Que veinte años de negociaciones valgan la pena

Al cumplirse exactamente 20 años del inicio de las negociaciones, con sus marchas y contramarchas, con expectativas y frustraciones cuando ya muchas veces parecía que el acuerdo estaba al alcance, el Mercosur y la Unión Europea anunciaron el viernes la firma de un acuerdo de libre comercio entre ambos bloques, lo que además de la celebración que pusieron de manifiesto mandatarios de los países involucrados, plantea numerosas interrogantes que se deberán ir despejando sobre la marcha.
Y más allá de estas dos décadas de trabajosas negociaciones, el anuncio se da en momentos en que los rebrotes proteccionistas, magnificados por la política comercial que lleva adelante el presidente de Estados Unidos Donald Trump, afectan sensiblemente el mundo globalizado con pronóstico reservado sobre sus consecuencias.
Debe tenerse presente que la UE en su conjunto es ya desde hace años el segundo destino comercial del Mercosur, además del segundo destino más importante para las exportaciones de nuestro país.
Respecto a este tema la Cancillería uruguaya indicó que el capítulo comercial de este acuerdo “contempla beneficios para la oferta exportable uruguaya con destino a la UE”.
“Es el primer acuerdo de gran impacto comercial que alcanza el Mercosur con terceros. El Mercosur y la UE construyen con este acuerdo una zona de libre comercio y apuestan a la cooperación para el fomento de crecimiento económico, el empleo y las inversiones”, agregó el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Cancillería recordó además que la UE en su conjunto es el segundo destino comercial del Mercosur, además del segundo destino más importante para las exportaciones nacionales (el primero es China). Alrededor del 20% de las colocaciones uruguayas tiene ese destino, destacándose dentro de la canasta exportadora la carne bovina, la celulosa, las maderas, el arroz, los cueros, los cítricos y la miel, enumeró la cartera.
Para el Mercosur se crea en los papeles un mercado de casi 800 millones de personas, que corresponde a casi una cuarta parte de la economía mundial y alcanza a más de U$S 100.000 millones de comercio bilateral, por situarnos en el capítulo optimista en cuanto a las posibilidades que da el acuerdo a un bloque regional como el Mercosur, que desde su creación no ha signado convenios de libre comercio con ningún bloque, y ha seguido encerrado en sí mismo, sin posibilidades de una apertura real al mundo globalizado y por añadidura impidiendo acuerdos comerciales con terceros a sus países miembros.
En cuanto a los pasos siguientes, el texto será sometido a una revisión legal de estilo, para posteriormente ser firmado y remitido a los respectivos Parlamentos para su ratificación.
Ahora, la buena nueva es que por fin se ha roto la inamovilidad y superado diferencias que por momentos aparecieron como insalvables habida cuenta de los intereses en juego, sobre todo porque desde dentro de la Unión Europea –un caso concreto es Francia– persisten las presiones de los productores que ven con muy malos ojos toda posibilidad de ingreso masivo de productos competidores desde el Mercosur. Pero queda pendiente la interrogante sobre la instrumentación de este acuerdo, –que es un camino de oportunidades de ida y vuelta, sobre todo– teniendo en cuenta los antecedentes de los problemas dentro del Mercosur, que no ha sabido manejar su organicidad y que con los gobiernos progresistas funcionó como un “club de presidentes amigos”, priorizando lo político por sobre lo jurídico.
En nuestro país, el presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, Julio César Lestido, aseguró que el sector ve “con muy buenos ojos” el acuerdo firmado por la Unión Europea y el Mercosur.
“Estamos muy contentos, le damos la bienvenida a este acuerdo”, resaltó Lestido, y subrayó que desde la Cámara “siempre” pensaron que Uruguay “debe negociar” y con cuantos más bloques lo haga es “mejor”, en tanto destacó que la forma que el país tiene para crecer es mediante “más y mejor” comercio y que para lograrlo “hay que tener acuerdos”.
“Uruguay necesita abrirse por las dimensiones de su mercado”, explicó Lestido, quien agregó que con el tratado van a mejorar algunos rubros y éstos a su vez van a hacer crecer a otros. “El que exporta va a poder vender más productos, va a tener una empresa más rentable y va a poder invertir”, subrayó.
Además, puntualizó que con la firma del tratado, Uruguay va a ser “más competitivo” a la hora de ofrecer sus productos.
Desde la otra parte, los comentarios provenientes del Viejo Mundo indican que el pacto dará acceso a las empresas europeas a un mercado de 260 millones de consumidores, según señalaron fuentes comunitarias. A la vez, con su firma, la UE se reivindica como bastión del libre comercio en una época marcada por las políticas proteccionistas de Estados Unidos y China, aunque el texto debe obtener todavía el visto bueno de los estados miembro y el Parlamento Europeo, que podrían exigir cambios.
El pacto se ha sellado después de que en las últimas semanas España y Alemania le dieran un nuevo impulso para vencer las resistencias que levanta en el seno de la UE por sus posibles efectos sobre el sector agrícola. “El acuerdo presenta retos para los agricultores europeos y la Comisión está lista para ayudarles a superarlos”, ha admitido Phil Hogan, comisario de Agricultura.
El presidente francés, Emmanuel Macron, a su vez, ha estado entre los más escépticos hasta última hora, por ese motivo y por la inquietud ambiental que despierta la posibilidad de que Brasil abandone los Acuerdos de París contra la emergencia climática. Pero el líder francés ha visto en el acuerdo una forma de hacerse fuerte frente al presidente estadounidense, Donald Trump, a pesar de riesgos domésticos como el posible rechazo de los agricultores o la presión de los denominados “chalecos amarillos”.
En Europa el acuerdo firmado, sin embargo, no está exento de críticas. Más de 340 organizaciones sociales, unos setenta eurodiputados y las principales entidades agrarias se han dirigido a la Comisión Europea para que frene el acuerdo.
También hay recelos al acuerdo de algunos países de la UE. Francia, Irlanda, Bélgica y Polonia advirtieron por carta a Bruselas sobre los riesgos que el acuerdo podía entrañar para “el sector agrario y ganadero”.
Entre otros aspectos, el acuerdo permitirá a las empresas europeas superar de golpe unos 4.000 millones de dólares en aranceles, que beneficiarán sobre todo a la industria automovilística –a la que hasta ahora se imponen unas tasas del 35%–, de maquinaria (14%-20%), química (18%) o farmacéutica (14%). Pero también derriba barreras en sectores como el textil, el calzado, vinos o licores. A cambio, dará impulso a las exportaciones, que son sobre todo de productos agrícolas y ganaderos, de los países de Mercosur a Europa.
Es al fin de cuentas una buena noticia para los países pertenecientes a un bloque Mercosur anquilosado, y plantea para el Uruguay una esperanza de vigorizar la apertura comercial al mundo, en el marco de apuestas a sectores primarios siempre presentes y que presentan ventajas comparativas, como la ganadería y la agricultura, –afectadas por los aranceles pero sobre todo por nuestros costos internos exacerbados– incluyendo mejores expectativas para el sector arrocero y los apicultores, al tiempo que impondrá nuevos desafíos a sectores que tendrán que competir con productos de primera calidad con una menor protección arancelaria.