Lactancia antes del parto, maximizar el consumo y calidad del forraje son fundamentales en lechería

“Si nuestro objetivo es optimizar la producción de leche de calidad, hay tres conceptos generales que a nuestro juicio siempre es bueno recordar”, subrayó en su disertación de las 46ª Jornadas Uruguayas de Buiatría la doctora Cecilia Cajarville. Así, mencionó la lactancia antes del parto, maximización del consumo y la calidad del forraje. Para la profesional, que se desempeña en el Instituto de Producción Animal de Facultad de Veterinaria y presentó en Paysandú los avances en el manejo de la alimentación de la vaca lechera para optimizar la producción y calidad de la leche, “cada lactancia se juega antes del parto”. Enfatizó a EL TELEGRAFO que “ese es el momento para favorecer la transición de la vaca y promover la salud a lo largo del ciclo de producción”.
Según Cajarville, la maximización del consumo debe ser una meta. “Hay que recordar que la acidosis subclínica y la cetosis son las enfermedades que más negativamente inciden sobre la posibilidad de alcanzar los picos de consumo. Todo esfuerzo en cuidar el rumen, y a través de ello prevenir las patologías subclínicas, será recompensado en la leche producida”. Un factor fundamental para lograr máximos consumos es la calidad del forraje. “A las mediciones tradicionales de contenido de proteína y fibra, debemos agregar otras que nos permitan valorar la digestión y fermentación de la fibra y por lo tanto sus aportes en nutrientes”.
Se debe tener en cuenta que la alimentación en la lechería “tiene efectos directos (positivos o negativos) y residuales, que se manifiestan a lo largo de toda la lactancia e incluso se arrastran hasta la siguiente. Por ello, de la planificación de la alimentación dependerá que se alcance el nivel de producción potencial de la vaca sin que se vea comprometida su salud o su reproducción”.
La alimentación de la vaca lechera siempre plantea al nutricionista “múltiples desafíos”. Sostuvo que “a la necesidad de lograr una fórmula adecuada, se suma la de contar con un control de calidad permanente de los alimentos y el agregado de que cada etapa productiva posee sus particularidades del punto de vista de la alimentación”.
“Los errores de formulación o de manejo alimenticio en lechería tienen consecuencias inmediatas, pero también llevan a lactancias poco persistentes, problemas reproductivos o comprometen futuras lactancias”, dijo la médica veterinaria.
EL PREPARTO
“Si deseamos tener lactancias largas, con picos acordes con el potencial genético y condiciones de salud en el rodeo a lo largo del ciclo productivo, debemos tener en cuenta que un manejo alimenticio adecuado comienza bastante antes del parto”, indicó en Buiatría Cajarville.
“La manipulación de la dieta en el preparto permitirá facilitar la transición entre el fin de la gestación y el inicio de lactancia. Durante el período seco, nuestro objetivo será preparar a la vaca para lograr un consumo adecuado al inicio de la lactancia, para lo que es imprescindible preparar el rumen y prevenir los desbalances metabólicos”, indicó.
Cajarville entiende que una característica del periparto “es el descenso en el consumo de materia seca (CMS), que comienza a producirse unas tres semanas antes del parto y se acentúa hacia él. Luego del parto, el CMS aumenta, aunque más lentamente que la producción de leche, dando como resultado el denominado balance energético negativo, que de ser muy acentuado puede llegar a comprometer el desempeño productivo y reproductivo de la vaca”.
Es así que la estrategia durante el preparto “consistió tradicionalmente en incrementar la oferta de nutrientes (particularmente de energía), dado que una mayor disponibilidad de nutrientes en esta etapa mejoraría la producción y el desempeño reproductivo en el posparto”. Por ejemplo, en nuestro país, Cavestany comparando vacas suplementadas con maíz o con afrechillo de trigo durante el preparto “observó que las suplementadas mejoraron la producción de leche, la condición corporal o disminuyeron el tiempo de reinicio a la actividad ovárica respecto a las que no fueron suplementadas”.
Sin embargo, algunos trabajos recientes “han demostrado que el alto consumo de energía durante el preparto se asociaría a una mayor incidencia de desbalances metabólicos en el posparto”. En este sentido, expresó que otros profesionales “reportaron que animales sometidos a una leve restricción en el consumo preparto perdieron menos estado y consumieron más materia seca en las primeras semanas posparto respecto de animales que recibieron una oferta de alimento por encima de la necesaria para cubrir sus requerimientos”.
ENSAYOS
Ante un número importante de técnicos presentes en la sala 1, citó que “en un trabajo realizado por nuestro equipo se ensayaron distintos niveles de alimentación durante cuatro semanas de preparto (cubriendo el 80, 100 o 120% de los requerimientos), utilizando la misma dieta y variando el nivel de CMS, en vacas multíparas, que luego del parto se manejaron todas juntas en situación de pastoreo”.
En este estudio, se concluyó que la limitación de un 20% el consumo preparto “no afectó el consumo de nutrientes en el posparto, pero redujo la producción de leche y sólidos, mientras que el aumento de la oferta de nutrientes preparto por encima de los requerimientos no tuvo beneficios productivos”. Los animales restringidos durante el preparto “movilizaron reservas en ese período, pero en el posparto el resultado fue opuesto. En conjunto, los resultados anteriores evidencian que, al menos en nuestras condiciones, no parece ser la restricción el camino hacia un mejor desempeño en el posparto”. De todas maneras, de acuerdo con la información existente hasta el momento, “también estaría contraindicada la sobrealimentación de las vacas durante distintos tramos del preparto, ya que esto, sobre todo en animales con excesiva condición corporal, tendría como consecuencia un menor consumo posparto, posiblemente para regular la cantidad de grasa almacenada en el tejido adiposo y consecuentemente un balance energético negativo (BEN), más marcado con una mayor movilización de reservas corporales. La consecuencia sería una mayor incidencia de enfermedades metabólicas como cetosis e hígado graso”, dijo. Además, aclaró que “no solo el estatus nutricional, sino su evolución inciden en los resultados productivos”.
MANEJO DE LACTANCIA TEMPRANA
Las tres primeras semanas posparto “representan el mayor desafío para la producción de las vacas lecheras”, de acuerdo a lo señalado en las jornadas por Cecilia Cajarville. “Cerca del 80% de las enfermedades de la lactancia se inician en este período, gran parte de ellas están vinculadas directa o indirectamente con problemas de alimentación en el período de transición. Al momento del parto, la ingestión se encuentra entre el 50 y el 70% del máximo que alcanzará en el pico de consumo”.
Así, consideró que en vacas manejadas en sistemas en confinamiento, “la energía perdida en la leche producida representa el 97% de lo que el animal logra consumir al inicio de la lactancia. Esto hace que las vacas apenas puedan llegar a satisfacer lo que eliminan en leche, quedando prácticamente sin cubrir las necesidades de mantenimiento. En nuestras condiciones de producción esto no es muy diferente, lo que se refleja en perfiles metabólicos y endócrinos desbalanceados al inicio de la lactancia”, precisó.