Esperadas y necesarias obras

Esta semana el intendente departamental Nicolás Olivera anunció la concreción de obras importantes en el complejo Termas de Guaviyú, y aclaró que fue a cuenta de otras intervenciones en los moteles de propiedad municipal.
Esta inversión, que se concreta a partir de recursos procedentes del fideicomiso aprobado en el último tramo del pasado período de gobierno, oscilará entre los 1.100.000 y los 1.800.000 dólares, dependiendo de la oferta que se acepte de las que se presentaron al llamado que efectuó la Comuna en su momento.
Entre las obras que se definieron oportunamente se encuentran la remodelación del auditorio, de unos 130 metros cuadrados, que pasará a funcionar como un espacio multiuso; la remodelación completa de baños y vestuarios y la construcción de una nueva piscina de 300 metros cuadrados y capacidad para 200.000 litros de agua termal, parcialmente techada. Olivera también adelantó que “más adelante” habrá llamados “para el aprovechamiento de una mayor superficie de tierra, en una nueva etapa de comercialización en termas de Guaviyú, para sumar construcciones en calidad y cantidad”.

Indiscutiblemente se trata de un paso adelante muy importante para el principal centro turístico del departamento, que hace mucho tiempo espera por intervenciones de este tipo, así como por otras que se concretarán oportunamente, porque es imprescindible que así ocurra, para que el lugar se actualice. En concreto hace falta un cambio significativo, tanto estético como conceptual en el Centro Comercial del Centro Termal. Hay un ejemplo exitoso de transformación relativamente cercano a Paysandú en el parque Tálice, en las afueras de Trinidad, que se logró mediante un acuerdo con actores privados para la gestión de ese espacio público. La transformación del lugar fue exitosa, así como el cambio en el modelo de gestión y el resultado fue lograr que Flores se ubique como un departamento turístico que recibe miles de visitantes, impensable hace algunos años. Claro que no fue solo la transformación del parque, acompañó la declaración del Geoparque como sitio Unesco y la repercusión que ello generó y hasta esfuerzos individuales de emprendedores, grandes y pequeños, desde estancias turísticas que se sumaron a la oferta, hasta la visibilidad de una productora de alfajores artesanales en redes sociales. Porque todo suma a la experiencia del visitante, y vaya si la gastronomía tiene mucho que jugar en todo esto. Quizás también sea una virtud el hecho que la sociedad en conjunto “tira” para el mismo lado, felices de avanzar aunque seguramente en forma individual cada uno tendrá una idea de qué se podría hacer mejor que lo que se está haciendo o se hizo, y si hay disenso, es para aportar.

En este sentido podemos decir que las mejoras en Guaviyú serán un impulso para el centro termal y para el turismo sanducero en general, pero deberían acompañarse con mejoras en la experiencia del visitante en puntos estratégicos como la Meseta de Artigas y el Saladero Guaviyú.
Por supuesto que tan esperada como estas intervenciones en Guaviyú son las obras que están terminando en Termas de Almirón, donde se estará inaugurando promediando la semana próxima la nueva piscina, construida a partir de las dos que existían previamente. Además de ampliar el espacio de agua termal en el lugar, también significa una mejora estética respecto a la infraestructura existente; recordemos que eran dos piscinas de forma rectangular, tan poco llamativas que la foto característica de ese centro era la piscina de agua fría, mucho más atractiva. Sin dejar de contemplar que es certero el reclamo de los propietarios de viviendas de alquiler del lugar de que se perdieron meses de mucho movimiento sin las piscinas principales, no deja de significar esta obra un paso adelante que en poco tiempo desquitará con creces los inconvenientes de estos meses bajos. Y en definitiva, había que hacerlo y la obra iba a generar molestias sin importar cuál fuera el momento de su ejecución.

Tanto en Guaviyú como en Almirón estas intervenciones vienen a cortar un período sin que prácticamente se haya hecho más que un mantenimiento en los puntos de referencia –junto a la ciudad de Paysandú– en materia turística del departamento. Justo es reconocer que ambos centros termales fueron los grades olvidados de un proyecto que inyectó millones de dólares en infraestructura en la región, como lo fue el Corredor Pájaros Pintados.
Pero las buenas noticias no paran, porque esta semana conocimos otra novedad muy importante para el turismo sanducero, como la declaración como Monumento Histórico Nacional de la Estancia Buen Retiro-Castillo Morató. Se trata de un destino que se posicionó muy bien en un momento de auge del turismo interno a instancias de la pandemia y que con esta resolución ministerial encuentra un nuevo impulso en su difusión. Claramente es –además de un atractivo en sí mismo, por supuesto– un complemento ideal para quienes llegan a Termas de Almirón. Además está el hecho de que se haya incorporado al Camino de los Jesuitas, un proyecto internacional multidestino, basado en el turismo cultural, que en los años venideros tendrá un impulso muy importante conforme se vayan levantando las restricciones que aún permanecen para moverse entre países.

De la misma forma cabe mencionar el proyecto vinculado a Salsipuedes propuesto por emprendedoras de Guichón que consiguió el apoyo de los ministerios de Turismo y de Ganadería y otras iniciativas relacionadas con la Ruta de los Butiá –otro proyecto de alcance internacional– y la misma área protegida Montes del Queguay, que siempre es un atractivo, pese a que todavía queda mucho por hacer allí para mejorar la experiencia de los visitantes.
Los dos centros termales son claves en todo el esquema turístico del departamento, no solamente por las piscinas sino también porque ofrecen los servicios que los visitantes requieren para llegar al departamento, y aun teniendo los mejores paisajes, las historias mejor contadas e interpretadas, si los servicios no acompañan, o no están a la altura de las circunstancias, difícilmente se podrá dar el salto que el Paysandú turístico necesita.