Europa se declaró en emergencia climática

La vieja Europa se convirtió el pasado jueves 28 de noviembre en el primero de los continentes en declarar que el planeta vive una “emergencia climática”, a aprobar el Parlamento Europeo una resolución en tal sentido.
Pero como en torno a este tema no hay unanimidades, la aprobación resultó con 429 votos a favor, 225 en contra y 19 abstenciones.
Esta declaración es un llamado de atención que busca que la clase política europea redoble los esfuerzos para frenar el calentamiento global, así como también pretende transmitir a quienes han levantado sus voces y salido a las calles en todo el continente –principalmente jóvenes– la idea de que su clamor ha sido escuchado.
A partir de esta declaración la Unión Europea destinará 5.000 millones de euros para la reconversión climática. También se decidió en paralelo pedir que se eleve el objetivo de reducción de emisiones de dióxido de carbono para 2030 del 40 al 55% respecto a 1990, “un paso intermedio que consideran necesario para alcanzar la neutralidad climática en 2050”, de acuerdo a la crónica de El País de Madrid.
En esa instancia también se instó a Bruselas –ciudad donde funciona la sede de la Unión– “a evaluar el impacto ambiental de cada propuesta de ley para asegurarse de que son compatibles con la meta de contener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de 1,5 grados respecto a niveles preindustriales, el límite que fija el Acuerdo de París”.
La decisión se produjo a pocos días del inicio de la cumbre del clima, que se celebrará en Madrid y en el marco de una discusión global a la que abrió las puertas el conocido como “Green new deal” (en obvia alusión al New Deal de Franklin Delano Roosvelt) que propone la ascendente dirigente demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez (también identificada popularmente por sus iniciales AOC).
El pacto que propone AOC supondría una transformación en profundidad del sistema económico estadounidense, a través de una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero, la renovación de las infraestructuras y la apuesta por la eficiencia energética. Supondría además una serie de inversiones que no tiene precedentes, tal vez desde la Segunda Guerra Mundial. Con esta iniciativa presentada como resolución en el Congreso de Estados Unidos, la legisladora ha logrado poner en el debate el futuro de la economía, el papel de la sostenibilidad y el papel del sector público en esta ecuación.
Pero de regreso a Europa, no ha estado exenta de controversia la aprobación de la “emergencia climática” –nominación que planteaba la célebre activista juvenil noruega Greta Thunberg–, en primer lugar por superficiales diferencias en la terminología, ya que había quienes, estando de acuerdo en el concepto general, preferían hablar de “urgencia”, para quitar dramatismo a ojos de la opinión pública.
Sectores más conservadores del espectro político argumentaron su negativa en que en la preocupación por el clima Europa trabaja en solitario. “Esto no sirve. China, India y EE. UU. no están haciendo nada, por lo que el esfuerzo de Europa es totalmente inútil”, alertaba el eurodiputado Pietro Fiocchi.
La discusión fue dura, pese a que en líneas generales la mayoría suscribía la necesidad de tomar medidas contra el cambio climático. Ni siquiera sectores tradicionalmente ecologistas se mostraban plenamente convencidos de la conveniencia de la declaración. El holandés Bas Eickhout señaló en las horas previas de la unión, el riesgo de que todo quede en una mera declaración.
“Será histórico si declaramos la emergencia climática, pero luego tendremos que actuar en consecuencia. Podemos declarar emergencias climáticas, pero la gente nos pide acciones, no declaraciones. Ya tenemos suficientes declaraciones vacías”, advirtió.
A pesar de las controversias del proceso de discusión, lo cierto es que Europa llegará a la cumbre de Madrid con la declaración de emergencia climática en sus manos. El peso económico de este bloque es tal que le permite sentarse a la mesa ante China y Estados Unidos y demandar acciones que vayan en el mismo sentido, que pueden ser las que propone AOC u otras, que ya iremos a ver. Pero, tal cual afirmaba el eurodiputado francés Pascal Canfin, “que Europa declare el estado de emergencia climática es simbólico”.
En tanto, mientras las potencias mundiales buscan sus acuerdos y las formas más convenientes para sus arcas de adherirse a programas globales de reducción de emisiones, por el Sur la situación se viene complicando hace ya un tiempo. Entre otras cosas hemos tenido este año los problemas de incendios en el Amazonas, que ocuparon minutos de pantalla como pocas veces y ocasionaron movilizaciones incluso en la propia Europa. Sirvieron además como excusa para que el presidente Francés Emmanuel Macron planteara su oposición al anunciado acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, que ya veremos si se llega a firmar algún día. Las costas de Brasil también recibieron ingentes cantidades de petróleo, que ocasionaron pérdidas irremediables en la biodiversidad costera y afectaron el sustento de las poblaciones de una amplia zona. Vemos cómo comunidades chilenas se manifiestan en reclamo por el acceso al agua, recurso del que se han apropiado corporaciones internacionales para emplearla en la explotación minera, para perjuicio de las poblaciones locales.
Están llegando los tiempos –tan largamente anunciados– en los que veríamos a la humanidad ya no pelear por límites o recursos energéticos, sino por el acceso a las reservas de agua.
Y ni hablar de lo que pasa en Uruguay, donde verano tras verano vemos cómo las condiciones de los cursos de agua se deterioran por la presencia de contaminante y excesos de nutrientes que –con el calor como factor favorable– producen la multiplicación de las cianobacterias. Venimos de verlo en Guichón.
Después podremos discutir la efectividad de declaraciones de emergencia y de qué tanto le llevarán el apunte al deal de Ocasio-Cortez, pero a esta altura de los acontecimientos no se puede seguir actuando como si nada ocurriera y mirando con ojos extrañados a quienes levantan la bandera de la ecología.