Políticas de Estado por el auto eléctrico

En el marco de las acciones que lleva adelante UTE a efectos de promover el uso de vehículos eléctricos, el organismo presentó en las últimas horas en Paysandú a un grupo de taximetristas y personas vinculadas al transporte el alcance y posibilidades que se desprenden de las facilidades que brinda el Estado para acceder a un vehículo eléctrico.
Estas medidas incluyen subsidios impositivos y facilidades crediticias para la compra de un automóvil eléctrico, así como descuentos en la tarifa de conexión y consumo de energía, como los elementos más destacados. El ingeniero eléctrico Diego Bentancur, jefe del Proyecto de movilidad eléctrica de UTE, explicó a EL TELEGRAFO que el ente lleva ya un tiempo desarrollando acciones en movilidad eléctrica, con iniciativas que consideró de particular importancia, como el taxi eléctrico.
En este aspecto observó que “tenemos la intención de llevar la red de recargas a todo el país. Por eso hacemos contacto con diferentes actores del departamento para dar nuestro punto de vista e informar de las acciones que llevamos, y escuchar las preocupaciones locales buscando puntos en común para promover el desarrollo de la movilidad eléctrica”.
En cuanto a la inversión, que en el caso de la compra es sustancialmente mayor que la de un auto a nafta, explicó que para recuperar la inversión el vehículo debe recorrer unos 80 kilómetros diarios, y que “el ahorro comparado con el combustible fósil es del 80% en el consumo, además del menor mantenimiento, que se reduce en un 50%”.
En principio esta intención, que tiene que ver con la sustitución de un energético fósil como el petróleo, que es un recurso finito y contaminante, se vincula directamente con los avances tecnológicos en los países desarrollados, y depende de la masificación de estos vehículos a través de un abaratamiento que va de la mano precisamente de la demanda. Ello depende de las posibilidades de que la mayor producción logre incrementar sustancialmente las ventajas para el usuario, por supuesto.
En Uruguay, a partir de una flota piloto de UTE, los autos eléctricos han tenido un ingreso todavía muy incipiente en el parque automotor, de forma similar a lo que se está haciendo en otros países del mundo, con punto de partida en experiencias en naciones desarrolladas en las que se ha hecho hincapié en la racionalización del uso de combustibles fósiles como el petróleo y acciones preventivas contra la contaminación del medio ambiente, que en este caso van de la mano.
A partir de la investigación y experiencias, se ha logrado ir incorporando energías renovables en forma creciente. Una muestra de ello es palpable en Uruguay, donde se ha logrado llegar a una generación eléctrica en base a energéticos renovables muy significativa y que en determinados períodos ha llegado a ser del 100 por ciento, a partir de la hidroelectricidad, la energía eólica y la biomasa, así como la solar, como las más importantes. Pero una cosa es la disponibilidad de energía por modificación de la matriz, es decir de su origen, y otra el caso de los vehículos autoimpulsados, donde la innovación ha sido mucho más lenta, más allá de que se ha incrementado sustancialmente la eficiencia de los motores y la aerodinamia, así como los materiales de construcción.
En lo atinente a los vehículos eléctricos, hay factores que han incidido para que su incorporación recién esté tomando impulso, porque también hay aspectos culturales a tener en cuenta, además de los de infraestructura, económicos y medioambientales. Sin dudas la relación entre el costo y la duración de las baterías, así como el reabastecimiento, han sido los mayores obstáculos que se ha enfrentado.
Pero podría decirse que la incorporación del auto eléctrico parece estar cada vez más cerca, con distinto grado de acuerdo al escenario en cada país, gracias en gran medida al abaratamiento a pasos agigantados de las baterías y los sistemas de control electrónico, así como la reducción del tamaño y peso de los motores a batería. Igualmente, para lograrlo no se puede ser prescindente desde el punto de vista de las políticas de Estado, y todo indica que el punto de ingreso por lógica es el servicio público colectivo con ómnibus y taxis eléctricos, por ejemplo. En Uruguay, desde las primeras pruebas que UTE realizó con taxis eléctricos en Montevideo, la tecnología comienza a ganar adeptos entre los privados, incluyendo la inauguración en Maldonado de un local comercial para que los particulares puedan recargar las baterías de esos vehículos.
A su vez el ente energético cuenta con un punto público de recarga rápido en la inmediaciones del Palacio Legislativo, en Montevideo, además de los que tienen en sus domicilios los propietarios de los taxis que hoy circulan 100% con esa tecnología.
Hay aspectos a tener en cuenta de acuerdo al escenario actual, que naturalmente no es inamovible, pero que determina que para estos emprendimientos deba tenerse un margen de acción y de visión del riesgo para recuperación del capital que trasciende los parámetros normales de un negocio.
Uno de estos aspectos es el costo de la patente anual, que debería ser muy subsidiada si lo que se pretende es convencer a los potenciales compradores de este tipo de vehículos, al menos hasta alcanzar la masa crítica de autos eléctricos que haga rentable las inversiones que se necesitan.
Por otra parte, el Sistema de Alimentación de Vehículo Eléctrico (SAVE) es equivalente a una estación de servicio para un vehículo a combustión a nafta o gasoil. La gran mayoría de los automóviles y utilitarios eléctricos pueden prescindir de este aparato porque pueden conectar su vehículo a un enchufe tipo schuko, aunque la desventaja es que el tiempo de recarga es mayor (entre 6 y 8 horas). En cambio, el SAVE permite que la recarga de baterías se haga en un tiempo sensiblemente menor. En la Unión Europea ya se exige a nuevos edificios y casas que tengan un espacio destinado para esos aparatos.
El problema radica en los aspectos prácticos, que a su vez irían de la mano de la masificación para generar un circuito virtuoso en el sentido de que a la demanda se agregue la oferta y viceversa, haciendo que las inversiones en estaciones de recarga y la construcción de vehículos resulte rentable dentro de un plazo más o menos razonable.
En el caso de UTE un punto de partida es incorporar una primera red de recarga nacional del SAVE. La red comprende una primera etapa desde Colonia al Chuy y de puestos de recarga cada 60 kilómetros en las carreteras principales, cerca de lugares específicos como estaciones de servicio o supermercados.
Un paso interesante, sí, pero estamos lejos todavía lejos de la masificación que se requeriría, sobre todo porque es impensable que Uruguay marque rumbos en una tecnología que evoluciona en los países desarrollados, y por lo tanto es tomador de los avances logrados, ajustándolos sí a nuestra realidad, con una impronta en base a nuestras características y necesidades. Pero principio quieren las cosas, sobre todo en un país como el nuestro, que importa el cien por ciento del petróleo que consume, en el que sustituirlo por energías renovables significa ahorrar divisas y contribuir a la salud medioambiental.