El Montevideo Macondo

“¿Cómo les va? Qué bien…Un gusto de verte”, –con beso y caricias incluidas– fue la respuesta de la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, ante la pregunta de una periodista de Canal 12, sobre el aumento de la cantidad de personas en situación de calle. Fue al finalizar una conferencia de prensa que, en forma conjunta, realizaran la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, Mariella Mazzotti, la presidenta del INAU, Marisa Lindner y Arismendi.
Algunos integrantes de los medios de comunicación presentes intentaron consultar sobre otros temas a la titular del Instituto del Niño y el Adolescente. Ante esa situación, intervino la secretaria de Estado, quien se interpuso para evitar el diálogo y a partir de allí, Lindner ya no quiso responder. Seguidamente, la consulta fue directamente a la ministra con la respuesta del principio.
De acuerdo al último censo del Mides –hecho hace dos años– fueron relevadas 1.274 personas en situación de calle en Montevideo. De ese total, 670 estaban en refugios y 353 pernoctaban en las calles. En el Interior, se registraron 251 personas en situación de calle, de los cuales 167 eran usuarios de refugios y 84 se encontraban en las calles. Los varones alcanzaban el 73% de esa población en situación de calle y un alto porcentaje tenía adicciones a las drogas, principalmente pasta base y alcohol. La edad media de los asistentes a los refugios rondaba 40 años de edad y el 60% del total proviene de una institucionalización en cárceles, según la subsecretaria Ana Olivera.
El intendente de Montevideo, Daniel Martínez, envió una carta al presidente Tabaré Vázquez, donde se mostró preocupado por la cantidad de personas en esta situación. Según dijo en conferencia de prensa, la misiva tuvo el objetivo de “sensibilizarlo” y elevar, además, la preocupación de los vecinos. El jefe comunal capitalino aseguró que “busca sumarse a las políticas nacionales”. Sin embargo, la Intendencia trabaja junto al Mides en el Programa Intercalle, y ese parece ser el ámbito adecuado para plantear algunas propuestas que maneja.
Después aclaró que la nota enviada al mandatario no significaba una crítica al Mides, sino un planteo transmitido por vecinos de varios barrios. De hecho, las intendencias tienen, entre sus potestades, el cuidado de los espacios públicos de cada departamento y la participación como gobernantes en la solución de otras problemáticas sociales, “si bien es un área de la que no somos responsables”, aclaró.
Aunque resaltó la tarea del Mides, reconoció “un crecimiento notorio” y “una situación que no es digna para quienes duermen en la calle como condiciones de vida, y tampoco buena para los vecinos”. Y apretó un poco más la llaga: “le quise plantear este tema al presidente por dos aspectos. Por un lado, por el respeto a la condición humana y la sensibilidad ante gente que no vive en las mejores condiciones: a la intemperie, con la lluvia y el frío. Pero también en relación a la molestia en cuanto al espacio público. Hay vecinos que plantean algunas preocupaciones”.
Si bien la Intendencia de Montevideo “no quiere ser protagonista de nada”, sino “sumarse a las políticas nacionales”, expuso el tema en los medios pero desconocemos si lo elevó a Intercalles o al Mides, como encargado de las políticas sociales. Es que el planteo de uno de los principales precandidatos que tiene el Frente Amplio para las elecciones de 2019 aparece en momentos de polémica, cuando un padre con su hijo concurrió al Mides a solicitar una ayuda.
Y aunque Olivera explique que el 70% de las personas en situación de calle tienen ingresos “y en algunos casos tienen ingresos que les podrían permitir estar en otro lugar pero las patologías psiquiátricas asociadas le impiden el buen manejo de los ingresos que tienen”, o que la mayor visibilidad no se debe a un incremento, sino a un cambio en “la manera de estar en la calle”, lo que plantea Martínez trasciende las aclaraciones técnicas. Están en la calle y de ahí hay que sacarlos porque, además, responde a un “planteo” –por no decir quejas– de los vecinos.
Mientras la subsecretaria continúa con su explicación de la existencia de “agrupamientos” que otorgan una mayor visibilidad, mientras que antes las personas dormían “aisladas en las calles”, el jefe comunal se refiere a “la molestia en cuanto al espacio público”. Y cuando Arismendi decía que la acumulación de sillones en la calle, contribuía a formar “miniasentamientos”, pasaba por encima del fino entramado social creado para su ministerio y delegaba en la responsabilidad ciudadana el aumento de las personas que pernoctaban en las calles. Aunque es cierto que la vereda no es el lugar para desechar los muebles en desuso, tampoco es responsabilidad de alguien que descarta un sofá, que otro decida transformarlo en su refugio.
De última, parece innegable que en 13 años de gobiernos progresistas aumente la cantidad de personas en situación de calle y el desempleo. O que se pierdan más de 22.000 puestos de trabajo, si se toma en cuenta la situación coyuntural de la economía regional que estuvo varios años a favor de Uruguay.
Porque las situaciones de convivencia problemática se viven a diario en la capital del país, que es la puerta de entrada de una nación y el punto de comparación con su idiosincrasia, formas de vida y nivel cultural de sus habitantes.
Nada queda fuera de las observaciones, porque todo ocurre a plena luz del día en los espacios comunes, que unos pocos se apropian porque no tienen adónde ir. Ni tampoco desean vivir basados en pautas ni reglamentos, como se establecen en los refugios. Por eso hay casos irrecuperables, más allá del discurso de los “derechos” que le asisten a vivir en un sillón.
A ratos, Montevideo parece Macondo para algunos gobernantes. Como un día lo definió su mentor, Gabriel García Márquez: “Por fortuna, Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver y verlo como quiere”.