Los retos para el que sigue

Perú vive momentos políticamente complicados. Un país que parecía haber encaminado su rumbo a ese nivel, acompañado de una economía que años atrás había crecido de forma significativa, ahora se encuentra empantanado y deberá recomenzar en varias aspectos, no solo en el cambio de mando en la presidencia.
Martín Vizcarra asumió como nuevo presidente peruano con el desafío de acabar con la crisis política y reactivar la economía, luego de que el Congreso aceptara oficialmente –el mismo día– la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, quien se alejó de ese cargo por casos de corrupción y compra de votos.
La renuncia de Kuczynski deja a Vizcarra el doble reto de conformar un gobierno de unidad para superar la inestabilidad política e impulsar las finanzas. En un país polarizado en el que unos reclaman elecciones anticipadas y otros exigen que agote el mandato hasta julio de 2021, Vizcarra, un hombre pragmático, tendrá que hacer malabarismos para lidiar con un Congreso dominado por el partido de Keiko Fujimori, victoriosa de esta crisis, que llevó a Kuczynski a renunciar el miércoles pasado.
La única fortaleza del exembajador de su país en Canadá es que no está salpicado por escándalos de corrupción ni tiene afiliación política. “Esto puede permitirle tender puentes, algo que no debería ser imposible para un ingeniero civil ligado al sector de la construcción”, asegura un análisis de la AFP.
El primer desafío para Vizcarra será conformar un gabinete “de ancha base, de unidad nacional” en el que no deberían participar los ministros que acompañaron a Kuczynski, para no ser “percibido como un gobierno continuista”, comenta el analista político Mirko Lauer. “Lo clave es que se arrope en el centro político, que abandonó a Kuczynski en la última hora”, añade Lauer, agregando que Vizcarra podría apelar a su condición de político provinciano para convocar a figuras de distintas regiones de Perú.
El otro desafío para Vizcarra es entenderse bien con el Congreso para evitar los enfrentamientos, como le ocurrió a Kuczynski, resalta Lauer. En ese sentido, los analistas no descartan que incorpore a gente cercana a los principales partidos, como la fujimorista Fuerza Popular (primera fuerza política del país) o el socialdemócrata partido Aprista. Las dos formaciones de izquierda en el Congreso, Frente Amplio y Nuevo Perú, ya anunciaron que no formarán parte del gobierno de Vizcarra, a quien exigieron convocar a elecciones a corto plazo.
Algunos medios mencionan al legislador César Villanueva, exgobernador de la región selvática de San Martín, como eventual nuevo primer ministro. Él fue uno de los promotores de la renuncia o destitución de Kuczynski. El exgobernador de la sureña región minera de Moquegua, se ubica en el centro del espacio ideológico desde que incursionó en política hace una década.
Al mismo tiempo, está el reto de impulsar el crecimiento y controlar el déficit fiscal, que supera el 3% del PBI y la creciente deuda externa. “Perú no puede estar tres años con un déficit fiscal de ese margen, que el gobierno lo financia con deuda externa”, advierte el economista Guido Pennano, exministro de Industrias, tras subrayar que en los 600 días que duró el gobierno de Kuczynski “nos hemos endeudado de manera exagerada”.
La deuda externa pública de Perú bordea los 32.000 millones de dólares, frente a los 22.000 millones que registraba en 2011, cuando comenzó el gobierno de Ollanta Humala. Vizcarra tiene la mesa servida para reactivar la economía, aprovechando el alza de precios de las materias primas, según Pennano.
“Destrabar la economía debe ser prioritario ahora que los precios de las materias primas vuelven a ser favorables”, dice el economista. Perú es uno de los principales productores de cobre, oro y plata. Esta nación es para los organismos multilaterales una de las economías estrella de la región y sus indicadores macro están entre los más sólidos de América Latina. Sin embargo, creció solo 2,5% en 2017 frente al 3,9% de 2016 y el 8,7% de 2010.
La debacle de Kuczynski comenzó cuando legisladores de la oposición lo acusaron de mentir para ocultar sus vínculos con Odebrecht S. A., la constructora brasileña que se encuentra en el centro de una investigación de corrupción y sobornos en todo el continente, conocida como Lava Jato. El partido del ahora expresidente también ha sido señalado por recibir de Odebrecht donaciones para la campaña electoral. Más tarde, Kuczynski, de 79 años, ganó algunos nuevos aliados después de indultar al expresidente Alberto Fujimori, tras la votación del 21 de diciembre en la que Kuczynski evitó por poco el impeachment. A cambio, Kuczynski indultó a Fujimori (1990-2000), que cumplía 25 años de cárcel por corrupción y crímenes de lesa humanidad.
Y la presión contra Kuczynski creció en los días previos a su renuncia, tras la divulgación de un video que muestra a Kenji Fujimori intentando convencer a otros parlamentarios de que apoyen a Kuczynski con la promesa de obras públicas en sus distritos.
El apoyo de Kenji, justamente, evitó la destitución del presidente peruano en diciembre. Pero el miércoles pasado ya no hubo margen para zafar. Y los peruanos deberán ahora sortear esta situación y mirar hacia adelante. Por el bien de Perú y de la región.