Al rescate de una peculiar accidentada

Todo parecía indicar que se trataría de una Noche de la Nostalgia sin sobresaltos, al menos en el destacamento de Bomberos. Sin embargo, cerca de las 18 del miércoles, los funcionarios de guardia recibieron un llamado especial.

Una perrita había sido atropellada por un auto cuya conductora no se detuvo, en la zona de Baldomero Vidal, cerca del Club de Pescadores. Malherida, se había desplazado hacia los caños del desagüe de pluviales del cantero central. Ahí quedó tendida, inmóvil, casi a medio camino entre una faja y otra de la calle, por lo que se hacía difícil alcanzarla de uno u otro lado del cantero.

De inmediato se generó un movimiento por quienes habían sido testigo de lo ocurrido –primero el fuerte golpe, el auto que se retiraba y la perra aullando de dolor–, y luego de algunos llamados a quienes podían intervenir, se solicitó el apoyo de los bomberos para poder sacar a la perrita herida y atrapada.

Los bomberos comenzaron su tarea, ya con la oscuridad encima, intentando ver de qué lado estaría más cerca la perra, pues el dilema era cómo llegar hasta ella, dado lo angosto de los caños. Ante esto, una voluntaria amante de los animales tomó la posta y –tras ser firmemente asegurada con correas y equipo de protección personal por los bomberos– reptó por el interior del caño hasta alcanzar a la “paciente”, que pesa más de 35 kilos. Pudo calmarla y asegurarla también a ella con cuerdas para emprender el camino en reversa, lentamente, tirando de ella con sumo cuidado a causa de sus heridas, unos cuantos metros que parecieron kilómetros, hasta asomar a la superficie, sanas y salvas las dos.

Tras todo esto, que demandó una tarea de más de dos horas, la perrita fue llevada de inmediato al veterinario, que canceló actividades previstas para esa noche a fin de esperar a la accidentada y brindarle la atención de urgencia.

Ahora, ambas se recuperan –la perrita y la rescatista–, una con antibióticos y calmantes, la otra con relajante muscular. Y los bomberos y el veterinario, con la satisfacción de una empática labor, más allá de sus funciones habituales.