Solicitada

No funciona así…

El 23 de diciembre todas las que estábamos nos fuimos con una sensación de agrado, nos habían saludado, nos habían deseado feliz navidad, y nos habían dicho que el próximo año querían ser una dirección presente con la cual se pueda contar para todo desde ese lugar, la cercanía. También contentas por haber recibido la noticia que nos daban asueto los días previos a la Navidad y primero de año, las que aun no habían salido de licencia el 30 de diciembre ideamos una merienda compartida, no nos íbamos a ver hasta finales de enero, –¡un montón!–, de compartir casi todos los días del año juntas a estar casi un mes sin vernos, merienda que quedo absolutamente anulada, porque en distintos horarios –pero todos los CAIF– volvíamos a recibir la visita, esta vez no era para decirnos feliz año, esta vez era para decirnos “hoy es su ultimo día de trabajo”. Desconcierto, llanto, impotencia, reacciones, no reacciones; todo pasó, a un día de empezar nuestras vacaciones, de querer pasar un fin de año en familia. Al día siguiente a pensar en cómo hago, el alquiler, las facturas, las cuotas en las que estábamos comprometidas, etcétera. Fue tanto en minutos, lo que se le cruzo a cada una que es indescriptible.
Como cada año en diciembre ya casi todo queda previsto para febrero, los grupos, qué salón es el más adecuado según la cantidad, hasta elegimos la temática de la sala. En los últimos días que el trabajo es más liviano porque los niños ya no asisten hasta ideamos cómo vamos a esperarlos para que a partir de un simple “animalito” le haga más fácil y llevadera la adaptación; sin dejar de mencionar la puesta a punto, siempre alguna tiene o consigue una hidrolavadora, “sale pintada” de paredes, aberturas, decoración de paredes, alguna trae algún mobiliario reciclado o hecho por algún esposo o familiar… Todo nosotras, las funcionarias de cada centro sin importar la función de cada una, somos todas iguales cuando nos arremangamos el pantalón y nos metemos al charco.
En estas instancias también se intercambian datos para ir conociendo los niños que va a tener a cargo cada una… ¿Alguien puede creer o pensar en que el contrato cae? Justo en un año como el que terminamos de pasar que en plena emergencia sanitaria todas, absolutamente todas salimos de nuestros roles para ir a hacer guardias alimenticias y cocinarles a los niños que más necesitaban como si fueran nuestros propios hijos, ¡pucha, cómo valoramos ahí el trabajo de nuestras compañeras de cocina y limpieza! En plena emergencia sanitaria se entregaban estas viandas, nos enviaban los envases justos para la semana, pero se iban agregando más y los mismos no alcanzaban. Como no había vehículo disponible para alcanzarnos más, la que podía, le quedaba de cruce, iba por ellos y a veces a comprarlos y no solo comprar, había que dejar la factura de la compra en ese momento porque todo tenía que ser asentado de inmediato. Y ese como otros tantos no son nuestros roles, pero sí es la manera de que nuestro propósito se logre. Así es CAIF, desde la psicóloga, pasando por la psicomotricista y trabajadora social y por supuesto educadoras, gestoras, cocina y limpieza nos ponemos siempre “la camiseta”, sea el CAIF que sea, porque todos trabajan así, con la “camiseta puesta”. Cada una llega a conocer y recorrer el barrio como si fuera el suyo, tanto así que cuando damos referencias de algún domicilio es así: “es dos casas más arriba de la casa de fulanito, que estuvo conmigo en salita de 3 en el 2016” o “en la misma proyectada que la casa de menganito…”
Eso lleva mucho tiempo, eso lleva mucha dedicación, eso no es fácil, ganarse la confianza de las familias, lograr que se abran a nosotros con distintos problemas, temas o situaciones, y muchas veces muy íntimas; eso es tiempo dedicación y atención, nada más y nada menos. Otro caso que se viene a la memoria ahora, uno de nuestros chiquitos con problema habitacional, su casa se llovía, y además les faltaba abrigo en pleno julio y agosto; inmediatamente nuestra trabajadora social se contacta con Cruz Roja: un SI instantáneo recibió al pedido de ropa de abrigo, en simultáneo todas trajimos lo que teníamos en nuestras casas y que sabíamos iba a servir, una psicomotricista de otro CAIF se enteró de la situación y llevó de inmediato 2 frazadas también. En 24hs se juntaron más de 10 frazadas, ropa y zapatos de abrigo con las cuales se pudo ayudar a esa familia y algunas más, y no solo ropa para los niños, si no para la familia. Eso es CAIF, eso pasa en todos los CAIF, en algunos más en otros menos pero esa es la esencia, brindar, cuidar, ocuparse y ayudar.
Podría escribir mil situaciones más, pero realmente me llevaría muchísimas horas. También me gustaría que sepan que las educadoras, si bien para muchos “solo” trabajamos 30 horas semanales remuneradas, y solo 4 horas diarias con los niños –que tampoco es así–, en CAIF trabajamos con absolutamente toda la familia y a veces hasta se acercan familias que no tiene vínculo con el centro porque ya sus niños no asisten e igualmente se le ayuda mínimamente con una guía, sugerencia o contacto; nunca terminamos el horario y terminamos el trabajo, porque seguimos en casa, ya sea para terminar con alguna actividad, para hacerla más linda o con más detalles, etcétera (la mayoría de las veces comprando materiales con plata de nuestro propio bolsillo porque no siempre llega el material a tiempo o el papel a rayitas que tan bien quedaría para esta ocasión y sabemos está en la librería, y no es el más económico como para pedirlo, o los tiempos de pedidos simplemente no son al mismo ritmo), buscando canciones, ideas. Por eso no vamos a permitir que se crea lo que por ahí leí que nos pagaban por más y trabajábamos menos: absolutamente NO, difícil salir de las 6 horas y olvidarte de tu rol y saber que al día siguiente hay niños que van con ganas de saber y ver que trae la maestra para ellos hoy.
Es verdad que no hace falta magia para ser educador, maestro, psicólogo, psicomotricista, trabajador social, gestor, auxiliar de cocina y limpieza de CAIF pero sí es necesario tener la vocación, el cariño, la dedicación, la empatía, las ganas, el compromiso, la voluntad y responsabilidad, la gentileza y también un poco de ingenio para sortear los distintos acontecimientos. Somos un gasto, si somos visto desde un lugar desde donde no trabajamos (el corazón). Si no es así, no funciona.

Educadora Pedagógica