santa Fe, Argentina, y dirigirme hacia Cochabamba (ubicada al centro del país). Nos atrasamos un poco ahora con todo esto”, dijo. A pesar de lo sucedido, Marcelo y su familia son optimistas en que prontamente estarán en su casa nuevamente.