Ni la amenaza de la variante Ómicron –que anda paseándose campante para entrar al Uruguay– pudo frenar el éxodo de sanduceros que salieron a la calle a celebrar la llegada de la Navidad.
Es que el poder de reencontrarse con sus afectos y amistades, luego de un año tan atípico donde aprendimos de cuarentenas, barbijos y alcohol en gel, fue mucho más fuerte que el año pasado y eso ¡se notó! En su mayoría, la juventud comenzó la jornada al mediodía, reuniéndose en diferentes locales comerciales del centro o algunos ubicados por avenida Salto, dejando entrever la postal que conjugaba con el sol, la música, los lentes de sol y las clásicas selfies para coronar el momento.
Ya en la noche, las celebraciones se centraron en los hogares y luego de la medianoche, un número importante de personas –conservadoras con hielo a tope– emigraron hacia la zona de la playa, canteros y el Trébol, dejando lugar a las reuniones bailables que se celebraron en diferentes puntos. Una Navidad diferente, con menos fuegos de artificio en el cielo sanducero pero con el mismo sentir de diversión de siempre.