Más riesgos que beneficios para la región

Desde hace tiempo –más precisamente desde principios de la presente década– está primando en los países productores y exportadores de carne del Cono Sur Sudamericano, la disposición a encarar la mejor forma de coordinar las acciones para prevenir el azote de epizootias que en su momento diezmaran al ganado bovino fundamentalmente, y en otras alcanzara para afectar las perspectivas de exportación de sus productos a un mejor precio, ante la exigencia de los mercados.
Desde 2001 a la fecha, cuando el gran azote de fiebre aftosa, que fue uno de los orígenes –no el único– que precipitó la crisis que vivió nuestro país entonces, ha habido consenso en los países productores, bajo la coordinación de organismos técnicos y políticos, de actuar en forma conjunta para preservar la riqueza ganadera, en el entendido que ante la amenaza continua de focos en zonas endémicas, había que mantener el esquema de vacunación, pese a sus costos y cierta pérdida de valor de la carne.
Se trata siempre de una relación costo- beneficio, naturalmente, que se mantiene vigente hasta nuestros días, solo que en base al tiempo transcurrido hay países, como Brasil, que entienden que es pertinente dejar de vacunar para acceder a estos mercados, ante un riesgo de contagio que ha descendido.
En el marco de este escenario, precisamente, hay inquietud en nuestro país por la decisión de dejar de vacunar el ganado bovino en los estados vecinos de Rio Grande do Sul y Santa Catarina, en tanto debe tenerse en cuenta la susceptibilidad de suinos y ovinos a la enfermedad.
En este sentido, el representante de la Codesa por las Cooperativas Agrarias Federadas y que desempeña su tarea desde la Cooperativa Agraria Nacional (Copagran), e integrante de la Comisión Nacional Honoraria de Salud Animal (Conhasa), Dr. Roque Almeida, explicó a EL TELEGRAFO que ambos son estados ganaderos muy grandes, con una producción porcina muy importante, y con una destacada exportación de carne suina a todo el mundo.
Aclaró que el hecho de que dejen de vacunar los bovinos, los favorece para la comercialización de carne porcina, y evaluó a su vez que “un vecino que deje de vacunar con esa magnitud de suinos, es un buen centinela para nosotros. El cerdo es muy sensible a la aftosa y no se vacuna. Y cuando no se inocula el vacuno y se tiene una gran producción de cerdos que está lejos de nosotros pero en el entorno, como centinela a nosotros nos sirve”. A su juicio, “al dejar de vacunar Brasil” en la región sur, “nos sirve tener una especie tan sensible como el cerdo, porque de aparecer el virus nuevamente el problema sería detectado rápidamente y nos daría tiempo en Uruguay para adoptar las precauciones”.
De todas maneras, reconoció que zonas de Colombia y Venezuela “tuvieron el año pasado brotes de fiebre aftosa, por lo que hay que estar muy atento”. Más allá de estas consideraciones del técnico a tener en cuenta, nuestro país sigue en la tesitura de vacunar el ganado bovino, y desde este 15 de febrero hasta el 15 de marzo, se abre el período de vacunación contra la aftosa del ganado bovino, la que fue retomada desde la crisis de 2001-2002, cuando nuestro país había dejado de vacunar para acceder con mejores precios a mercados exigentes, y nos encontramos que quedamos impotentes ante focos de contagio desde la Argentina, lo que precipitó la crisis de nuestras exportaciones.
Mientras tanto, en contraste con los dos estados brasileños mencionados, se supo en los últimos días que Paraguay tomó la decisión de no dejar de vacunar contra la fiebre aftosa, dado que “hoy la fiebre aftosa no es una barrera paraancelaria”, según expresó al diario ABC de Asunción el presidente del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), José Carlos Martín.
Dijo que la inmunización del rodeo no se suspenderá a pesar de la decisión de Brasil en este sentido, puesto que hay presencia del virus en la región. Mencionó los casos concretos de Colombia y Venezuela, y que por lo tanto Paraguay tendrá una actitud más conservadora que Brasil. Trajo a colación que “Uruguay también fue categórico, ellos tampoco van a dejar de vacunar”.
Es decir que Brasil se corta solo, y no tanto a su cuenta y riesgo, porque se trata de una región que como tal no tiene límites ni barreras fronterizas para contener la eventual propagación del virus, y solo una vacunación sistemática y responsable puede hacer de corte para la catástrofe, aunque los cerdos centinela puedan dar algún período de respiro, llegado el caso.
Tampoco hay consenso en Brasil y en los estados involucrados, además, para dejar de vacunar en 2023, y en este sentido el presidente del Sindicato Rural de Don Pedrito, Rodrigo Coradini, confesó que no tiene certeza de que esta sea la mejor decisión: “Aquí en Rio Grande do Sul todavía es fuerte el trauma del rifle sanitario aplicado en 2000 por los focos de aftosa. Por eso es que la mayoría está en contra de dejar de vacunar contra la aftosa”.
En otra postura está el presidente del Sindicato Rural de San Gabriel, Tarso Texeira, por considerar que al dejar de vacunar Santa Catarina, y quedar libre de aftosa sin vacunación, el estado de Rio Grande do Sul quedará aislado, y fuera de mercados como Japón y Estados Unidos, entre otros perjuicios.
Y en la relación costo-beneficio, los países vecinos quedarían expuestos a lo que se dé en Brasil, si dejan de vacunar, sin olvidar los focos recurrentes que se dan por ejemplo más hacia el norte, en Colombia y Venezuela, donde los controles brillan por su ausencia.
Precisamente el estar en un subcontinente donde el Uruguay y otros países vecinos tienen a la carne como un valor preciado de exportación, resulta vital la cooperación e interrelación entre los que comparten el recurso para preservarlo y potenciarlo, porque además al no existir fronteras sanitarias un problema puntual en determinada zona puede llegar a extenderse hasta lugares recónditos, cual reguero de pólvora, como ya ha ocurrido.
Al ser la aftosa endémica, lamentablemente, el común denominador de los países que comparten el recurso es establecer reglas de juego claras y controles adecuados para evitar que se den emergencias como las que arrastraron a Uruguay a una crisis sin precedentes y que dinamitó por determinado tiempo nuestras posibilidades como exportadores de carne, y que en 2001 naturalmente no solo afectaron a nuestro país.
Los escenarios de focos episódicos reafirman la necesidad de que las redes de vigilancia en la región sigan en estado de alerta permanente, ante la fragilidad de las fronteras y la forma en que en varios países de la región se maneja la cría de animales, sin los controles y acciones protocolares correspondientes para preservar esta riqueza, con un contagio potencial siempre presente.
Ergo, el riesgo de dejar de vacunar es ostensible, y el sentido común, la experiencia, los antecedentes, la realidad, indicarían que no están dadas las condiciones para hacerlo.