Reputación manchada

Para redondear el papelón que Uruguay está haciendo respecto a la crisis en Venezuela, el gobierno decidió votar en contra de la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el ingreso de ayuda humanitaria. Al país le va a costar muchísimo recuperar la buena reputación internacional que ostentaba hasta que las administraciones de izquierda se embarraron con el chavismo.
Uruguay fue parte de los cinco países que el miércoles rechazó la resolución de la OEA acerca de la entrada de ayuda a una nación destrozada y hundida, sumida en una grave crisis económica, social y política, con un dictador –Nicolás Maduro– que reprime y socava al pueblo venezolano. Lo ruin del gobierno uruguayo está llegando a niveles superlativos, lo que sigue dejando en evidencia el vínculo turbio y alejado de la legalidad –además de ideológico– que se ha generado con Maduro y anteriormente con el difunto Hugo Chávez.
En Consejo Permanente, la OEA determinó reiterar su llamado a que se permita el ingreso de la ayuda “a fin de hacer frente a las distintas necesidades de la población, especialmente la más vulnerable”. A su vez, se acordó instar a las instituciones públicas de Venezuela “en especial las fuerzas militares y de policía” a que no tranquen el ingreso de la ayuda humanitaria.
Pero mientras los venezolanos pasan hambre, carecen de alimentos ante un gran desabastecimiento, no cuentan con medicinas básicas, los ciudadanos escapan en masa y los que quedan sufren ahora largos apagones y carecen de agua, Uruguay –representado por el embajador ante la OEA, Hugo Cayrús– rechazó el planteo del organismo continental.
La propuesta “carece de balance y por consiguiente se considera que no contribuye al objetivo propuesto de mejorar la situación del pueblo venezolano”, expresó Cayrús. También indicó que fue el texto “presentado por diversas delegaciones copatrocinadoras” lo que “hizo imposible acompañar dicha propuesta”, agregó.
Su argumento, entreverado y sin decir mucho, apuntó a que el país “se opone” a adoptar proyectos de resolución “negociados fuera de los ámbitos formales de la OEA y que se presentan ya acordados”, debido a que ese proceder “atenta contra al funcionamiento democrático de la organización”.
El representante uruguayo llamó la atención del Consejo Permanente acerca de “la utilización de prácticas de generación de consensos parciales en grupos informales o bloques que buscan acordar posturas y negociar mayorías fuera del ámbito natural de negociación”. Estas actitudes, opinó, “socavan y debilitan el rol del Consejo Permanente”.
O sea, otra cháchara uruguaya para justificar el régimen de Maduro y sus secuaces, otra oportunidad perdida para acercarse a la decencia, otra vergüenza de nuestro gobierno que deja ver lo poco que le importa el venezolano sufriente y que padece las de Caín en un contexto de hambre, muerte y opresión.
Entre los frentistas parece que está prohibido hablar de dictadura para referirse a lo que sucede en Venezuela. Es realmente sorprendente el escozor que les genera esa palabra, dictadura; es notable el drama que tienen para llamar las cosas por su nombre. El último ejemplo lo brindó el precandidato por el Frente Amplio, Daniel Martínez, en una entrevista con el diario El Observador. Evitó la palabra maldita aunque reconoció que Venezuela carece de una democracia plena. “Sin dudas la situación de Venezuela es compleja. Si alguno te dice: ‘¿Te gusta lo que está pasando en Venezuela?’ No, no me gusta. Hay compañeros dentro del FA que tienen una visión diferente, pero no, no me gusta”, dijo, en relación a que algunos dirigentes tienen una actitud “más de defensa”.
“Yo por lo menos, creo que hay situaciones que rompen los ojos. Tienen que buscarse en lo que el Frente Amplio ha hecho: garantizar la defensa de los derechos humanos y de la democracia. Por eso, la posición que tomó Uruguay con países europeos me parece correcta y la respaldo absolutamente”, aseveró.
No obstante, cuando se le señaló que en el Frente Amplio hay acuerdo en no catalogarla como una dictadura, dijo que “por la forma que se quiera salió de las urnas” pero que no se “animaría” a decir que es “una democracia plena por un montón de condiciones”.
Uruguay y los componentes del partido de gobierno, cuando no apoyan a Maduro prefieren una postura tibia, como queriendo quedar bien con Dios y con el diablo. Hay una cita bíblica del Apocalipsis en la que se refiere a los tibios, sobre que es preferible estar de un lado o del otro, el bien o el mal, en vez de ubicarse a dos aguas.
“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”, asegura el texto y que bien se puede aplicar a la postura de muchos en la vuelta que, sabiendo bien lo que pasa en Venezuela, a veces quieren dejar ver que algo aceptan de la realidad pero con mucho cuidado, no sea que se enojen allá en el Caribe y suelten todo lo que saben del nexo uruguayo-venezolano.
De cualquier modo, volviendo a lo de más arriba, la falta de humanidad por rechazar el ingreso de ayuda humanitaria decretada por la OEA no sorprende, en definitiva, pero sí avergüenza a todos los que queremos que los venezolanos empiecen a salir del foso.