Con el fin de estudiar la calidad del agua de algunos tramos del arroyo La Curtiembre de Paysandú en conjunto con otras cañadas de diferentes ciudades, se realizó el lunes la segunda etapa –la primera fue en 2021– del proyecto de Monitoreo de Cañadas Urbanas del Núcleo Interdisciplinario de Aguas Urbanas.
Ya en 2017 y 2018 se tomaron muestras de tres tramos de La Curtiembre mensualmente, por parte del Polo de Ecología Fluvial del Cenur y la Unidad de Gestión Ambiental de la Intendencia de Paysandú, tarea que retomaron el año pasado y donde también tuvieron participación vecinos del lugar y el grupo Amigos de los Humedales.
Sofía Rameau, licenciada en Diseño Integrado, generadora de información sobre el territorio y participante activa de este proyecto, explicó a EL TELEGRAFO que “en esta ocasión se harán muestreos en los puntos ubicados en Enrique Chaplin y Ferreira Aldunate, próximo a las nacientes, y en el tramo medio ubicado en Estefanell casi Zorrilla”.
Además del monitoreo de la calidad de agua Rameau dijo que “se hará un biomonitoreo y monitoreo de caudal. También un seguimiento visual donde se observa el tipo de ocupación de márgenes, la apariencia del agua; si hay residuos, la alteración de los bordes de las cañadas y el tema de la cobertura de la vegetación. Por otra parte, está la cuestión de ocupación territorial: cómo se vincula la ciudad con el curso de agua, los tipo de ocupaciones; por ejemplo si las edificaciones tienen su frente al arroyo o le dan la espalda, si hay vías al borde del arroyo, si hay espacios públicos y qué usos se le dan, también como para ver qué potencialidades hay y para resignificar en un futuro este vínculo. Generalmente es problemático porque no se ha tenido en cuenta en la planificación urbana y en la expansión, a nuestros cursos de agua y sus dinámicas. Se tiende a rellenar para impedir las inundaciones en determinado sector”, puntualizó.
“Hay sitios que se salen de la regla”
De algunos resultados específicos del primer monitoreo, el doctor Franco Teixeira de Mello, profesor agregado del CURE de Maldonado, encargado del biomonitoreo y co-responsable del Núcleo junto a la arquitecta Adriana Piperno, dijo que “este núcleo es financiado por el espacio interdisciplinario de la Universidad de la República y se han ido cubriendo distintas etapas; en una de ellas se trabajó con la calidad de las cañadas y con aspectos de la cuenca en cuanto a características de la urbanización: desde densidad a cantidad de áreas con saneamiento, etcétera. Esto se hace con distintos grupos de investigación y en distintas ciudades como Maldonado, Salto, Paysandú, Montevideo y Bella Unión. En ese primer análisis de los dos años, la masa de resultados que correspondía a calidad de agua, en una primera instancia se encontró un poco lo esperable. Hay una relación entre la cantidad de área urbanizada y algunas características de la urbanización que afectan la calidad del agua. Hay sitios que se salen de la regla, en general a medida que aumenta el área urbanizada, la calidad de agua se ve más deteriorada”.
En esta etapa de la investigación, tratarán de determinar cuáles son las fuentes puntuales de contaminación mediante revisión del territorio y la realización de vuelos con dron. “Tratamos de quedarnos con sitios que están por fuera de la urbanización y sitios que están por dentro de la misma. En total estamos trabajando con 15 sitios en varios departamentos, y ahora se hará cada tres meses”, agregó Teixeira de Mello.
Enfoque interdisciplinario y participación de vecinos
En este grupo de trabajo hay biólogos, ingenieros, químicos, arquitectos y también está contemplada la parte social como para “tener diferentes miradas sobre un mismo sistema y es de las principales cosas porque estamos aprendiendo a dialogar entre nosotros desde las distintas profesiones para tener una visión más global de las problemáticas”, aclaró Teixeira de Mello.
Asimismo, agregó que también se incluye el monitoreo visual que está diseñado para que la población participe, “es como una encuesta donde se va al lugar y se completa una planilla que le hace ver qué cosas son importantes a la hora de mirar una cañada y lo hace evaluar cuán buena o mala calidad tiene con respecto a esas medidas”.
Aspectos a investigar
Este año se implementaron otros estudios para medir metales pesados, microplásticos en sedimentos y biomonitoreo con macroinvertebrados como indicadores de la calidad de agua. “Se sacan muestras de sedimento y se evalúa qué fauna hay; larvas de insectos, crustáceos, caracoles que permite hablar de cuán afectado está un sistema en base a la combinación de especies que se dan en el lugar”, explicó el investigador de Maldonado.
Si bien es sabido que la contaminación en una cañada urbana siempre va a ser superior a la de una cañada en el campo, el objetivo es tratar de ver qué cosas de la urbanización se pueden hacer para reducir el daño.
“En estos cursos de agua que estamos trabajando hay una gran variedad de situaciones, donde en algunos lugares tenés un parque divino para ir a tomar mate al lado de la cañada y en otros tenés un basural adentro de la misma. Cuánta relevancia se le da a ese curso de agua; si a nivel de gobierno local no se le está dando importancia y si los vecinos lo ven como un lugar de paseo o para ir a tirar la basura. Es un análisis bastante global, multisectorial e interdisciplinario”, dijo el profesor.
Propósitos
EL TELEGRAFO consultó qué otros pasos se darán a medida que se vayan obteniendo resultados, sobre todo cuando hay aspectos que se deben y pueden mejorar, a lo que Teixeira de Mello respondió que “a nivel local se trata de tener una interacción con las autoridades. Nosotros no somos los gestores en el territorio, sí generamos la información para que se la tome.
Depende obviamente de la difusión que se hace de esa información para que sea incluida y de las autoridades locales o a nivel país, así como también es una herramienta para la población a la hora de hacer pedidos a nivel local”, finalizó el profesor.
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