Brechas de género en ciencia

En todos los tiempos las sociedades se han visto impactadas por los adelantos de la ciencia y tecnología, muchos de los cuales hoy forman parte de nuestra vida cotidiana, materializándose en objetos tan cotidianos como celulares, hornos microondas, equipamiento de salud, computadoras o alimentos congelados, entre otros. No obstante, la situación sanitaria debido a la pandemia ha puesto en primer lugar el rol de la ciencia en la sociedad.
Como nunca antes, desde 2020 la ciencia recuperó titulares de los medios de comunicación y segundos, minutos y horas de programas de televisión, haciéndonos un poco más conscientes de que necesitamos de los conocimientos y habilidades de diferentes campos científicos para la construcción y supervivencia de nuestras sociedades.
Sin embargo, subsisten grandes contradicciones y áreas y trabajo invisibilizados por diferentes motivos que hacen que –entre otras cosas– nuestras niñas y jóvenes escasamente elijan estudiar y trabajar en determinados campos de la Ciencia, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas, comúnmente conocidas como STEM por sus siglas en inglés.

Se trata de áreas en rápido crecimiento que son vitales para las economías nacionales por lo que contar con personas con habilidades en ellas resulta fundamental para que un país siga siendo económicamente competitivo. No obstante, las mujeres han estado sistemáticamente sub representadas en varios de estos campos.
“A pesar de los notables avances logrados en las últimas décadas, todavía es muy reducido el número global de investigadoras mujeres en el campo de las ciencias. En julio de 2019 la tasa mundial promedio de mujeres investigadoras era de solo 29,3% (Instituto de Estadística de la Unesco), y la brecha se amplía cuanto mayor es el nivel alcanzado en el escalafón. De hecho, solo 3% de los Premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres. Algunas de las ocupaciones STEM con mayores ingresos, como la informática y la ingeniería, tienen los porcentajes más bajos de mujeres trabajadoras. Dar a las mujeres igualdad de oportunidades para desarrollar y prosperar en carreras STEM ayuda a reducir la brecha salarial de género, mejora la seguridad económica de las mujeres, garantiza una fuerza de trabajo diversa y talentosa, y evita los sesgos en estos campos y en los productos y servicios elaborados”, señaló la uruguaya María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe al prologar la publicación “Las mujeres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en América Latina y el Caribe” (2020), que ofrece un amplio panorama de una realidad regional en la cual aún tenemos mucho para avanzar.

En este sentido, destaca que en 2019 la tasa mundial promedio de investigadoras era de solo 29,3% (Instituto de Estadística de la Unesco), y que la brecha se amplía cuanto mayor es el nivel alcanzado en el escalafón. Por otra parte, solo el 35% de estudiantes de carreras de los campos de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas son mujeres.
La brecha resulta evidente y comienza a manifestarse cuando se inicia la especialización en la formación académica, es decir, cuando los estudiantes eligen sus carreras de educación superior. “Los presupuestos y las expectativas que poseen los padres, los docentes y los pares influyen sobre las niñas a la hora de elegir sus campos de interés y los estudios que desean realizar para integrarse a la sociedad. Las mujeres también son objeto de prejuicios en los procesos de contratación, ascensos y compensación y, en comparación con los docentes hombres, ellas tienden a dedicarse más a la docencia que a la investigación. Si bien desde hace treinta años que los estudios sobre las mujeres en la ciencia advierten sobre las consecuencias de su exclusión, y que desde hace mucho tiempo que el sexismo sesga las investigaciones, recién en los últimos años los países han comenzado a implementar acciones para reducir la brecha de género en STEM”, señala el estudio.

Agrega que a nivel global, y prácticamente en todos los países del mundo, se advierte que, mientras que aumenta la cantidad de mujeres que se inscriben en carreras universitarias, muchas de ellas continúan abandonando los estudios en los niveles educativos más altos, aquellos que se requieren para emprender carreras profesionales como investigadoras.
Además, la segregación horizontal, tanto en el ámbito educativo como en el laboral, contribuye a reforzar el estereotipo según el cual los hombres poseen un talento natural para la ingeniería y los campos que emplean las matemáticas de manera intensiva, mientras que las mujeres son mejores en los campos basados en la expresión y centrados en el ser humano. A esto se agrega que las mujeres a menudo enfrentan techos de cristal importantes y su representación se reduce a medida que avanzan en sus carreras como investigadoras, lo que significa que la brecha de género se amplía cuanto mayor es el nivel alcanzado en el escalafón (segregación vertical) existiendo barreras institucionales y socioculturales que limitan el desarrollo profesional y el acceso a espacios de toma de decisiones.

En lo que respecta a América Latina y el Caribe, si bien es una de las dos regiones que han alcanzado la paridad en la proporción de hombres y mujeres investigadores (aquí el 45% del total de investigadores son mujeres) persiste la segregación horizontal y vertical y las mujeres investigadoras aún se encuentran sub representadas en los niveles más altos de las carreras profesionales y continúan siendo una minoría en muchos campos de las STEM en casi todos los países de la región. En Uruguay, las mujeres son sólo el 24% de las personas empleadas en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, mientras que en la educación, apenas el 31% de los investigadores en las áreas de ingeniería y tecnología son mujeres, según datos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación.

Más allá de la inequidad social y académica que esto significa deberíamos preguntarnos qué consecuencias tiene para generación de conocimiento científico la supervivencia de prácticas y sesgos androcéntricos en el corazón mismo de la investigación. Por otra parte, no deberíamos perder de vista a la hora de las decisiones que la ciencia y la tecnología están configurando el futuro y un país tan pequeño como el nuestro no puede dejar de apostar al conocimiento y la innovación: la brecha de género en estas áreas puede afectar nuestra participación en la Cuarta Revolución Industrial.
Mañana es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y como ocurre cada año nos pone este tema a la vista. Sin embargo, es un asunto para tener presente todo el año porque son áreas y sectores en los que se encuentran carreras y campos laborales directamente relacionados con el desarrollo actual y los empleos del futuro. Se trata de áreas que resultan claves para enfrentar algunos de los principales desafíos de la actualidad y los años venideros, tales como la innovación, el cambio climático, la producción de alimentos, la mejora de la salud y el desarrollo sostenible. No es poca cosa.