El Mercosur, cada vez más al margen del comercio mundial

En 20 años de existencia, el Mercosur representa tan solo el 1,6 por ciento de las exportaciones y un 1,3 de las importaciones mundiales, a la vez que tampoco ha concretado en estas más de dos décadas acuerdos comerciales con otros bloques, lo que da la pauta de la paralización del bloque.
En 2021 se cumplieron 20 años de la firma del Acuerdo de Asunción, pero a lo largo de los años se mantienen debates sobre temas clave como la agenda interna y externa del bloque, fundamentalmente la rebaja del Arancel Externo Común (AEC) y las negociaciones con terceros.
En este escenario, a la vez, una constante han sido las oscilaciones por protagonismos ideológicos de los gobiernos de turno de los países signatarios, y en particular en los últimos años, Brasil y Uruguay han estado en una posición opuesta a la de Argentina y en menor medida a la de Paraguay.

Los años en que coincidieron gobiernos de izquierda en la región fueron de los peores, sin dudas, desde el punto de vista institucional, y el mayor ejemplo fue cuando se suspendió a Paraguay para hacer entrar a Venezuela por la ventana, porque según el expresidente José Mujica lo político está por encima de lo jurídico.
Pero más allá de las ideologías, el gran déficit ha sido desde el punto de vista comercial, y ni siquiera los nuevos vientos han permitido alguna transformación significativa, con Bolsonaro en Brasil, que ha reclamado de manera insistente un Mercosur más abierto al mundo.
En cambio, del otro lado, el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández sigue encerrado en un proteccionismo nefasto, que es una rémora para el bloque. Brasil propuso un arancel externo común superior al 10 por ciento, cuando globalmente este índice es del orden del 5 por ciento.
Si bien el gobierno de Luis Lacalle Pou ha tenido una postura más o menos afín a la de Brasil, en consonancia con lo que ha proclamado en numerosas oportunidades, en el sentido de promover una apertura al mundo, la flexibilización y la posible firma de acuerdos por fuera del Mercosur, hasta ahora los pasos dados han sido prácticamente inexistentes.

El punto es que la modernización reclamada no se ve por ningún lado. Uno de los fenómenos económicos de las últimas décadas ha sido la firma de acuerdos comerciales, incluso a través de megabloques, y no hay dudas de que los competidores directos, los que nos desplazan de los mercados internacionales, han avanzado más rápidamente. Los casos concretos en nuestra zona son Chile, Perú y Colombia.
En cambio tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea y países asiáticos, los países del Mercosur siguen pagando aranceles muy elevados, mientras el bloque regional cuenta entre sus miembros con dos de los países más proteccionistas del mundo, caso de Argentina y Brasil, además de bajos índices de apertura comercial. No puede extrañar entonces que sigamos perdiendo participación en el comercio mundial.

Un análisis del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), al ocuparse de esta problemática, indica que el bloque tampoco muestra buenos resultados en su comercio intrarregional, ya que el comercio entre los países en el esquema de integración pierde importancia en los últimos años y el Mercosur representa cada año una porción menor en el concierto global.
“Esta realidad se ha sostenido en el tiempo en gran parte de los países de América del Sur pero especialmente en el Mercosur, debido a la imposibilidad de superar las barreras no arancelarias que aún restringen el comercio. Este último proceso de integración opera como una zona de libre comercio incompleta, con sectores de relevancia económica que aún están excepcionados, no ha avanzado en la liberalización de comercio de servicios por falta de regulación en este sector y aún existe un enorme déficit en infraestructura, lo que tiene incidencia en la competitividad regional”, señala.

“Más allá de la notoria realidad y del ritmo que el mundo ha adquirido en cuanto a los procesos de apertura, algunas economías como la argentina y la paraguaya siguen defendiendo las políticas proteccionistas o una lógica de statu quo en el bloque”, evitando flexibilizaciones o reformas sustanciales para su mejor funcionamiento, apunta el análisis.
Igualmente, Brasil y Uruguay están jugando sus partidos como consecuencia de la falta de consenso, y en el caso de nuestro país la idea del presidente Luis Lacalle Pou es la de avanzar en negociaciones bilaterales por fuera del Mercosur, incluyendo un estudio de factibilidad para suscribir un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China.
El punto es que a esta falta de consenso se agrega a la inamovilidad crónica de un bloque que no ha presentado respuestas ni respondido a las expectativas que dieron lugar a su creación, empezando por tratarse de economías asimétricas y gobiernos con concepciones distintas y hasta contrapropuestas: el cierre de Argentina, apostando a los viejos proteccionismos para intentar de mantener su economía desquiciada, y por otro lado el intento de apertura de Uruguay hacia el mundo globalizado.

Es que nuestro país ve como el Mercosur muestra poco hacia adentro y sobre todo se cierra hacia afuera, y pierde oportunidades de firmar acuerdos preferenciales que nos permitan entrar pagando menos aranceles en los mercados que nos interesan. Mientras, por ejemplo Argentina sigue transitando por el camino de la protección a ultranza, que la ha llevado al borde de la quiebra, con casi la mitad de su población en la pobreza y uno de cada 10 argentinos en la indigencia.
Pero las diferencias internas solo generan más rispideces e imprevisibilidad al acuerdo regional, donde el gran problema, además de las asimetrías en las economías, es la incapacidad para coincidir en el interés común. Porque siempre prima el escenario interno, donde funcionan aceitadamente los lobbies sectoriales, los condicionamientos, y se opta por trabar a los que como Uruguay procuran una cosa distinta a los más de 20 años de inamovilidad que ha caracterizado al Mercosur, mientras el resto del mundo ha seguido avanzando.