Néstor Uccelini, uno de los mecánicos más veteranos y famosos de Paysandú

Hace 75 años que Néstor Uccelini está vinculado a la mecánica, y a sus casi 89 -ya jubilado- está trabajando en su proyecto personal, una plataforma con estructura de tubos con chassis y motor de Volkwagen escarabajo o “Fusca”, como no podía ser de otra manera.
Uno de los mecánicos más veteranos y conocidos de Paysandú, contó parte de su rica historia que comenzó “cuando tenía 14 años en la agencia Ford de la Barraca Europa cuando estaba en el puerto. Mi padre era tapicero ahí, en calle Administrativa (ahora Baltasar Brum) y Río Negro, y nos íbamos todos los días caminando hasta el trabajo. Después la agencia Ford se mudó donde ahora está el Club Social, con la estación de servicio donde ahora están las mesas de la cantina, y ahí trabajé hasta los 17 años.”
Al tiempo fue a trabajar al taller de Desirello en Sarandí y 19, “después fui a la Chevrolet, y en 1957 compré el taller a Soldá y Tossi, donde estuve dos años. Y el escribano, o contador, no recuerdo, Pignata me llevaba el auto, y vio que el taller que tenía era muy chico, y me vine a Setembrino Pereda entre Charrúas y Uruguay, donde estuve durante 40 años, hasta que se hizo cargo mi hijo, yo me jubilé pero seguía vinculado al taller”. Su pasión por la mecánica lo lleva a seguir haciendo cosas, y “me entretengo. Uso mucho el torno”, explicó.
Considerado como uno de los mecánicos con más años en el oficio, Uccelini mencionó también a Mario Belvisi, “que estaba en Cotami, teníamos muy buena relación y me hacía un montón de cosas, pero creo que no trabaja mas”.
Sobre las razones de su éxito como mecánico, definió que “el tema es la prolijidad y la honestidad, y fuimos así toda la vida”.

Mecánico y corredor de autos

También fue mecánico de autos de carrera, y llegó a participar en varias competencias en Uruguay y Argentina. “Hice ocho autos de carrera, y corrí grandes premios argentinos, la Vuelta de Lobos, la del Senada, la vuelta de Mar del Plata con Fojo, y la vuelta de Tucumán, que fue cuando tuvimos el accidente en 1965, que estuve bastante mal, tres días internado”. Recuerda que “era un auto Saab, sueco, y veníamos bajando de más de tres mil metros a 180 kilómetros por hora. Vimos que había mucha gente en la curva, pero nunca pensamos que era tan cerrada, y si bien frenó lo que pudo, entramos en la curva y pasamos por encima de los cables de teléfono. La batería entró por el parabrisas, partió el casco y tuve fisura de la base del cráneo. Estuve tres días internado en un hospital sin saber ni quien era. Pero acá estoy, y no me dejó secuelas mas que seis meses con la cara negra por el golpe”. El auto era provisto por el importador argentino, y “vinieron los suecos a enseñarnos a usar los frenos y temas de la conducción, y con ellos aprendí mucho”.
Después siguió trabajando en autos de carrera y compitiendo, “por ejemplo con Moreno de Mercedes, también hicimos el auto que corrió Passadore. Tenía un auto construido especialmente con un motor Saab y después con un motor V 4 adaptado”.
Mostró también fotos del Saab accidentado, justo en el momento en que volcó, y una galería con vehículos reconstruidos por él, como una cupé de los años 1940, también un Panhard, un kart que le construyó para su hijo, y también un Ford T, entre otros.
Destacó de su historia que “todo lo que aprendí de mecánica fue con las carreras, y con los argentinos, porque cuando no sabía algo, me iba a Concepción del Uruguay que tenía varios amigos y me explicaban lo que tenía que hacer.

Autodidacta, pero muy estudioso

Uccelini es un mecánico autodidacta, y cuenta que “terminé la escuela y fui cuatro años a la Escuela Industrial pero el oficio no me gustaba, yo quería motores, y en esa época en la Escuela no había. Y como me gustaba tanto y tenía ingenio para hacer esos trabajos, me dediqué a eso”.
Su taller es popularmente conocido por atender la marca de origen alemán Volkswagen, y “tenemos el servicio oficial desde el año 1961. El primer auto que hice fue un escarabajo alemán de 1961, y en 1962 empezaron a venir los autos brasileros. A Lestido le gustó como lo hacía, y ahora lo sigue mi hijo Oscar, que salió parecido a mí y hace 20 años que se puso el taller a cargo, así como su hija Antonella”. Mencionó que también uno de sus hermanos, el “Zurdo” estaba vinculado a la mecánica, y era tornero, mientras que otro hermano, Carlos, trabajó 35 años en EL TELEGRAFO y “a todos les gustaban los fierros”. Recordó que “trabajamos mucho con los Baccaro. Le atendía el auto a Fernando en el taller de Setembrino desde 1965, le gustaba mucho la mecánica”.
Además de su especialización en Volkswagen, “ni se la cantidad de autos viejos que reconstruí, como Ford A, Ford T, Chevrolet, porque me gustaba y me sigue gustando”. De hecho, el proceso de la mecánica en los últimos años ha cambiado sensiblemente, y “hago todo menos la electrónica, con los autos modernos no me meto y solo pregunto para estar informado.
El cambio fue muy grande, nada que ver. Y ahora que vienen los autos eléctricos, menos. Y uno ve un auto con otor eléctrico y es otra cosa. El otro día trajeron el Up nuevo, que lo andaban exhibiendo en todo el país y no lo podía creer, por ejemplo lo que es la batería”.