San Javier festejó 106 años, valorando su historia y abrazando el turismo

La maestra Graciela Zunín, directora de la Escuela Número 65, Juan Zorrilla de San Martín, de San Javier, fue la oradora principal del acto realizado en balneario Puerto Viejo, lugar donde desembarcaron el 27 de julio de 1913 las familias que llegaron desde Rusia junto a Basilio Lubkov. “Todos somos migrantes”, citó la docente, cuyos ancestros procedían de Ucrania y desde allí fue que planteó una reflexión teñida de subjetividad, que hizo énfasis en lo que encontraron en Uruguay aquellos rusos.
Dijo la docente que el nombre de la plaza “resume quizás en una sola palabra lo que estaba buscando este grupo de hombres, mujeres y niños, estas familias migrantes: Libertad”, y propuso en su relato hacer una dinámica de juego de roles y ser “alguno de los viajeros osados que se embarcaron en un buque a vapor, para luego de una travesía de 27 días por el océano Atlántico llegar al puerto de Montevideo”.
Las familias, que se alojaron en barracas y conventillos “donde debían cumplir cuarentena, en pésimas condiciones”, reclamaron soluciones al Poder Legislativo y encontraron eco en el legislador Alberto Espalter, que ofreció tierras de su familia en el departamento de Río Negro, las que pasaron a manos del Estado. En dos barcazas de la Armada llegaron a Puerto Viejo: “un espacio de pleno monte nativo, con un excelente puerto natural, una hermosa playa de blancas arenas. Este lugar era el paraíso para ellos”.
Zunín destacó su fortaleza, el trabajo colectivo y la inteligencia que tuvieron “para aprovechar los recursos que daba la tierra”. Destacó además que en 1914 “construyeron la primera escuela pública a la que concurrían 150 niños que no hablaban español y comenzaron a aprender sobre el país que los recibía”. También destacó su espíritu innovador, ya que “introdujeron el girasol y construyeron el primer molino aceitero del Uruguay”.
Aquellos rusos “supieron llevar a la colonia a momentos de esplendor, con una cooperativa que actuaba como un verdadero centro comercial, con un puerto que recibía barcazas para comerciar la producción local, con un molino harinero y granero repleto de producción local”. En la parte final de su relato, la maestra se enfocó en el presente. “Hoy nos encontramos en un proceso de recuperación de nuestro patrimonio cultural y de apertura hacia el turismo. Agradezco haber podido tener la oportunidad y haber sabido darme el tiempo para compartir con mis abuelos, con mis padres, con los vecinos, la escucha de anécdotas, ya que es la forma de rescatar y preservar la memoria patrimonial de este lugar”, dijo.
La directora invitó “a que abran sus sentidos, miren los hermosos atardeceres sobre el río Uruguay, escuchen el canto de las aves nativas que habitan los esteros, degusten las sabrosas comidas típicas únicas de este lugar, vivencien con movimientos las danzas rusas y criollas que saben convivir en armonía, disfruten las texturas de las producciones de nuestros artesanos, sepan apreciar los atractivos de este lugar tan particular, y sepan valorar la familia, la libertad, la valentía, la decisión, la fortaleza, el trabajo colectivo, la innovación, la resiliencia, todo aquello que fue necesario para formar este pueblo, nuestro pueblo, San Javier, nuestro pueblo con encanto, un hermoso lugar en el mundo”.
A continuación hubo un emotivo recitado a cargo de Emilio Belokón y una delegación del Municipio de Nuevo Berlín hizo entrega al alcalde Aníbal Facchín de una plaqueta conmemorativa de este aniversario. El acto contó además con la presencia del intendente departamental Oscar Terzaghi, acompañado por autoridades de la Comuna de Río Negro, así como de los diputados Constante Mendiondo y Omar Lafluf. Luego del acto dio comienzo la cabalgata de las aparecerías hasta el centro de San Javier, donde tuvieron lugar los festejos, al mediodía en el Centro Cultural Máximo Gorky y por la tarde en la plaza Libertad, donde desde la mañana funcionó la feria artesanal y una plaza de comidas que acompañó los múltiples fogones donde se hacían los pinchos de shaslik.
En la feria y en los alrededores de la plaza fue más notoria la presencia de recuerdos que tuvieron como motivo las tradicionales matrioskas y por las calles cercanas, donde se ubicaron los ómnibus que trasladaron las excursiones, los letreros ofrecían las deliciosas preparaciones que cruzaron el océano con aquellas 300 familias.