Reconversión hogareña

La quema de leña genera mayor contaminación en el aire que el sector automotor y el industrial. Según datos oficiales, el 54% de los hogares uruguayos utiliza leña para calefaccionarse, la mayoría con equipos de hogar abierto que afectan la calidad del aire y la salud humana debido a la emisión de gases y material particulado.
Algunos de los resultados que más llamaron la atención de los investigadores de Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República que en 2010 realizaron un estudio de emisiones a la atmósfera fue que los domicilios uruguayos contaminan más que las industrias, el transporte y los comercios. Concretamente, las fuentes domésticas resultaron prioritarias en tres de los cinco contaminantes estudiados: las partículas en general (59% de origen doméstico), el monóxido de carbono (61% de las emisiones del país provienen de los hogares) y los compuestos orgánicos volátiles (80% de origen domiciliario). Otro dato importante fue que las tres cuartas partes de esas emisiones se generan en el interior del país.
El problema no es el uso de leña –que es una de las fuentes energéticas más eficientes, no contribuye al cambio climático ya que no es un combustible fósil sino un recurso renovable– sino la tecnología utilizada para quemarla, es decir, las estufas que no realizan la combustión a temperatura y parámetros óptimos.
Por otra parte Uruguay, por su alto índice de forestación, cuenta con la ventaja de poseer en abundancia este recurso y es por eso que en los últimos años en el marco de su política energética, ha desarrollado estrategias para incentivar la utilización de biomasa en el sector industrial. Contamos con una fuerte tradición de uso de biomasa como fuente de energía para calefacción de hogares, en generadores de vapor a nivel industrial y más recientemente, como energético para la generación eléctrica en centrales térmicas.
A nivel de hogares la leña es el combustible que ocupa el segundo lugar atrás de la energía eléctrica y ocupa casi el 35% del consumo total de energía de Uruguay. La utilización de leña como combustible tiene múltiples beneficios para el país ya que permite ahorrar importantes sumas de dinero que se deberían destinar a la importación de petróleo, genera un alto impacto positivo en la economía ya que, según datos divulgados por el Ministerio de Industria, Energía y Minería, la inversión y los costos de llegada de la madera al consumidor derrama más de 200 millones de dólares anuales en la economía nacional.
Asimismo se estima que se queman más 1.000.000 de metros cúbicos de madera por año, además de los subproductos de la industria de celulosa, que se vuelcan a la generación de energía eléctrica y aportan más de 200 MW de energía eléctrica a la red nacional. Teniendo madera en abundancia y atendiendo a la contribución hogareña a la contaminación ambiental es que el gobierno nacional ha comenzado a encaminarse hacia planes para la calefacción de hogares por biocombustibles sólidos, encontrándose actualmente en la etapa de conocimiento e intercambio sobre experiencias en este tema en países de la región, como Chile.
En este sentido, cabe mencionar que una de las líneas de acción planteadas en el Plan Nacional de Eficiencia Energética 2015-2024, establece que el 25% de los hogares que calefaccionan en con esa fuente lo hagan con estufas eficientes de alto rendimiento. Estas metas también han sido adoptadas en el marco de la Contribución Determinada a nivel Nacional al Acuerdo de París.
Se entiende que es técnicamente factible utilizar leña para calefacción sin contaminar el aire de nuestras ciudades, lo cual es posible si se logra avanzar hacia una calefacción más sustentable.
En hogares, el uso de estufas abiertas era más común hasta el año 2000, cuando, de la mano de un salto tecnológico se empezó a migrar hacia estufas de alto rendimiento, ya que la tecnología de doble y triple combustión eleva notoriamente su eficiencia.
Está comprobado que, aunque muy arraigadas como una tradición en muchos hogares, las estufas de hogar abierto son altamente ineficientes además de contaminantes ya que casi la totalidad del calor que se genera, lo liberan por la chimenea y el humo libera mucho material particulado y CO2. En concreto, en un hogar abierto cerca del 80% de la energía se pierde como humos sin quemar en una combustión incompleta por exceso de oxígeno. En tanto, una estufa de doble combustión alcanza el 68% de eficiencia y, por último una estufa o termo estufa a pellet (triple combustión) llega al 93% de eficiencia.
Según lo informado oficialmente en base a un estudio de SEG Ingeniería (2019) para calefaccionar 15 metros cuadrados en invierno durante un mes la opción más cara es el panel eléctrico común (2.131 pesos) y la más económica un acondicionador de aire split que insume 528 pesos seguido inmediatamente por una estufa de alto rendimiento con un costo mensual de 535 pesos. Alimentar por ese tiempo una estufa de leña abierta cuesta 1.338 pesos y el GLP 1.107 pesos uruguayos.
Desde este punto de vista las ventajas de utilización de equipos de calefacción más eficientes son claras en cuanto al ahorro económico para el usuario a través de la reducción del consumo de leña y la disminución de emisiones al interior de las viviendas y al medioambiente.
Experiencias como la chilena están avanzando hacia la regulación del mercado de la leña y pellet generando sistemas de monitoreo o certificaciones que aseguren la calidad necesaria de la leña para mayor eficiencia de los equipos. De avanzarse en esa línea en Uruguay –donde la calidad del aire aún es buena y está muy lejos de presentar los problemas que presentan las principales ciudades chilenas, por ejemplo– serán necesarios políticas y programas estatales para fomentar el uso de biomasa en la calefacción de hogares y edificios privados y públicos. En el caso de la población general, será necesario aportar instrumentos o estímulos financieros que motiven a las familias al recambio tecnológico mediante el uso de equipos más eficientes. Además se presenta el problema de un importante mercado informal de comercialización de leña, lo cual es un elemento que es importante atender al pensar las estrategias y cambios.
Se trata pues de un tema complejo pero presente con fuerza en la región habida cuenta de una mayor concientización y compromisos asumidos a nivel país con la calidad ambiental pero que además involucra decisiones gubernamentales y deberá lidiar con temas como el poder adquisitivo de las familias, la necesidad de incentivos estatales efectivos para la reconversión hogareña y, especialmente, prácticas culturales arraigadas que podrían incidir la rentabilidad social de tal iniciativa.