El río Uruguay mostró los obstáculos que oculta bajo sus aguas

La gente de río dice que para conocer el paterno hay que navegarlo cuando está bajo. Se refieren a que cuando está crecido se puede pasar casi que por cualquier lado, sin mayores riesgos a quedar varado o tocar en alguna piedra.
Actualmente casi todas las embarcaciones cuentan con ecosonda, que permite descubrir los obstáculos que se encuentran bajo el agua sin necesidad de esperar una bajante para verlos. Es por eso que las nuevas generaciones en realidad poco tienen de aquellos viejos “lobos de río” que conocían cada piedra, restinga, barco hundido, pozo o cualquier otro accidente que representara un riesgo para la navegación, y sólo se limitan a acelerar el fuera de borda y pasar… hasta que dejan un trozo del motor contra el primer elemento duro que la ecosonda no pudo advertir, porque sólo muestra lo que está directamente bajo la nave, y no aquello que está adelante. Por eso es que aún hoy la mejor forma de “ver” estos elementos es cuando afloran a la superficie, momento en el que además se puede apreciar su real dimensión. Pero lo más importante es que así la mente puede hacer un mapa visual de la ubicación de tales obstáculos, que servirá para eludirlos cuando el río se encuentre normal.

DESCUBRIENDO LO CONOCIDO

La pasada semana tuvimos oportunidad de navegar en kayak con el río en 29 centímetros por debajo de la cota cero del puerto de Paysandú.
La idea era remar entre las piedras de la zona del Chorro, frente a la playa norte, a la altura de Antonio Estefanell. Si bien son bien conocidas desde la costa, porque afloran con bastante frecuencia, desde el agua se ven con otra perspectiva. Es así que tras despacharnos como corresponde en Prefectura a través del canal 16 de banda marina de VHF, tomamos los remos del Delirium Tremens y pusimos proa al norte, enfrentando un fuerte viento en contra que más tarde nos complicaría la tarea de registrar las imágenes.
La primera roca peligrosa ya la conocíamos, pero nos sorprendió que era mucho más grande de lo esperado, de varios metros cuadrados de superficie apenas bajo el agua, y que se encontraba algo más al sureste de lo que registraba nuestra memoria. Se trata de la piedra que está próxima a la toma de Norteña, unos 120 metros aguas abajo, y que por su peligrosidad para la navegación en algún momento incluso se propuso dinamitar. Sin llegar a esos extremos, sin dudas que por lo menos justifica una boya que marque su presencia, porque hemos visto algún accidente en el lugar hace algunos años.

“LA PIEDRA” DEL CHORRO

Pero la sorpresa –ante lo que ya es sabido pero no en su real dimensión– es lo que está al norte de la toma, lo que se conoce como “La Piedra” del Chorro, lugar elegido por los pescadores para extraer bogas. Si bien los pescadores suelen tirar el ancla cerca de la boya del kilómetro 207 frente a Antonio Estefanell, toda el área comprendida entre esa calle en la costa, la boya roja directo hacia el oeste, y hacia el norte hasta cerca de la boya amarilla de Ancap, es una gran restinga en la cual es imposible señalar individualmente cada afloramiento. Es evidente que las embarcaciones que parten de la rampa ubicada junto a la Toma de Norteña directo hacia el norte, la mayoría de las veces están jugando involuntariamente una lotería para ver si pasan o destrozan el motor contra una de estas piedras. Tan peligroso resulta que incluso en esta oportunidad con el río tan bajo hasta la seguridad del kayak estaba comprometida, porque las piedras quedaban disimuladas entre las olas que levantaba en viento norte, y había riesgo de rajar la fibra de vidrio contra una de ellas.
Es asombroso encontrarse a 500 metros de la costa y descubrir el lecho a apenas 20 centímetros bajo las turbias aguas del paterno.
Más peligroso aún nos pareció una roca prominente que encontramos más al sur, casi a la altura de la rampa para embarcaciones deportivas, muy lejos aguas adentro. También merecería una boya de advertencia por su solitaria ubicación en un punto muy transitado.

REGISTRO GPS

Si bien la intención inicial era registrar cada una de estas piedras por GPS –utilizando la aplicación Google Maps del celular– ante la extensión la inmensa superficie que deberíamos marcar nos resultó imposible individualizarlas. Apenas si pudimos hacerlo con algunas de las más notorias a las que fue posible acercarse, aunque muchas otras resultaron inaccesibles aún para el nulo calado de un kayak.
Creemos que esta información sería un buen aporte para la navegación segura y por eso lo compartimos con nuestros lectores.
Por otra parte, proponemos que algo así se presente en un gran cartel junto a la rampa de Playa Norte, indicando los riesgos de navegar directo hacia el norte cruzando la línea imaginaria entre la boya del kilómetro 207 y costa uruguaya. Hay que recordar que muchas piedras quedan a pocos centímetros bajo agua con el río en menos de un metro de altura. La advertencia podría incluir entonces la marca de un metro e indicar “Zona de alto riesgo de navegación con el río por debajo de esta marca”.