Indio, un perro guía uruguayo en la Universidad de Harvard

Alberto Calcagno, de Fundappas, destacó que por los beneficios que tiene para la persona con discapacidad visual, el contar con un perro guía, “es una extraordinaria nueva vida”.

Esta historia tiene dos protagonistas principales, el primero de ellos, o la primera, es Milagros Costabel, una joven uruguaya que desde hace un año está estudiando, gracias a una beca, en la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard.
La particularidad del caso es que Milagros es ciega y de cara a su segundo año universitario la acompaña un uruguayo, Indio, el perro guía que viajó con ella desde Montevideo y que le asignó la fundación Fundappas, que lo entrenó desde cachorro.
Milagros está estudiando ciencias políticas y haciendo un campo secundario en migraciones y derechos humanos y probablemente curse también un certificado en estudios latinoamericanos.

CAMBIOS

El primer año en Harvard Milagros lo pasó usando su bastón. “Toda la vida me manejé con un bastón, lo que hace es que vas caminando, vas moviéndolo de lado a lado, identificando obstáculos”, explicó. “O sea, si hay un escalón lo vas a tocar, si hay una silla, una mesa, lo que sea, lo vas a identificar. No es tan perfecto porque por ejemplo a veces las mesas podés tocar las patas pero si están digamos como a la altura del pecho, no te das cuenta que están ahí, las chocás. Obviamente también el tema de ramas por encima de la cabeza y eso, y es mucho más lento”, agregó.
También es cansador, dijo, “porque te saca mucha energía pensar en todo de evitar los obstáculos. Entonces decidí pasar por un perro”.

URUGUAYO

Fue así que la estudiante, oriunda del departamento de Colonia, postuló a varias escuelas. “Hay diferentes escuelas de perros en todo el mundo, hay un montón, hay varias americanas, quedé en varias americanas. El tema es que si bien me aceptaron, varias me hacían problemas con el tema de la visa”, indicó. Con otras no había ese inconveniente, pero a esa altura ya estaba en contacto también con Fundappas, Fundación de Apoyo y Promoción del Perro de Asistencia, en Montevideo. Finalmente la elección sería por un perro uruguayo.
“Me pareció que podía estar bueno tener un perro uruguayo, poder hablarle en español. Fue una decisión más bien personal”, recordó.
En enero de este año comenzó el proceso en la escuela, “hice todas las pruebas que tengo que hacer, las pruebas psicológicas; te hacen una prueba de orientación, porque si no te estás orientando no te van a dar un perro, porque parte de tener un perro es poder dirigirlo bien”.

APOYOS

Milagros encontró mucho respaldo por el camino en un proceso que resultó, como se verá, bastante costoso. “Tuve la suerte, y lo quiero comentar porque realmente es muy importante, de recibir mucha ayuda económica. Fundappas me lo da gratis (a Indio), pero yo quería, por ejemplo, que la entrenadora estuviese con nosotros. Estuve ocho días para terminar el acople, o sea, establecer rutas, aprender cómo trabajar, porque es muy distinto acá, los cordones son distintos, los cruces, los giros son distintos, son mucho más cerrados. Entonces era muy importante que pudiese viajar la instructora”, indicó. Para poder cumplir eso fue importante el aporte de la Uruguayan American Foundation, una fundación de uruguayos en Estados Unidos, así como del Consulado y la Embajada de Uruguay en Estados Unidos, “que realmente recaudaron un montón de plata, y de un restaurante que se llama Botanero, en Maryland. Realmente sin ellos no hubiese podido viajar y no hubiese podido tener un perro uruguayo, porque realmente es muy importante esa parte del acople”.

RUTINAS

El período de clases de Milagros comienza en un mes: “igual tengo cosas para hacer, ahora empecé a trabajar, trabajo de forma remota con una organización y también arranco trabajo en persona en Harvard, en el Centro de Visitantes; o sea, voy y le digo ‘hola’ a la gente, respondo sus preguntas, es divertido. Pero normalmente mi rutina es mucho más movida”.
En realidad no es tanto el tiempo de clases, “son seis horas por semana, pero tenés mucho trabajo fuera de las clases, tenés un montón de lectura preclase digamos, tareas, trabajos. Me gusta ir a estudiar en diferentes lugares, estudio en la biblioteca, a veces en mi cuarto, a veces voy a estudiar afuera. Yo vivo sola, tengo que ir al comedor, a la farmacia, que vamos siempre con Indio a comprar agua o a comprar cosas básicas”. La compañía del perro la ha ayudado. “Normalmente, sin Indio, caminaba menos, tengo que admitir. Creo que es un tema de confianza, el perro también, claro. Yo siento que me animo mucho más a salir con él en cualquier momento”.

FUNDAPPAS

Alberto Calcagno, referente de la Fundación, cuya escuela lleva el nombre de la sanducera Alexa Mackern, contó a EL TELEGRAFO la historia de Indio, “un perro que llegó a la escuela, producto de una camada de cachorros donados por una persona que estaba muy interesada en que su perra tuviera una cría y que esa cría llegase a Fundappas”. Fue uno de 9 cachorros, de los cuales 8 entraron en la escuela. Uno falleció de cachorrito y de los otros 7, “la gran mayoría está trabajando como perro guía o como perro de asistencia para familias con trastorno del espectro autista”.
Indio hizo en su momento su preparación, tuvo un primer acople que terminó en una mala experiencia de la que Calcagno no dio otros detalles, y regresó a la escuela. “No digo que lo reeducamos, pero trabajamos nuevamente para que tuviera una segunda oportunidad, y coincidió que en ese momento llegó Milagros, que para orgullo de Fundappas y del Uruguay, está becada en Harvard”.
En enero hicieron “un match, como se le llama a la relación entre perro y persona”, y comenzó la preparación “que fue positiva, estaba perfectamente capacitada para tener un perro guía, y comenzó una etapa de acoplamiento, una parte en Montevideo, unos diez días y luego, a su absoluto costo, viajó la instructora con ella, para terminar su período de acoplamiento y quedaron disfrutando de su nueva vida, su extraordinaria nueva vida que puede dar un perro guía a una persona con discapacidad visual”, afirmó Calcagno, quien es también usuario de un perro guía.
Ahora solamente realizan un seguimiento que es posible porque Milagros cada cierto tiempo regresa a Uruguay. “El perro es un perro grande, tremendamente aplomado, con excelentes condiciones. Estamos seguros que no va a tener ningún inconveniente; esa fue una de las razones por las que nos agradó que hiciera el match con Milagros”.

PAPELEO

Según Calcagno es mucho más sencillo ingresar el perro a Estados Unidos que a Europa, donde, por ejemplo, “tenemos que hacer previo un estudio de sangre para detectar si el perro está protegido contra la rabia y tiene un costo muy importante. Luego hay que hacer un trámite más engorroso, incluso pasa por un apostillado en el Ministerio de Relaciones Exteriores, que en este caso también lo hubo”.

LA ESCUELA

Fundappas empezó a entregar perros guías y perros para acompañamiento en casos de autismo en 2016, pero su historia es bastante más larga. “Se fundó en marzo de 2006. Se fueron haciendo gestiones para que se pudiera lograr el respaldo legal para la actuación de los perros de asistencia”, recordó.
En 2009 Calcagno hizo un curso de acoplamiento en Leader Dogs, en Estados Unidos, con la perra Sunny, que en febrero de 2009, se convirtió en la primera en Uruguay. Luego hubo una pareja de entrenadores españoles, en 2011, que en 2012, prepararon desde España tres perros para personas en Uruguay, que viajaron con el apoyo de Fundappas.
“Luego no hubo más remedio que empezar con la escuela propia en Uruguay; en 2014 se consiguió el predio dentro del Parque Rivera de Montevideo. El 2 de enero de 2016 empezó la primera etapa de construcción con apoyos del BPS y el MTOP”, recordó. Actualmente Fundappas lleva “más de 40 perros guías para personas con discapacidad visual y tenemos 16 perros de asistencia para familias con niños con trastorno del espectro autista”.