Nikola Tesla, inventor de la era eléctrica

¿Cómo sería nuestro mundo si no dispusiéramos de los miles de artilugios alimentados por la corriente eléctrica alterna? Una pregunta inquietante, puesto que nuestras vidas dependen absolutamente del mundo científico-tecnológico de la electricidad.

Uno de los grandes protagonistas de ese mundo fue Nikola Tesla (1846 – 1943), un ingeniero, un croata excéntrico de imaginación y habilidades descomunales, que nació en Smiljan, un pueblito de la actual Croacia, y que a los 28 años emigró a los Estados Unidos y se estableció en Nueva York. (Smiljan significa “El lugar de la albahaca”).

Fue el inventor de la corriente alterna, y ganó la Guerra de las Corrientes, contra Edison, que propulsaba la corriente continua. Aplicando sus ideas, se construyó la primera central hidroeléctrica que se conoce, en las cataratas del Niágara.

Sería muy largo y tedioso contar sobre todas sus invenciones, por eso me referiré a los hechos más importantes de su vida y su obra.

Así lo describe el periodista Arthur Brisbane, quien lo entrevistó en 1894:
“Es muy delgado, mide más de seis pies de alto (1,52 m) y pesa menos de 140 libras (64 kg). Tiene las manos muy grandes. Muchos hombres con talento las tienen así, Lincoln, por ejemplo. Sus pulgares son notablemente grandes, incluso en unas manos de ese tamaño. Son extraordinariamente grandes. Eso es una buena señal. El pulgar es la parte intelectual de la mano…

Tiene una cabeza que se despliega en la cima como un abanico (…)

Su cara no puede ser estudiada y juzgada como las caras de otros hombres, porque no trabaja en campos prácticos. Vive la vida en lo más alto de su cabeza, donde las ideas nacen, y ahí arriba tiene sitio de sobra. Su pelo es negro azabache y rizado. Se encorva: la mayoría de los hombres lo hacen cuando no hay sangre de vanidoso corriendo por sus venas. Vive dentro de sí mismo. Tiene un profundo interés en su propio trabajo. Pero es ese amor propio y esa autoconfianza que normalmente van ligados al éxito. Y difiere de la mayoría de los hombres de los que se ha escrito y hablado en el hecho de que él tiene algo para decir”.

Un hecho muy curioso fue la demostración de la seguridad de la corriente alterna, cuando se aplicó a sí mismo una descarga de 250.000 (!¡) voltios. Durante la demostración se convirtió en una criatura radiante, con lenguas de luz en cada poro de su piel, desde la punta de los dedos hasta la punta de cada uno de sus cabellos.

Se cuenta que la noche en que nació había una violenta tormenta y la matrona dijo a su madre: “será hijo de una tormenta”. A lo cual su madre respondió: “no, será hijo de la luz”.

Tenía un gato llamado Malak, su animal preferido entre los pollos, las palomas, los gansos y las ovejas, con los cuales corría junto a su hermana. Una tarde acarició la espalda de su gato, y vio algo que lo dejó mudo de asombro. “La espalda de Malak era una sábana de luz y mi mano producía una lluvia de chispas lo suficientemente alta para que se oyera de toda la casa”, son sus palabras.

Cuando oscurecía y las velas iluminaban, el gato se levantó, sacudió sus patas y él lo vio rodeado de un halo, como la aureola de un santo.

A partir de esa noche maravillosa, día tras día se preguntaba qué es la electricidad, y no encontraba respuesta. (Su padre le había dicho que era la electricidad que provocaba las chispas).

“Han pasado 80 años desde esa vez y todavía me hago la misma pregunta, ¡incapaz de responderla!”, diría después.

Hablando de su madre, dice que era una inventora de primera clase. Inventaba y construía toda clase de herramientas y artificios. Tejía con hilo que ella misma hilaba. La mayoría de la ropa de la familia y los adornos de la casa, los fabricaba ella.

Hasta los 8 años, veía imágenes, con frecuencia acompañadas con destellos de luz, que le dañaban la visión de los objetos reales e interferían con su pensamiento y su acción. No distinguía entre imaginación y realidad.

Demonios, ogros y monstruos de la oscuridad lo torturaban.

Presenció, a los 7 años, la muerte de su hermano, por un caballo. Y a partir de ese momento la pasó muy mal, porque sus padres no le daban importancia. Creció así con poca confianza en sí mismo.

Se volvió introvertido y descubrió el placer por la lectura. Su padre, temiendo que enfermara por tanta lectura, ya que era físicamente débil, escondió las velas. Pero él se las ingenió para obtener grasa y fabricar sus propias velas, así que leía toda la noche.

En ese tiempo adquirió muchas adicciones, fobias y hábitos, incapaz de agradar a su padre.

“Contaba los pasos en mis paseos y calculaba los contenidos de los platos de sopa, tazas de café y platos para comida, de otro modo mis comidas no eran placenteras”, confesó.

Con el tiempo desarrolló una teoría sobre los números 3, 6 y 9. Decía que si supiéramos la magnificencia de los números 3, 6 y 9, tendríamos la llave del Universo.

Según Tesla, el mundo material contiene un enigmático código de la Creación y de la Energía universal. Seguía una especie de ritual organizacional, hacía cosas siempre en series de 3. Y el número 9 parece ser el número místico por excelencia, dicen quienes participan de sus ideas.

Fue entonces que desarrolló su interés por el número 3. Todos los actos que realizaba, tenían que ser en números divisibles por 3 y, si se equivocaba, sentía que debía hacer todo de nuevo, aunque costara horas.

De adolescente aprendió a controlar esta imaginación, a canalizarla y a dirigirla. Al principio continuaba haciendo viajes en su mente, pero poco a poco descubrió que podía controlar su imaginación para construir máquinas.

Se convirtió en una “máquina de carne”.

De sus padres adquirió cualidades que le servirían como inventor. De su madre heredó el ingenio mecánico, así como la conciencia de la satisfacción de crear cosas útiles. De su padre, adquirió valores como reformador social (era sacerdote). Quería que sus creaciones ayudaran a la humanidad. Llegó a creer que sus inventos como el bote radiocontrolado y la electricidad inalámbrica, acabarían con las guerras y darían lugar a una nueva y próspera era.

Al inventar la corriente alterna, uno de sus anhelos fue proveer de energía gratuita a todo el planeta. Asimismo, intentó construir una red de comunicación global.
Predijo la existencia de partículas con una carga menor que la del electrón, los quarks.

Sostenía que el pensamiento, las emociones y hasta el aire, son energía. Afirmaba que primero fue la energía y después la materia, afirmación que no encuentra oposición en la física moderna.

“La materia se crea a partir de la energía original y eterna que nosotros conocemos como la luz. Ella brillaba y fueron apareciendo las estrellas, los planetas, el hombre y todo lo que hay en el universo”.

“Si lo que quieres es encontrar los secretos del universo, piensa en términos de Energía, Frecuencia y Vibración”.

Predijo tecnologías y eventos que fueron ignorados, descalificados y vilipendiados en su tiempo, pero que se hicieron reales en los tiempos que le sucedieron. Como que un día sería posible transmitir señales telefónicas y documentos e incluso música, en todo el mundo, sin el uso de cables, hoy posible a través de WIFI y la invención en 1990 de la World Wide Web.

“Un día podremos escuchar y presenciar eventos como si estuviéramos presentes”, dijo en una entrevista, en 1926, cien años antes de la aparición del teléfono celular.

“Lo que hoy queremos es tener un contacto más cercano y mejorar nuestro entendimiento como individuos y comunidades, en el mundo entero, así como la eliminación del egoísmo y del orgullo, siempre propensos a empujar el mundo hacia la barbarie primitiva y el conflicto. La paz sólo nos puede llegar como la consecuencia natural de una iluminación universal”, fue su deseo más ferviente, por el cual trabajó toda su vida.
La Tía Nilda