La guerra, el combustible y un futuro que ya llega

Autos diesel en Inglaterra. Pueden parecer muy nuevos, pero pronto serán cosa del pasado.

El precio de la nafta y el diésel lleva experimentado una subida progresiva a nivel mundial desde antes de la invasión de Rusia a Ucrania, y ni siquiera después de que la materia prima bajara en el mercado de futuros se ha visto una reducción significativa del precio de los carburantes.
La cotización del Brent ha repuntado después de que la Unión Europea (UE) anunciara que frenará antes de final del año todas las importaciones de crudo ruso por barco, que suponen dos tercios del total.
Alemania y Polonia, por su parte, se han comprometido a no comprar crudo que transite por el ramal norte del oleoducto Druzhba, lo que supone en la práctica que el 90% de las adquisiciones a Moscú quedarán congeladas.
El anuncio de esa futura restricción de la oferta coincidió con el fin del confinamiento estricto que ha mantenido a 26 millones de personas encerradas en Shanghái por el coronavirus durante dos meses, lo que anticipa un incremento de la demanda desde China e impulsa asimismo los precios del crudo.
Todos esos vaivenes llegan hasta la población del Reino Unido que ve cómo los combustibles llegan a precios máximos nunca antes vistos.
Los que más lo han sufrido son los propietarios de los vehículos diésel, de los que ya no quedan muchos en el mundo pero sí en Europa y el Reino Unido, y que ahora sufren un problema de precios que podría llegar a ser el golpe de gracia.
El litro de combustible para el diésel es ahora de 182,59 peniques, por lo que, llenar el tanque de un auto de 55 litros puede llegar a costar la friolera de 100 libras esterlinas, o sea casi 5.000 pesos uruguayos. Con el litro del petróleo al precio que tiene, todos los especialistas concuerdan en que es imposible no subir el precio de los combustibles, pero en el caso del diesel el tema se vuelve más complicado.

Todo eléctrico

El primer ministro británico, Boris Johnson, ya había anunciado en 2020 que el Reino Unido prohibirá la venta de nuevos automóviles y furgonetas con motores diesel y gasolina a partir de 2030, diez años antes de lo que se preveía hasta ahora.
Los vehículos híbridos capaces de recorrer “distancias significativas sin emitir dióxido de carbono” continuarán a la venta hasta 2035, avanzó en un comunicado el Gobierno, que prevé invertir 1.300 millones de libras (1.450 millones de euros) en acelerar la expansión de puntos de recarga eléctricos.
La medida es parte de un plan medioambiental estratégico que llevaría a la eliminación de los vehículos más contaminantes.
Por supuesto que tales precios llevan a la pregunta de si es comparable la situación de países del primer mundo como los del Reino Unido con las de otras partes del globo. El salario mínimo en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda es de 1.708 euros, o sea, 85.000 pesos uruguayos.
Una enorme diferencia con el de nuestro país, por ejemplo. Sin embargo, hay también una evidente razón económica detrás de todo cambio y también la hay en la intención de sustituir a los vehículos más contaminantes por los eléctricos.
Durante la próxima década, el Ejecutivo británico prevé movilizar 12.000 millones de libras (13.390 millones de euros) en inversiones públicas hacia sectores que contribuyan al objetivo de alcanzar cero emisiones netas de dióxido de carbono en 2050.
“A pesar de que este año ha tomado una dirección muy diferente de la que esperábamos, no he perdido de vista nuestros ambiciosos planes”, declaró Johnson, que subrayó su intención de que el impulso de la economía verde tenga efectos en el conjunto del país.
“Nuestra revolución industrial verde recibirá la energía de las turbinas de viento en Escocia y el noreste (de Inglaterra), estará impulsada por vehículos eléctricos fabricados en las Midlands (centro de Inglaterra) y por las últimas tecnologías desarrolladas en Gales”, afirmó el primer ministro.

Los días contados

Por lo tanto, los días para los vehículos diesel en el Reino Unido están contados. Y difícilmente se pueda decir que en el resto del mundo vaya a ocurrir algo diferente. Después de que España se sumara a la iniciativa británica, la ONU y la Unión Europea también apoyaron que, al menos para el 2035, todos los vehículos tendrían que ser eléctricos.
Sin embargo, en la actualidad, la guerra de Ucrania tiene a mal traer al mundo por temas como el del trigo, el gas, pero fundamentalmente, hablando en términos globales, el del petróleo. Apoyándose en el presente más que en el futuro, Putin presiona con el corte de tales productos, mientras desde otros puntos del mundo lo que parece buscarse es una forma de vida en la que no se necesite recurrir a los combustibles fósiles. Y hablar del año 2035 como el “futuro” en términos de la vida de cualquier país es una equivocación. No es el futuro, es el presente.