Gana tiempo

Hace casi tres años un 52% de británicos votó a favor del Brexit en un referéndum, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Animados por los inconvenientes económicos del momento y la creciente inmigración, los propulsores dieron con la fórmula para ganar la votación de salirse del bloque continental. Claro, lo hicieron sin pensar en las consecuencias y en los problemas que generarían tal decisión.
Décadas de vínculos estrechos no pueden ser desatados de la noche a la mañana y se precisa más que decisiones políticas y electorales. En la actualidad, la salida británica de la UE se encuentra estancada en el Parlamento, que rechazó tres veces el Tratado de Retirada firmado por la primera ministra Theresa May con los 27 miembros de la UE en noviembre. El Reino Unido sigue buscando la puerta para marcharse y no da con la tecla.
Esta semana, la premier llamó a los diputados británicos a cooperar para alcanzar un consenso que permita a Reino Unido abandonar la UE antes de las elecciones europeas de mayo, sin agotar la prórroga hasta el 31 de octubre obtenida estos días en Bruselas, el centro del conglomerado europeo.
“Ahora debemos proseguir con nuestros esfuerzos para lograr un consenso sobre el acuerdo” de Brexit, dijo la líder conservadora en la Cámara de los Comunes, en referencia a las negociaciones en curso entre el gobierno y la oposición de izquierdas para intentar desbloquear la situación. “Así, podremos abandonar la Unión Europea con un acuerdo lo más rápidamente posible y evitar participar en las elecciones al Parlamento Europeo”, previstas del 23 al 26 de mayo, agregó.
Ya se acercó peligrosamente a la fecha límite dos veces y dos veces obtuvo un aplazamiento por unos socios europeos cada vez más impacientes y exasperados por el caos político que reina en Londres. Al término de una maratoniana cumbre en Bruselas que terminó el jueves de madrugada, la UE le concedió esta vez una prórroga del 12 de abril hasta el 31 de octubre, más larga de lo deseado por la primera ministra que había pedido tiempo hasta finales de junio. Su objetivo sigue siendo conseguir que su texto, 585 páginas que recogen los términos del divorcio entre Reino Unido y la UE, sea aprobado antes del 22 de mayo para evitar los comicios europeos. Y aunque cada vez hay más escepticismo sobre sus posibilidades de éxito, sus 27 socios europeos le acordaron que su país pueda abandonar el bloque en cuanto ratifique el acuerdo de Brexit sin tener que agotar la prórroga.
May, enfrentada al inquebrantable rechazo de los más duros euroescépticos dentro de su Partido Conservador, que ven en el Tratado de Retirada concesiones inaceptables a Bruselas, May tendió la mano hace una semana al opositor Partido Laborista en busca de un consenso. Sin embargo, las conversaciones entre los dos equipos no han dado resultado hasta ahora y comienza a temerse que no lo den. Los partidarios del Brexit se mostraron exasperados el jueves por esta nueva prolongación de una salida inicialmente fijada para el 29 de marzo de 2019.
En un trabajo de 2017 de la Universidad de la República acerca del Brexit y realizado por la Facultad de Relaciones Internacionales, hablaba de que el proceso de ruptura por parte del Reino Unido con la UE era “temporalmente muy reciente” y que por el momento no resultaba posible “lograr una comprensión total de la repercusión que el Brexit tendrá dentro del Reino Unido, así como también por fuera del mismo”. Pasados dos años de este texto, se puede afirmar lo mismo con el agregado de lo difícil que ha resultado todo el asunto.
La retirada del Reino Unido cuestiona visiones hegemónicas o mayoritarias, como esa que asegura que el mundo avanza hacia un proceso de mayor integración para derribar barreras. Sin los británicos en la UE se rompe con “la actual situación de poder, pudiendo crearse un nuevo sistema donde la hegemonía alemana es considerada como el escenario más factible, siendo esto visto con gran recelo por el resto de sus integrantes, especialmente por Francia”.
“Por otro lado, el proceso político también lo consideramos fundamental, puesto que el resultado del Brexit jugará como un elemento clave de comparación para el resto de los partidos pro/contra Unión Europea. Siendo así, que este proceso casi con seguridad marcará la clave en la que se basarán los partidos políticos europeos e internacionales en los próximos años. Por todo lo expuesto anteriormente, el Brexit es un proceso de suma importancia a nivel internacional y será primordial para la construcción y comprensión del sistema internacional en los próximos años”, concluye el estudio de la Udelar.
Es que lo que sucedió hace tres años en el Reino Unido seguirá siendo digno de estudio. En primer lugar, a nivel global muy pocos pensaban que la iniciativa del Brexit iba a ganar el referéndum. Pero venció y abrió la polémica y la turbación. Las urnas hablaron y la primera ministra May, que si fuera por ella seguiría en la Unión Europea, no tiene otra que comandar la salida, buscar la mejor forma de hacerla y calmar las aguas de los dos lados. Bruselas le brindó ahora un poco de aire para alcanzar lo inexorable: el retiro de la UE de la forma menos dolorosa posible.