El petróleo se contagia

Parece esas historias domésticas en las que entramos en un espiral que nunca termina, cuando se rompe el calefón enseguida falla la cocina y uno trata de no mirar mucho a la heladera para que no se sume a los males. En medio de la pandemia de coronavirus que ha traído al mundo contra la cuerdas, sanitaria y económicamente, el petróleo se está volviendo un dilema; no para nuestro país, que en realidad está surtido de crudo para varios meses y no tiene donde almacenar, por lo que no puede “aprovechar” la situación, como si de una rebaja de temporada se tratase. Es así que Ancap no va a comprar petróleo por un rato al menos y no habrá rebaja en los combustibles, ya que el crudo que tiene lo compró a precio viejo, según declararon desde la empresa estatal.
Pero comencemos viendo por qué es que el petróleo cayó a una cotización tan insólita como la de un número negativo (cual si alguien se llevara barriles de petróleo y dinero encima, cosa que no ocurre, por supuesto).
Esto se debe a la caída en la demanda que ha traído consigo la crisis generada por el coronavirus, que provocó que Estados Unidos, que compite por ser el mayor productor del mundo, se enfrenta al insólito desafío de qué hacer con los hidrocarburos que produce, según publicó BBC Mundo.
“Básicamente, sus principales instalaciones para almacenarlos (incluida la mayor del país, en Oklahoma) han comenzado a llenarse y se teme que puedan alcanzar su nivel máximo en muy poco tiempo”, agrega el artículo.
La sacudida afectó también el precio del crudo Brent, de referencia en Europa y en el resto del mundo, cuyo valor a futuro para entrega en junio bajó el lunes un 8,90% hasta los U$S 25,58. La caída tuvo además un impacto negativo en los precios internacionales del maíz, que de hecho alcanzaron sus niveles más bajos en los últimos 10 años, por la menor demanda para la fabricación de etanol. A ello se suma el avance de la siembra en Estados Unidos, donde el Departamento de Agricultura ha estimado que será una campaña récord, lo que de confirmarse generaría mayor presión a los precios. Del mismo modo también cayeron los precios en los negocios futuros de soja.
¿Y por qué cayó el consumo de petróleo? Porque gran parte de la población mundial no se está moviendo en estos momentos, porque se encuentra en cuarentena obligatoria o en aislamiento voluntario en nuestro país. Si usted usa automóvil o moto para desplazarse y no está concurriendo a su lugar habitual de trabajo habrá notado la diferencia en el consumo, más la parte del transporte que dejó de funcionar por los rubros que interrumpieron su actividad; bueno, ahora multiplique eso por algunos cientos de millones de hogares, súmele el descenso en el uso de transporte colectivo (ómnibus, trenes y aviones), los barcos (cruceros, de carga, yates, lanchas) y si quiere agréguele que haya un ligero incremento en el uso para generación eléctrica, que no da compensar ni por asomo lo que se dejó de consumir. Oferta y demanda, las más básicas leyes del mercado.
Los analistas consideran que mientras no se vea la luz al final del túnel hacia un levantamiento de las restricciones en Estados Unidos, el petróleo no recuperará valor.
El colapso está repercutiendo en toda la industria del petróleo e incluso los perforadores han dejado en suspenso proyectos de inversión que tenía el objetivo de incrementar la producción, lo que no será necesario por el momento, ya que tenemos de sobra.
En la región esto tendrá consecuencias, negativas, por supuesto, y sobre todo para los países productores, como Venezuela, México, Ecuador y Colombia, pero para los países que consumimos y no producimos petróleo tampoco es que sean las mejores noticias, porque lo que reina hoy es la incertidumbre. Pensemos, por ejemplo, un escenario donde la industria petrolera global alcanza sus mínimos, una desactivación temporal, si de pronto cesa la emergencia sanitaria y se reactiva rápidamente la demanda, los precios podrían tener un rebote muy importante en un plazo relativamente corto. No es seguro que vaya a ocurrir, pero es un escenario posible. Si así fuese Ancap podría no aprovechar los precios bajos y regresar al mercado petrolero en unos meses, con precios elevados. Esperemos que no ocurra.
Pero el escenario puede ser muy distinto. En esta coyuntura sanitaria muchos trabajadores están atendiendo sus labores de forma virtual, sin necesidad de desplazarse a sus antiguos lugares de trabajo, lo mismo acontece con millones de estudiantes alrededor de planeta. En cuestión de semanas el mundo revirtió la tendencia a ser cada vez más móvil a encerrarse. ¿Qué pasaría si cuando cese este confinamiento el mundo elige seguir trabajando y aprendiendo a distancia, simplemente limitando gastos en turismo? Además algunos países han visto la oportunidad de fomentar el uso masivo de las bicicletas, como una forma segura de desplazarse por las ciudades sin compartir el transporte público para evitar el contagio.
Pero más allá de estas meras especulaciones hay otro escenario mucho más próximo y que no puede dejar de ser considerado, que es el perjuicio que sufrirán las empresa petroleras, algunas de las cuales ya estaban atravesando dificultades serias, como la estatal mexicana Pemex, la más endeudada del mundo (y que viene de protagonizar una polémica en la OPEP, cuando el gobierno azteca se negó a sumarse a la reducción en la producción que esa organización internacional pretendía acordar).
En España la cotización de Repsol retrocedió más de un 4,5% el lunes, mientras que el índice Stoxx Europe 600 Oil & Gas, que aglutina la cotización de las principales petroleras europeas, se desplomó alrededor de un 4%.
En Estados Unidos, a través de Twitter, el presidente Donald Trump prometió ayudas a las compañías petroleras en problemas por la debacle que está protagonizando el oro negro, sobre todo el estadounidense.
En 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria que la especulación generó en Estados Unidos, el gobierno debió salir a rescatar a grandes entidades financieras a un costo enorme. Ese modelo que se aplicó en ese momento, el de disponer de dinero público para mantener a flote empresas privadas, es claramente una opción en esta coyuntura, el problema es que la lista se va agrandando cada vez más, y ya se cuenta al sector turístico en su integralidad, las líneas aéreas y ahora la petroleras. Todos negocios trillonarios en dólares, no son kiosquitos. Sin dejar de considerar que los estados son quienes asumen el costo de hacer frente a la atención sanitaria de los países. El escenario no es alentador.