La red social más exitosa del mundo, Facebook, no vive su mejor momento y cada vez más voces se alzan asegurando que se encuentra próximo a su fin. La disminución de la cantidad de usuarios, los cuestionamientos a su política de manejo de datos, la propagación de “noticias falsas” y hasta el cambio generacional de quienes usan Internet parecen erosionar el imperio fundado por Mark Zuckerberg.
Además, se encuentran los recientes casos de la firma de análisis Cambridge Analytica, que habría utilizado los datos personales de millones de usuarios de Facebook con fines políticos, y el escándalo generado sobre las injerencias rusas a través de las redes sociales en las elecciones estadounidenses de 2016. El propio Zuckerberg tuvo que acudir esta semana al Congreso de Estados Unidos para brindar explicaciones. Todo un síntoma.
Concebida como una herramienta útil para mantener el contacto en línea con amigos y familiares, la red social Facebook se ha transformado en los últimos años, derivando en un instrumento decisivo y eficaz para influir y formar la opinión del público respecto a sucesos y personalidades públicas. Ese objetivo, muchas veces, se ha asentado en la propagación de noticias que nada tienen que ver con la realidad.
Se trata de un fenómeno en aumento que parece haber colmado la paciencia de muchos usuarios de Facebook. La membresía ha bajado sensiblemente en Estados Unidos y Canadá, donde se estima que más de un millón de cuentas se han dado de baja. Asimismo, el tiempo que pasa la gente en esa red ha disminuido considerablemente, en unos 50 millones de horas por día. Una de las razones, según analistas, es que los jóvenes de entre 12 y 17 años consideran que esta red social es para “gente mayor”. Pero sin necesidad de ningún estudio sesudo, podemos asegurar que por estos lares mucho del desencanto viene por el lado tanto de las noticias falsas, como del hecho que la red social se ha transformado en un campo de batalla, donde la gente vomita cualquier disparate que se le cruce por la cabeza, sin la más mínima racionalidad ni conocimiento. Y tanta “democracia” ha terminado correteando a los moderados, los menos apasionados, los que analizan un poco más lo que se dice o se lee, por lo que de a poco va quedando una suerte de resaca, integrada por los más combativos, las falsas identidades, actores políticos o quienes tienen algún interés detrás.
“Existe riesgo real de que esto esté haciendo un grave daño a la empresa”, comentó hace poco el columnista de Newsweek, Kevin Maney, que citó una fuente de Facebook interpelada sobre el problema de las falsas noticias que circulan por la red social. Estos motivos habrían llevado a muchos a mudarse a otras redes sociales menos radicalizadas, como Snapchat o Instagram, donde pueden compartir fotografías y comentarios tranquilamente sin que se entrometa la publicidad y los temas políticos.
A principios de este año, Facebook anunció cambios en su flujo de publicaciones. El nuevo algoritmo devolvía la “esencia” a esa red social para privilegiar los contenidos de familiares y amigos, por encima de lo editorial y publicitario. Sin embargo, la medida causó una debacle en las cotizaciones de la compañía en la bolsa. Según un reporte de Reuters, las pérdidas de Facebook podrían rondar los 23.000 millones de dólares si persiste el actual comportamiento bursátil. Los grandes medios de comunicación, que vieron mermada su capacidad de penetración desde la entrada de Facebook en el escenario, también han resentido el cambio de algoritmo. A su vez, la transmisión de contenido polémico con altas dosis de violencia ha generado desconfianza en los anunciantes, que ven comprometida su reputación, añaden los expertos. Por último, el poder de adicción de Facebook no escapa de los cuestionamientos que recibe la red social. La situación ha sido criticada hasta por algunos de los creadores de la red, que consideran que “está erosionando los fundamentos de cómo la gente se comporta e interactúa”, según denunció recientemente el exvicepresidente de la compañía, Chamath Palihapitiya.
En este contexto, es que Zuckerberg compareció durante 15 horas en audiencias parlamentarias en Washington entre el martes y miércoles pasados. Allí, el mentor de Facebook defendió con ahínco el modelo económico de su empresa, a pesar de los casos probados de manipulación y mal uso de los datos personales de sus usuarios, al tiempo que admitió que la regulación de las redes sociales es “inevitable”.
“En todo el mundo, la importancia de Internet en la vida de las personas está creciendo, y creo que es inevitable que deba haber alguna regulación”, dijo el CEO y fundador de Facebook, aclarando que esto debería ser “estudiado cuidadosamente”. Antes, había asegurado a los miembros de una comisión de la Cámara de Representantes que los usuarios son responsables del contenido que publican.
“Cada vez que alguien decide publicar algo en Facebook, va al servicio de forma proactiva y elige compartir una imagen o escribir un mensaje. Cada vez, hay un control justo en ese momento”, aseguró. El empresario de 33 años, que el martes pasó cinco horas respondiendo las preguntas de los senadores, admitió esta vez, en una sesión que duró un tiempo similar, no haber protegido adecuadamente la privacidad de los usuarios y anunció controles adicionales.
Zuckerberg no deja de pedir disculpas desde la revelación del escándalo de Cambridge Analytica a mediados de marzo, que ha dañado significativamente la imagen del grupo y ha reducido su valor bursátil. Según Facebook, los datos de unos 87 millones de usuarios –incluidos los de Zuckerberg– quedaron en manos de la empresa de análisis de datos antes de que la red social comenzara a introducir restricciones en 2014. La firma británica trabajó para la campaña del candidato presidencial republicano Donald Trump en 2016. Lo que parecía que llegaba para quedarse por muchas décadas, hoy vive su peor momento. La tecnología e Internet avanzan rápido y no hay tiempo para errores garrafales.