Álbum del sanducero Martín Salate nominado a los premios Graffiti

YouTube player

El álbum “Cuando mis ojos pudieron ver”, del cantautor Martín Salate, es uno de los nominados a la edición 2022 de los Premios Graffiti a la Música Uruguaya. Es el segundo año consecutivo que este artista sanducero marca presencia en el premio más representativo de la música nacional. Su trabajo anterior, “Entrego mi corazón”, había estado nominado en 2021. En ambos casos, los trabajos compiten en la categoría Mejor álbum de inspiración religiosa. “Nos tocó de nuevo defender la categoría. Estamos representando a Paysandú, porque soy el único sanducero en los Graffiti. Es un detalle no menor”, dice. Grabado en 2021 en Paysandú, en La Colina Récords, el disco puede escucharse en YouTube, Spotify y demás plataformas digitales. Su trayectoria musical viene desde hace mucho tiempo, dice. Su amor por la música se había manifestado a temprana edad, “hasta que me encontré con la guitarra, y ahí comencé a componer. Todas las canciones son composiciones mías”. Se formó cantando en coros, “de la mano de Américo Chirigliano y Laura Sarlo, que fueron los primeros maestros en mi niñez y adolescencia. Después, de grande, mi otro maestro de canto fue Julio González, ya fallecido, que vivía en Montevideo, pero era oriundo de Paysandú”.

La música es la misma

En 2018 grabó su primer disco, con la producción de Leo Lemes. “Los dos trabajos fueron hechos con él, que es un muy buen músico. Y además, comprometido con la obra. Entonces uno puede de alguna manera trabajar tranquilo, sabiendo que lo que se propone es lo que se logra”. Al hablar del reconocimiento que implica la nominación, dice estar “primero que nada agradecido, a Dios y a mi familia, que me apoya. Y feliz de poder representar la música de esta manera. Estas nominaciones son un mimo a la carrera, a la trayectoria. Uno apunta a ser profesional en todas las áreas, y realmente creo que este trabajo está muy bien realizado, en la parte artística. Cada canción está pensada, nada es al azar. Como artista, como músico, uno siempre abre un poco su corazón y comparte lo que vive, lo que aprendió. Y lo transforma en melodía, y se acompaña de esa manera”.

Aun cuando las suyas son canciones religiosas, “la música es la misma música”, anota. “Es una onda pop, rock, medio baladística. Lo que cambia son las letras”. La respuesta que ha tenido por parte del público le ha sorprendido gratamente. “Al ser un cantante cristiano –por así llamarlo–, puede haber una resistencia de cierto público, lógicamente, por cuestiones religiosas, en fin… Pero generalmente, cuando conocen mi música, se dan cuenta que está basada en vivencias mías, que son letras o canciones que no son ajenas a nadie, o que pueden ser parte de un todo. Cuando uno compone un mensaje de esperanza, o entiende que lo que hace es cantar para poder compartir algo, hay una buena recepción. Realmente me ha sorprendido mucho”.

No importa el lugar

Ha tenido oportunidad de presentarse en los escenarios más diversos. “El mes pasado estuve en Buenos Aires, cantando frente a 2.000 personas en un evento realmente hermoso al que fui invitado. Pero también puedo ir a lugares muy pequeños, y se vive de la misma manera.

No importa el escenario, lo importante es cuando del otro lado hay alguien que te pueda escuchar… He ido a alguna ceremonia de entierro de una persona muy querida, donde he tenido que participar para llevar una canción. Lugares insólitos, donde vos decís: ¿ahí tiene que haber música? Yo creo que sí, porque la música es parte de nuestras vidas”.

El 9 de noviembre ofrecerá un concierto en el Espacio Cultural Gobbi, del que pronto se conocerán más detalles. Mientras tanto, se prepara para participar en la ceremonia de lanzamiento y entrega de los Graffiti, que será el 16 de setiembre, en el Centro Cultural Teatro Español de Durazno.