La nueva grieta: cacerolas contra aplausos

Diversas organizaciones sociales, encabezadas por el Pit Cnt, convocan a realizar una “caceroleada” con apagón simultáneo en la jornada de hoy. La medida de protesta contra la forma se está enfrentando la epidemia del coronavirus COVID-19 es apoyada por la llamada “Plataforma Intersocial”, una organización que nuclea a diferentes sindicatos y colectivos como la Intersocial Feminista, Fucvam, FEUU, Onajpu y el Colectivo Ovejas Negras. Por atrás, alentando a la distancia pero sin que se note demasiado, muchas personas y algunos partidos esperan una gran adhesión a esta propuesta y al silencio cómplice de algunos dirigentes políticos opositores que evitan manifestarse públicamente se suma la intolerancia de sus seguidores que convocan a la misma a través de las redes sociales.
Golpear las cacerolas es una forma de protesta utilizada en nuestro país a partir del año 1982 por votantes blancos, colorados y frenteamplistas que manifestaban su oposición contra la dictadura militar que gobernaba Uruguay. La medida de apagar las luces estaba motivada, precisamente, en la necesidad de evitar que quienes protestaban pudieran ser identificados a simple vista y sufrieran represalias por parte del gobierno dictatorial de esa época. Teniendo en cuenta el antecedente y características de la medida convocada, ¿cuál es el mensaje implícito? ¿Acaso se considera que vivimos en una dictadura, desconociendo que Luis Lacalle Pou fue electo en elecciones libres y democráticas que nadie cuestionó dentro o fuera del país? ¿A qué se debe esa virulencia para tratar de aislar al presidente y debilitarlo? ¿Acaso algunas figuras del sindicalismo tratan, como se dice habitualmente en el ámbito futbolístico, de “ganar en la Liga lo que la fuerza política que apoyaron implícitamente (léase Frente Amplio, del que son el “brazo sindical”) perdió en la cancha?”
La estrategia de quienes convocan a esta movilización no es nueva y se resume en el maquiavélico razonamiento de que, cuanto peor están las cosas, mejor es. En la misma línea, y tal como sucedió en el año 2002, cuando pidió que Uruguay declarara el “default”, Tabaré Vázquez pide una “cuarentena general”, sin pensar en las consecuencias económicas y sociales de la misma, especialmente para los trabajadores y pequeños empresarios más desvalidos que llevan las cuentas “día a día” y que sufrirían pérdidas aún más graves si la propuesta del expresidente tuviera eco en este momento. A eso se suma lo que el propio presidente Lacalle señaló con profundo sentido común y extrema claridad en conferencia de prensa: “Quien proponga seriamente el aislamiento total debe de saber o debe de estar dispuesto a aplicar las medidas que incluso pueden llevar al delito de desacato, que tiene pena de prisión. ¿Alguien en serio, con responsabilidad, está dispuesto a llevar detenido, a llevar ante un juez, ante un fiscal, a un uruguayo en cualquier lugar del país que está tratando de hacer el peso? No parar la olla de la semana, para el día. ¿En serio, eso es lo que se está proponiendo? Nosotros somos muy responsables y estamos cuidando a los uruguayos”. Quedó claro que Tabaré Vázquez, sintiendo que estaba perdiendo protagonismo político, trató de presionar al presidente Lacalle mediante la exhortación de adoptar una cuarentena general a lo cual sumó su apoyo silencioso al caceroleo y apagón programado para hoy. Con su conducta, el Dr. Tabaré Vázquez por segunda vez demuestra que “cuando las papas queman” siempre está buscando lo mejor para sí mismo sin importarle los perjuicios que se le puedan causar al país.
Lo que resulta curioso es que muchas figuras frenteamplistas han apoyado las medidas del presidente Lacalle, por lo que es fácil concluir que tan malas no deben ser. Martin Vallcorba (quien tuvo una destacada actuación en el Ministerio de Economía y Finanzas) reconoció en su cuenta de Twitter que “Las medidas económicas anunciadas por el gobierno el jueves y viernes pasado van en la dirección correcta para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales del COVID-19. Estamos ante un fenómeno muy dinámico, que seguramente requerirá nuevas medidas”. Similares expresiones de apoyo formularon los frenteamplistas Fernando Amado (exdiputado), Santiago Soto (ex subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto), Pablo Ferreri (ex subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas) o Luis Mardones (exdirector Nacional de Cultura), por citar algunos ejemplos. El economista Christian Daude (exdirector de la Asesoría Macroeconomía del Ministerio de Economía y Finanzas), por ejemplo, sostuvo que “el gobierno anunció medidas sensatas que van en la dirección correcta para atender algunas de las consecuencias económicas y sociales del COVID-19. Seguramente la situación cambiante exigirá más acciones, pero me alegra ver pragmatismo”. El mensaje de Yamandú Orsi (exintendente Departamental de Canelones) en Twitter se distancia de la actitud de Vázquez y deja en claro el camino a tomar: “Ante la duda si se debe decretar cuarentena o no, como frenteamplista y uruguayo propongo: reforcemos la actitud voluntaria, hagamos lo imposible por quedarnos en casa. Sé que lo mejor de nosotros aparece. Insistamos desde todas las filas. Sumémonos todos”. En la misma red el propio Orsi había dejado en claro su apoyo a las medidas tomadas el Presidente de la República: “¿2 países? No, uno solo. Luis Lacalle es MI presidente, más allá que integra un partido distinto al mío”.
En un momento en el cual los uruguayos habíamos empezado a tomar la costumbre iniciada por italianos y españoles de convocar a aplausos masivos en agradecimiento a los funcionarios de la salud que arriesgan su vida en la primera línea de combate contra el coronavirus, la llamada “Plataforma Intersocial” con el Pit Cnt a la cabeza se descuelga con una convocatoria que apuesta a crear y ensanchar el espíritu de “grieta” que muchos han desarrollado durante décadas y que se traduce en una división tajante, discriminatoria y llena de resentimiento entre los buenos (“nosotros”) y los malos (“ellos”). Todo aquel que no sea parte de esa forma de pensar pasa a ser despreciado y será tildado de fascista, comebostas, oligarca o rosadito, entre otras expresiones que circulan en las redes sociales, un espacio intangible donde la miseria humana alcanza niveles inimaginables. Recordemos que hasta los miembros de las Fuerzas Armadas, los mismos que ahora desarrollan tareas de apoyo a la comunidad como confeccionar tapabocas o fabricar alcohol en gel fueron calificados como “carne con ojos”.
Uruguay se encuentra, al igual que en el año 2002, en un difícil momento que requiere del esfuerzo de todas sus mujeres y de todos sus hombres. Como mencionábamos en el editorial del pasado domingo, nos enfrentamos a una crisis sanitaria, pero también a una catástrofe económica cuyos efectos serán profundos, dolorosos y duraderos. La convocatoria a un caceroleo con apagón lo único que busca es tratar de desunir a quienes debemos estar unidos. Todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas con respeto a los demás, pero esta medida de protesta es un ejemplo de mezquindad tanto de quienes la organizan como de quienes, a través de una silenciosa complicidad, buscan beneficiarse políticamente si empeora la actual situación. No es tiempo de cacerolas y de ira; es tiempo de aplausos a los trabajadores de la salud y de unión entre todos quienes habitamos este hermoso país. Porque de esta nadie saldrá indemne.