Repartos y justicias

La semana pasada el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, mantuvo un contacto telefónico con el presidente de China, Xi Jinping, y entre los temas que pautaron la conversación –traductores mediante–, además de los lógicos aspectos comerciales, hubo otro asunto que se abordó y que en la difusión sobre el encuentro se mencionó casi como un detalle anecdótico.
“En el intercambio se trató el buen manejo de la pandemia por parte de ambos países y, en ese sentido, China informó que, una vez que desarrolle la vacuna, ‘será un bien público de carácter global’, lo que significa que estará disponible para todos los gobiernos del mundo de forma igualitaria. Si bien no se habló de costos, el canciller uruguayo destacó la buena voluntad de la nación asiática en este tema”, reseña el portal web de Presidencia de la República.
Sin embargo se trata de un asunto que no debiera tenernos del todo ajenos y en el que, de hecho, por estas horas en el mundo hay intensos movimientos de los países por tratar de asegurarse la mayor cantidad posible de la –aún inexistente– vacuna contra el COVID-19. Tanto los hay que la Organización Mundial de la Salud ha generado un ámbito en el que trabajar internacionalmente para tratar de garantizar una distribución lo más equitativa posible, sea lo que sea que esto signifique, porque tampoco hay pleno consenso al respecto.
“La Comisión Europea cerró el jueves de agosto el ‘primer contrato’ de compra de la vacuna contra el coronavirus con la farmacéutica británica AstraZeneca, que le garantizará el acceso a al menos 300 millones de dosis, informó el Ejecutivo comunitario en un comunicado”, daba cuenta el medio estatal alemán Deutsche Welle.
“El contrato, que abre la puerta a la adquisición de 100 millones de dosis adicionales, se rubrica en nombre de los Estados miembros y distribuiría las dosis de forma proporcional en función de la población de cada país. Ambas partes ya habían puesto sobre la mesa las bases del contrato el pasado 14 de agosto, mientras Bruselas avanza también en paralelo con preacuerdos de compra con las farmacéuticas Sanofi, Johnson&Johnson, Curevac y Moderna”, agregaba la noticia.
Hay varios secretos a voces. El primero es que una vacuna con todos los estándares de seguridad y las garantías de efectividad, no sería esperable antes de la mitad del año que viene, y esto sería, si se logra, todo un récord. Así que hay que tener paciencia. El otro dato es que si las vacunas más avanzadas prosperan sin contratiempos, a fines del 2021 las estimaciones más optimistas hablan de unas 3.400 millones de dosis. Eso es menos la mitad de la población mundial (estimada hoy en 7.700 millones de habitantes), y se llegaría a esa cifra en bajada y con viento a favor.
La preocupación a nivel internacional por establecer mecanismos de acceso a la vacuna –cuando esta exista– así como a diferentes instrumentos y útiles necesarios para enfrentar la pandemia, determinó que la Organización Mundial de la Salud crease el “Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19”, o “Acelerador ACT”, como se lo abrevió. Para justificar su existencia basta que recordemos los problemas que hubo por el acaparamiento de mascarillas, las disputas entre países y las presiones a proveedores, que luego se repitieron con algún fármaco que demostró efectividad en la recuperación de pacientes en determinadas fases de la enfermedad.
Se trata de un órgano conducido por un Consejo de Facilitación, copresidido por Sudáfrica y Noruega, cuyo objetivo es proveer una iniciativa única de colaboración internacional para acelerar el desarrollo y despliegue equitativo de vacunas, tratamientos y medios diagnósticos contra la COVID-19 en el ámbito mundial, y a la vez fortalecer los sistemas de salud conexos.
El Consejo anunció su intención en buscar “especialmente en importantes foros que se celebrarán próximamente”, un firme apoyo internacional hacia este esfuerzo por poner estas herramientas a disposición de todos, pero especialmente a procurar los aportes económicos necesarios. Es así que procurarán acuerdos al respecto en la Asamblea General de las Naciones Unidas, las reuniones del G20 y el G7, el Foro de París sobre la Paz y las reuniones del FMI y el Grupo del Banco Mundial.
Por supuesto que el loable propósito es “no dejar a nadie rezagado en esta crisis, trabajando para velar por que todos los países y poblaciones tengan acceso pronto, asequible y equitativo a las nuevas vacunas, tratamientos y medios diagnósticos” que obtenga este Acelerador ACT.
Hay más de cien proyectos encaminados hacia la obtención de una vacuna, pero no todos han alcanzado avances significativos, ni disponen de los mismos recursos para llevar adelante su desarrollo. Los más adelantados ya tienen compromisos de entrega firmados por países que no han tenido problema en disponer de recursos para apoyar estas investigaciones y que, por ende, entienden “justo” acceder en primer término a estos medios de prevención.
Para los demás, y por unos cuantos meses, tal vez años, solo queda seguir manteniendo distanciamiento social y usando mascarillas y alcohol en gel.