Los centros termales enfrentarán un escenario desafiante tras la pandemia

Los protocolos que ya están poniendo en práctica en algunos países habilitan a trabajar con un 30% del público que concurría previo a la pandemia, dijo la experta argentina.

Por intermedio del Corredor Pájaros Pintados se llevó a cabo una videoconferencia en la que dos expertas expusieron desde diferentes puntos de vista acerca de los desafíos que enfrentarán los centros termales cuando reabran sus puertas. María Teresa Van Strate, especialista argentina en turismo de salud y bienestar y la investigadora uruguaya María Elena Alvareda Migliaro, del Departamento del Agua, del Cenur Litoral Norte de la Universidad de la República, coincidieron en la necesidad de investigar profundamente las características del recurso natural.
El subdirector de Promoción y Desarrollo de la Intendencia de Paysandú, Alejandro Leites, destacó al inicio de la conferencia que las termas son “el producto estrella de nuestro corredor” y en ello radica “la preocupación de poder ir buscando estos protocolos, estas medidas que nos permitan una reapertura y un reinicio de las actividades seguras”. En este sentido recordó que junto a la Dirección de Turismo de Salto y otros actores “se ha elaborado un protocolo base” para pensar en la reapertura de los centros termales, el que se ha compartido “y la idea es tener aportes”.

OTRO TERMALISMO

Van Strate es disertante y capacitadora en turismo de bienestar, delegada en Argentina para Termatalia, así como embajadora de Global Wellness Institute, y trabaja en planes de negocios para complejos termales y para la provincia de Catamarca, y comenzó con una afirmación contundente: “La certeza que tenemos es que ya no tendremos el termalismo que teníamos”.
Agregó que “el termalismo masivo, el termalismo de muchas personas en una piscina, de momento no va a ser posible. Eso no lo digo yo, eso lo dicen la cantidad de estudios y de protocolos que se están ensayando y digo ensayando, porque en esa etapa estamos, de borradores que se reescriben, luego sale la palabra oficial, pero al día siguiente, se cambia”.
La experta dijo que en algunos países “los aforos llegan al 30% de la ocupación que tenían normalmente. Pregunto: ¿podemos trabajar con un 30% de ocupación? ¿Cierran los costos para trabajar con un 30% de ocupación?”.

BIENESTAR

Para Van Strate la respuesta está en un termalismo orientado específicamente al turismo de bienestar, que, dijo, “gasta cinco veces más que el turismo masivo”. De todos modos hoy en día los complejos termales en Latinoamérica no están trabajando con esa premisa. “¿Nosotros le damos motivo a nuestros clientes en Latinoamérica para dejar esa cantidad de dinero en nuestros establecimientos, o nos conformamos con que tenemos las piscinas llenas y con eso alcanza?”, se preguntó. Por ello afirmó que “hay que empezar a trabajar en un nuevo paradigma termal. Hoy tenemos que replantear esa fórmula”.
Advirtió que la región viene “siguiendo los pasos de los países que nos llevan varios cientos de años en el desarrollo del termalismo”.
Definió el Turismo de salud y bienestar como “aquel que motiva a las personas a trasladarse fuera de su lugar habitual de residencia en busca de prevenir, mejorar o recuperar su salud recomponiendo su equilibrio psicofísico”.

RECURSOS

La experta enfatizó que empezar a pensar en los centros termales como centros de turismo de salud y bienestar más que como espacios recreativos, supone conocer a fondo los recursos naturales con los que cuenta cada lugar, porque allí puede estar la respuesta para hacer cerrar la ecuación.
“Buscamos recuperar ese equilibrio a partir del uso de los recursos naturales como las aguas mineromedicinales, las aguas minerales, las termales, los fangos, los peloides, las algas, etcétera; aprovechando las propiedades psicofísicas en instalaciones especiales, mediante la asistencia de profesionales o personal altamente especializado”, enumeró.
“¿Conocemos en profundidad nuestros recursos naturales? ¿Sabemos exactamente qué tenemos? ¿Sabemos qué tipo de aguas tenemos? ¿Sabemos para qué se usan?”, inquirió.

ESPECIALIZARSE

Para Van Strate en nuestra región “el termalismo es como en la época que el gaucho quería comerse el churrasco, como tenía ganado cimarrón lo que hacía era matar una vaca, sacaba lo que necesitaba y dejaba el resto para las aves de rapiña. Hoy que sabemos el precio de una vaca, utilizamos hasta el último de sus pedacitos, para no perder nada. Creo que en Latinoamérica todavía estamos bastante lejos de eso, y por eso dejamos ir cientos de millones de litros de un agua muy especial que la naturaleza nos regala, por día”.
Es por ello que hay que tener claro para qué queremos el agua, porque se podrían tomar algunas medidas rápidamente, teniendo claro este propósito.
“Si yo quiero el agua de manera recreativa, simplemente para tirarme de un tobogán, jugar dentro de la piscina, yo no necesito el agua termal. Porque al tirarme de un tobogán no le doy tiempo para que los minerales hagan efecto en mi persona, entonces a esa agua yo la puedo clorar, que es lo que me están pidiendo la mayoría de los protocolos actuales, puedo asegurarme que no voy a tener COVID, y también asegurarme que no voy a tener otras de esas visitas que no quiero recibir”, explicó.
En cambio, las aguas con fines terapéuticos “tendremos que usarlas en superficies más pequeñas, por ejemplo en hidromasajes, en circuitos hídricos, donde cada jet, cada ducha, cada chorro, va a cumplir un cometido; pero también lo voy a poder facturar, porque ya no voy a vender el ingreso masivo, porque los mismos protocolos me están determinando aforos”.
La especialista agregó que el marketing “debe estar orientado a que las personas pongan a nuestro cuidado su bien más preciado, su salud. Hay que tener mucho cuidado con los errores que a veces involuntariamente se cometían con el marketing, porque ahora tengo que volver a ganar la confianza de mis clientes, que si vienen a mi establecimiento termal no se van a enfermar, no se van a contagiar”.