Las mediciones del “aire” en pandemia

El jueves 8, mientras se realizaba el homenaje al Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) en el Auditorio del Sodre, se hacían mediciones de la concentración del dióxido de carbono (CO2) en el aire. De hecho, en su cuenta de Twitter lo había anunciado el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, y el jerarca lo verificaba desde su celular.
Más de un año de pandemia ha servido para tomar en cuenta estas recomendaciones que, al menos en Uruguay, son novedosas. Porque las principales vías de contagio se encuentran en el aire exhalado por una persona que tenga o no síntomas, pero que sea positiva al SARS-CoV-2 dentro de un ambiente cerrado.

Estas experiencias se han realizado en países europeos con éxito y en el continente hay prácticas que llegaron para quedarse. Con estas mediciones, calculan aforos o las necesidades de mayores ventilaciones en espacios cerrados, a fin de indicar la cantidad de aire que ya fue respirado por una persona dos veces.
La mayor concentración de CO2 solo se corrige con las mediciones y en el caso de la ceremonia mencionada, fueron verificados altos niveles en la platea del Auditorio del Sodre.
Y las evaluaciones sobre la carga del aire con dióxido de carbono, no deberían ser específicas de los tiempos de pandemia, que aún corren, a pesar de las aperturas y el descenso de los casos positivos. En general, las afecciones respiratorias u otras afecciones de tipo oncológicas pueden surgir de la mala calidad del aire.
En agosto del año pasado, el director de la Cátedra de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de la República, doctor Julio Medina, enfatizaba en su informe emitido desde el GACH, en el rol de los aerosoles –las partículas suspendidas en el aire– y la transmisión aérea. La interpretación de la evidencia afirmaba la necesidad del distanciamiento físico y dotaba de una lista de ejemplos, donde se plasmaban los riesgos de contagios.

En este marco, también estuvo en discusión durante meses la calidad del aire dentro de los vehículos del transporte urbano de pasajeros, principalmente en la capital del país, cuyas capacidades desbordaban según la línea. O los locales gastronómicos en fechas específicas, cuyas imágenes inundaron las redes sociales con sus críticas. Pero en cualquier caso, además de las decisiones de las empresas, también dependerá de las opciones personales de asistir a lugares colmados, en tanto los casos se mantenían con un incremento sostenido durante buena parte de este año.
De hecho, lo planteaba el excoordinador del GACH, Rafael Radi, el día que recibía una alta distinción junto a sus colegas: “El escenario epidemiológico está aún distante de ser plenamente resuelto”. Definía de esta forma que, hasta el momento, el país había logrado salir de la zona de mayor gravedad, en tanto en el horizonte se aguardan nuevas cepas que amenazan este escenario halagüeño.

Incluso, los propios integrantes del grupo asesor habían dudado de asistir a un evento de estas características, apelando a la masividad, hasta que se supo que era un encuentro para 170 invitados. El mencionado científico reconocía allí que la pandemia permanece en pleno desarrollo y ese énfasis constante, daba plena idea de su voluntad de aclarar que el cierre del trabajo del GACH no estaba vinculado en ningún sentido al fin de la pandemia.
De hecho recordaba que Uruguay transitó por tres etapas. En la primera, hubo un control con el testeo y rastreo de los casos, en la segunda se registró una transmisión intensa con olas de contagios y la tercera, que transitamos, donde definió un desacople entre la intensidad de las interacciones entre las personas y la tasa de contagios. Hasta ahí, lo ocurrido puertas adentro del Auditorio del Sodre.
Porque afuera, a esa misma hora, un grupo se manifestaba con silbidos y elevados insultos, en reclamo de una mayor libertad. Ese mismo día, también, pero más temprano, se consolidó una aglomeración de personas que seguía la entrega de las firmas para habilitar un referéndum contra 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC).
Por las calles capitalinas pudo observarse el caso omiso a las medidas sanitarias, que tan largamente fueron reclamadas al ministro de Salud, Daniel Salinas, y a la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, por espacio de 18 horas, unos días antes. En esa instancia parlamentaria, tan democrática como el encuentro en las calles con los militantes de a pie, participaron los mismos referentes de la política que un día sí y otro también rechazan la gestión de la pandemia.

Como el senador interpelante, Daniel Olesker, quien apeló al incremento de los muertos para volver sobre el tema una y otra vez. O la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, quien se negó a asistir al plenario de la Junta Departamental capitalina, por entender que no estaban dadas las garantías en pandemia. Tanto como el rechazo a la invitación a participar en el homenaje al GACH, como la máxima autoridad departamental, al hacerse eco en su cuenta de Twitter del comunicado de la Asociación de Docentes de la Universidad de la República.
“No es una buena señal para transmitir a la sociedad la idea de que la situación ya esté controlada. Por esta razón, y para ser coherente con lo que propuse al Comité Departamental de Emergencia, no participaré del acto de hoy. El mejor homenaje al GACH es seguir cuidándonos para volver”, escribió Cosse.

Durante esa misma jornada, participaba plenamente junto a otros dirigentes en la recepción de las cajas provenientes de todo el país y festejaba con abrazos de quienes la saludaban. No es posible ver la coherencia en el mensaje de un clase dirigente que piensa una cosa, hace otra y dice una tercera diferente.
Pero así ha transcurrido esta pandemia, entre la responsabilidad de los científicos por alertarnos y la doble moral de algunas figuras públicas. Son mediciones que, también, se registran en el aire.