Litoral resiliente

A pesar que el cambio climático resulta hoy algo innegable, en ocasiones, el alejamiento de sus impactos en relación a nuestra cotidianeidad puede llevar a pensar que son problemas ajenos y a no reparar en las formas en que la variabilidad climática afecta a nuestros pueblos y ciudades.
La afectación es real y en Uruguay tiene múltiples manifestaciones. Somos un país muy vulnerable a la variabilidad y al cambio climático, algunos de cuyos efectos afectan lentamente los ecosistemas y la diversidad biológica pero otros tienen una incidencia muy visible, directa y drástica sobre la vida de las personas, tales como las sequías o las inundaciones.
Precisamente, las inundaciones son el evento relacionado con el cambio climático que más afecta a Uruguay y, en particular a esta zona del litoral uruguayo argentino, siendo necesario y urgente que se instrumenten medias activas de resiliencia y adaptación.
Según datos del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, durante los últimos 30 años se ha observado un cambio en las precipitaciones acumuladas anuales en la región, hacia mayores valores, confirmando una tendencia general creciente en el último siglo. El análisis de las precipitaciones acumuladas desde el año 1980 a la fecha muestra que han aumentado en todo el país y particularmente en el litoral atlántico a partir del año 2001.
La variabilidad climática y la alternancia de los fenómenos “Niña” y “Niño” generan episodios de déficit hídrico y sequía que afectan al país y ponen en jaque al sistema productivo agroexportador uruguayo. En 2015 nueve departamentos fueron declarados en emergencia debido al déficit hídrico y, entre noviembre de 2017 y mayo de 2018, un total de 14 de los 19 departamentos en que se divide el país resultó afectado por el mismo motivo y 12 de ellos fueron declarados en emergencia debido a la sequía.
No es éste el único problema relacionado con el clima en Uruguay ya que sequías, ciclones extratropicales, vientos fuertes y muy fuertes, marejadas, lluvias torrenciales, granizadas, actividad eléctrica y corrientes descendentes suceden también con cierta frecuencia.
No obstante, si miramos la situación de la población en relación a estas amenazas es importante señalar que más del 93% de la población uruguaya vive en ciudades y existen aproximadamente 100 mil personas y 34 mil viviendas que se encuentran localizadas en áreas urbanas con riesgo de inundación, de acuerdo a estudios de la Dirección Nacional de Agua (Dinagua).
Según datos del Monitor Integral de Riesgos y Afectaciones (MIRA), herramienta del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) que permite contar con una alerta temprana de inundaciones, en el período 2015-2019 hubo un total de 87.557 personas desplazadas de sus viviendas por eventos adversos, de los cuales 85.924 fueron desplazados por inundación y el litoral del Río Uruguay es una de las zonas más afectadas.
En definitiva, estamos ubicados en una de las regiones del mundo con mayor variabilidad climática y se prevé a futuro un incremento en la frecuencia de eventos extremos que podrán tener impacto en distintos sectores y a diferentes escalas. Por esta razón se torna fundamental la implementación de medidas de adaptación al riesgo climático que contemplen las diferentes realidades de las distintas zonas geográficas.
En ese sentido, resulta importante la puesta en marcha del Proyecto Binacional “Adaptación al cambio climático en ciudades y ecosistemas costeros vulnerables del río Uruguay”, que será implementado en los territorios de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro en la orilla uruguaya, y en la provincia de Entre Ríos, en la argentina.
El acuerdo que permite esta iniciativa fue firmado en plena pandemia, en octubre de 2020 en simultáneo en Buenos Aires y el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay, situado en el departamento de Río Negro, en modalidad virtual. Participaron el ministro de Ambiente de Uruguay, Adrián Peña, y su par argentino, Juan Cabandié, el subsecretario Gerardo Amarilla, autoridades de la CAF, de la Corporación Nacional para el Desarrollo de Uruguay (CND), de la provincia de Entre Ríos, y los intendentes de Salto, Artigas, Paysandú y Río Negro.
Los fondos del proyecto provienen de una donación del Fondo de Adaptación, un mecanismo internacional creado según el Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que financia proyectos y programas destinados a apoyar soluciones de resiliencia climática en países en desarrollo. La Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) será el ejecutor de las actividades nacionales del Proyecto en la República Oriental del Uruguay.
El proyecto, con plazo de ejecución de 4 años, consiste en aplicar medidas de adaptación al cambio climático, como la construcción de infraestructuras urbanas resilientes en terrenos seguros y la resignificación de los terrenos inundables, de los cuales son desalojadas muchas familias damnificadas por anegaciones frecuentes, una de las principales manifestaciones del cambio climático en las costas del río Uruguay.
Incluye medidas de adaptación basadas en comunidades y ecosistemas, enfocadas en derechos humanos, género y futuras generaciones, la promoción del fortalecimiento institucional considerando escenarios de cambio climático en el mediano y largo plazo, en políticas, planes y programas de ordenamiento territorial para ciudades y ecosistemas vulnerables identificados en cada país y, por último, el intercambio binacional de experiencias de mejores prácticas urbanas, ambientales, sociales y culturales y la promoción de una gestión integrada del riesgo climático en las ciudades y ecosistemas identificados para cada país, fomentando la implementación de sistemas de alerta temprana.
Por último, la hora del desarrollo de acciones de resiliencia al cambio climático, no es menor señalar que las cinco ciudades principales comprendidas por el proyecto de uno y otro lado del río suman casi medio millón de habitantes en una región que se ve impactada durante recurrentes inundaciones que involucran la trama urbana consolidada y las planicies de inundación ocupadas generalmente por población de alta vulnerabilidad socioeconómica. Es de esperar entonces, que el proyecto que está en sus inicios contribuya significativamente a realizar las intervenciones necesarias y generar capacidades para estar mejor preparados ante un fenómeno global cuyos impactos también nos golpean fuertemente a nivel regional y local.